domingo, 21 de noviembre de 2010

Voz 37

Voz
La Paz (Bolivia), 20 de septiembre de 2010              Año I              No. 37

Reforma de la economía cubana
con dirección revolucionaria

Voceros del imperio, en sus diversas variantes, también aquí en Bolivia, agitan palmas porque creen que las reformas, especialmente en la economía cubana, apuntan a la restauración del capitalismo. Incluso, expertos y al parecer otros que no lo son, comparten criterios al comparar esos cambios con los que se promoverían en Vietnam, bajo la dirección del Partido Comunista de ese país asiático cuyo pueblo, cabe recordar, derrotó al Ejército estadounidense invasor, con apoyo de los pueblos del mundo.

Una afirmación, entre aquéllas, encuentra confirmación en la realidad. En la Mayor de las Antillas hay empresas mixtas que administran el turismo, pero en condiciones que son favorables al Estado cubano y por tanto a su pueblo; por ejemplo, en esas compañías los empleados son cubanos y las leyes laborales de aquel país norman las relaciones entre empresarios y trabajadores. Que los capitalistas privados ganan en esas empresas mixtas es una verdad que pocos la deben ignoran. Esas empresas mixtas cubanas funcionan dos décadas, lo que muestra que la economía se mueve allí en el país caribeño, aunque algunos bolivianos insisten en escribir sobre el presunto “inmovilismo” económico en Cuba.

Por su pertinencia reiteramos lo que dijo Fidel cuando visitó Bolivia. Alguien le preguntó al Comandante en Jefe si había riesgo, entonces, de que se restablezca el capitalismo en su país. Él respondió que había tal riesgo, pero que el pueblo cubano y sus dirigentes harían todo lo que de ellos dependa para evitarlo. Ese objetivo, hasta este momento, ha sido conseguido por los cubanos, cuya línea de acción confiamos que seguirá invariable.


Entre las nuevas reformas económicas decididas los últimos días en la Isla, que no se rinde ante el imperio, está el desplazamiento de 500.000 funcionarios estatales hacia el área de servicios (en los que no producen bienes materiales), proceso que abarcará seis meses. Se organizarán microempresas o la actividad personal, trabajo por cuenta propia, con apoyo financiero o préstamos, pero no se trata de los despidos de los tiempos neoliberales, como en Bolivia, porque el gobierno cubano ayudará, efectivamente, para que los ex trabajadores del
Estado se transformen en productores de servicios por cuenta propia. Se llevará a los ahora empleados públicos hacia aquellas actividades económicas en el área de servicios: habrá relocalización de verdad y no relocalización a lo neoliberal, que fue despido entre nosotros.
Aquella reforma no alcanza al sector A de la economía cubana, es decir, los medios de producción siguen siendo de propiedad social, es decir, las fábricas continuarán como pertenencia de todos los cubanos. Y mientras los medios de producción sigan como bienes públicos, la estructura económica cubana seguirá socialista, la forma de producir bienes materiales allí será de ese tipo: colectivo. Los “mastodontes” de la noticia y los “repetidores” de esta parte del mundo callan esta última realidad y los editores de Voz jamás esperaremos que aquéllos medios de difusión hablen bien o muy bien del socialismo cubano porque en ese momento tendríamos que pensar en la posibilidad de que allí se cometió una traición al pueblo y a Nuestra América. Esto último confiamos que jamás ocurrirá.

Los aprietos económicos que enfrenta Cuba son el resultado inmediato del bloqueo yanqui en su contra —guerra económica, financiera y comercial—, de la crisis que sacudió y en cierto modo afecta todavía al capitalismo en el mundo y, los cubanos lo han dicho tantas veces, los desastres naturales como los tres huracanes, así como desaciertos internos que complican el comportamiento de la economía de aquella República hermana. El ministerio de Relaciones
Exteriores de Cuba difundió que el bloqueo yanqui le costó a la Isla Indómita 751.363 millones
de dólares.

A los que apoyamos la Revolución Cubana en los momentos de gloria y en las situaciones difíciles que afronta, nos preocupan esos problemas, pero a la vez mantenemos la serenidad y la continuidad de nuestro apoyo porque confiamos plenamente que allí no habrá restablecimiento del capitalismo. También nos preocupa esa labor de los grandes medios los que, con técnicas desinformadoras y subinformadoras, cuando menos buscan desalentarnos, sembrar dudas en el pueblo respecto de aquella obra revolucionaria. Pero una certidumbre nos ayuda a sobreponernos en los momentos sombríos, sobre todo, apoyados en los buenos resultados, por pequeños que sean, que consiguen nuestros hermanos cubanos y que los bolivianos los compartimos, entre los que contamos: el apoyo en salud y en educación de médicos y profesores cubanos, con el concurso de los venezolanos.

Y si acaso los cubanos constatan que se equivocaron al aplicar aquellas reformas, seguros estamos de que se autocriticarán y desandarán lo andado.

El imperio y sus operadores criollos apuestan al fracaso de los cubanos al tiempo de ejecutar las reformas económicas en curso. Claro está que para aquéllos el objetivo máximo, respecto de la Revolución Cubana, es que se restablezca el capitalismo en la tierra de Martí y Fidel.

La certeza de que allí, antes que triunfo del capitalismo, habrá socialismo creciente la explicamos porque la dirección de las reformas cubanas la ejercen los que, con visible éxito, conducen aquella Revolución desde el Asalto al Cuartel Moncada, la guerra de guerrillas de Sierra Maestra y durante la construcción de la nueva sociedad sin explotadores ni explotados.

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