miércoles, 24 de agosto de 2011

Voz 80


Voz
La Paz (Bolivia), 24 de agosto de 2011          Año II          No. 80

Libertad inmediata para los Cinco héroes cubanos, presos políticos del imperio

Índice
Cuba: contra el terrorismo y refugio de los combatientes del pueblo
Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba
La nueva vieja mentira de Estados Unidos: Cuba, país terrorista
por Rodolfo Romero Reyes


Cuba: contra el terrorismo y refugio de los combatientes del pueblo
El líder máximo de la Revolución cubana, desde el 11 de septiembre de 2001 hasta el 6 de octubre de ese año, en discursos, declaraciones y otros documentos suyos y del gobierno de ese país hermano, desarrolló una línea de acción de Cuba “Contra el terrorismo y contra la guerra”, materiales que fueron publicados en un folleto, tanto en la Mayor de las Antillas como en nuestro país. Citamos al líder cubano:
“El terror fue siempre instrumento de los peores enemigos de la humanidad para aplastar y reprimir la lucha de los pueblos por su liberación. No puede ser nunca instrumento de una causa verdaderamente noble y justa”.
“Cuba —sigue el líder cubano— fue el primer país que habló de la necesidad de una lucha internacional contra el terrorismo. Lo hizo a pocas horas de la tragedia sufrida por el pueblo norteamericano el 11 de septiembre (2001), expresando textualmente: ‘Ninguno de los actuales problemas del mundo se puede resolver por la fuerza (…). La comunidad internacional debe crear una conciencia mundial contra el terrorismo (…). Sólo la política inteligente de buscar la fuerza del consenso y la opinión pública internacional puede arrancar de raíz el problema (…). Este hecho tan insólito pudiera servir para crear la lucha internacional contra el terrorismo. (…) El mundo no tiene salvación si no sigue una línea de paz y de cooperación internacional’”.
Y aquella proclama contra el terrorismo guía el comportamiento de Cuba respecto de ese flagelo. A pesar de eso, desde hace 30 años, sin excepción, Estados Unidos incorpora a Cuba en la lista de países que, supuestamente, propician y/o que apoyan al terrorismo.
Política yanqui la que, como en otras materias, evidencia dos puntas hacia el terrorismo: condena y acaba con la vida de presuntos o reales terroristas y con frecuencia sin juicio y, al mismo tiempo, protege a conocidos terroristas como Luis Posada Carriles. Sobre lo último, un comunicado del gobierno de Cuba referido al Informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre el terrorismo (2010), dice: 
"El gobierno de Estados Unidos actúa como si no hubiera amparado, de manera permanente, al criminal confeso Luis Posada Carriles, a quien no ha querido juzgar por cargos de terrorismo, a pesar de contar con abundantes pruebas. Posada Carriles, junto con Orlando Bosch Ávila, quien fue beneficiado por un perdón presidencial de George Bush padre, es autor del horrendo atentado contra un avión civil cubano en pleno vuelo, que costó la vida a 73 personas inocentes. También es responsable directo de la muerte del turista italiano, Fabio Di Celmo, durante los atentados con bombas en instalaciones turísticas cubanas en 1997. Hoy Posada Carriles se pasea libre e impunemente por las calles de Miami, tras haber sido absuelto en una farsa judicial en El Paso, Texas. ”
Por lo que dice y por lo que hace la Revolución cubana sobre el terrorismo, comportamiento que es a la vez del pueblo del país hermano, con legitimidad, exige que a Cuba se lo excluya de aquella lista oprobiosa de países que, según aquella oficina estadounidense, es la de los que no combaten al terrorismo y que al contrario lo propician y/o le apoyan.
Una de las fundadas razones de Cuba para combatir al terrorismo es que éste, a la Isla emancipada, injustamente le hizo pagar miles de vidas humanas y pérdidas económicas cuantiosas; acciones que en casi todos los casos recibieron apoyo material y político de los imperialistas yanquis.
Es que son principios los que aplica la Revolución cubana respecto del terrorismo el que, incluida su crueldad inhumana, ejecuta acciones que no son las del pueblo porque aquéllas no representa sus intereses, al revés, les afectan. Esa es una constatación, de hace mucho tiempo, así como otra es que el terrorismo casi siempre es perpetrado por organizaciones de extrema derecha, fascistas o neofascistas, como se las denomina ahora.
Más aún, los revolucionarios cubanos afirman que no hay terrorismo malo y terrorismo bueno, punto de vista que compartimos y es verificable por los resultados que genera ese flagelo. Es decir, no hay terrorismo que arroje buenos resultados para el pueblo y malos resultados, también, en favor del pueblo.
Cuando se aplican los principios de manera consecuente se evita un comportamiento concesivo hacia el terrorismo presuntamente bueno y a la vez otro de rechazo respecto del terrorismo malo.
Y a propósito de principios, la solidaridad con los pueblos y sus dirigentes en lucha contra sus verdaderos enemigos es un discurso y una práctica consecuente de Cuba desde que triunfó la Revolución en 1959.
Fidel Castro, en su defensa política y jurídica ante el tribunal que lo “condenó”, es decir, en La historia me absolverá, como parte del programa del Moncada, afirmó que Cuba liberada sería solidaria con los pueblos en lucha y refugio de los perseguidos por las tiranías de ese tiempo. Citamos:
“Se declaraba, además (en el programa del Moncada, reiteramos), que la política cubana en América sería de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y que los perseguidos políticos de las sangrientas tiranías que oprimen a naciones hermanas, encontrarían en la patria de Martí, no como hoy, persecución, hambre y traición, sino asilo generoso, hermandad y pan. Cuba debía ser baluarte de libertad y no eslabón vergonzoso de despotismo”. Este célebre discurso fue pronunciado por Fidel en 1953.
Según los dirigentes de la Revolución cubana, y en especial Fidel Castro, la solidaridad de nuestros pueblos con la lucha guerrillera del pueblo cubano, desde la Sierra Maestra, fue uno de los factores que contribuyó, también decisivamente, a la victoria revolucionaria de 1959, durante la construcción de la nueva sociedad y en la defensa de ésta. Solidaridad de nuestros pueblos que se desarrolla en múltiples formas contra el bloqueo yanqui a Cuba y, también, en las acciones que buscan la libertad inmediata de los presos políticos del imperio: los Cinco héroes, antiterroristas cubanos, que también son nuestros. Solidaridad que nuestros pueblos impulsan por dos vías: cuando respaldan a Cuba y su Revolución (que también es nuestra) y cuando luchan contra los mismos enemigos de aquella gesta heroica.
Sobre el asilo o el refugio de revolucionarios en Cuba, es imprescindible decir que aquel derecho —ahora es un derecho, según la Convención sobre el Estatuto de Refugiados—  lo ejercen innumerables latinoamericanos, tercermundistas y europeos (éstos pocos, al parecer) que el gobierno revolucionario cubano, hasta donde sabemos, jamás negó a perseguido alguno. Se afirma, por ejemplo, que miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) viven asilados en Cuba. Viven asilados allí, no obstante de que Fidel Castro en un libro suyo deja constancia de su discrepancia con los compañeros de las FARC respecto de los secuestrados. Éstos, dice Fidel en aquella publicación, dificultan el movimiento de una guerrilla. Este criterio es de alguien que sí sabe de guerrillas porque dirigió una victoriosa.
Es la palabra y la acción de Fidel Castro y de los revolucionarios cubanos las que nos llevan a reafirmar que aquéllos son ajenos al terrorismo y que esa patria liberada acoge a perseguidos políticos de izquierda y a otros socialdemócratas con alguna decencia. Unos y otros son bienvenidos en Cuba donde ejercen la libertad que les niegan en sus países de origen.
 En suma: Cuba está contra el terrorismo y es asilo de los combatientes de nuestros pueblos.

Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba
El 18 de agosto, el Departamento de Estado incluyó a Cuba, por trigésima ocasión, en la espuria lista de "Estados patrocinadores del terrorismo internacional", con el único propósito de desacreditar a nuestro país y continuar justificando la política cruel y repudiada de bloqueo contra Cuba.
El gobierno de Estados Unidos, que ha practicado históricamente el terrorismo de Estado, las ejecuciones extrajudiciales, los secuestros de personas, los asesinatos con aviones no tripulados, la tortura y las detenciones ilegales, que ha establecido cárceles secretas, que es responsable de la muerte de cientos de miles de civiles inocentes como resultado de sus guerras de ocupación y conquista en Iraq y Afganistán, que bombardea sistemáticamente a Estados soberanos como Libia, no tiene la más mínima moral ni derecho alguno de juzgar a Cuba, que tiene una trayectoria intachable en la lucha contra el terrorismo y que ha sido, además, sistemáticamente víctima de ese flagelo.
El gobierno de Estados Unidos actúa como si no hubiera amparado, de manera permanente, al criminal confeso Luis Posada Carriles, a quien no ha querido juzgar por cargos de terrorismo, a pesar de contar con abundantes pruebas. Posada Carriles, junto con Orlando Bosch Ávila, quien fue beneficiado por un perdón presidencial de George Bush padre, es autor del horrendo atentado contra un avión civil cubano en pleno vuelo, que costó la vida a 73 personas inocentes. También es responsable directo de la muerte del turista italiano, Fabio Di Celmo, durante los atentados con bombas en instalaciones turísticas cubanas en 1997. Hoy Posada Carriles se pasea libre e impunemente por las calles de Miami, tras haber sido absuelto en una farsa judicial en El Paso, Texas.
Al propio tiempo, como prueba irrefutable de su doble rasero, el gobierno norteamericano mantiene en injusta prisión y castiga a nuestros cinco luchadores antiterroristas, por preservar la vida de ciudadanos cubanos, norteamericanos y de otros países.
3.478 cubanos han muerto y otros 2.099 han quedado mutilados, como resultado de acciones terroristas, organizadas, financiadas y perpetradas desde territorio norteamericano, en muchos casos, con la propia complicidad del gobierno de Estados Unidos.
La manipulación política de un tema tan sensible como la lucha contra el terrorismo ofende también la memoria de las víctimas de los criminales actos del 11 de septiembre de 2001, hecho que suscitó la solidaridad y el ofrecimiento de ayuda incondicional de nuestro gobierno y pueblo.
Cuba exige al gobierno de Estados Unidos que castigue a los verdaderos terroristas que hoy residen en territorio norteamericano, libere a los Cinco Héroes y ponga fin a la política de bloqueo y hostilidad contra nuestro país, que atenta contra los intereses legítimos de ambos pueblos.
La Habana, 19 de agosto del 2011
(tomado de Cubadebate:

La nueva vieja mentira de Estados Unidos: Cuba, país terrorista
por Rodolfo Romero Reyes
Los Estados Unidos hicieron público este jueves 18 de agosto los llamados “informes por países sobre terrorismo del año 2010?, el cual ubica a Cuba como “Estado patrocinador” de estas actividades junto a Irán, Siria y Sudán.
La noticia es vieja: desde 1982 el Departamento de Estado norteamericano incluye a la Isla en su lista negra anual, y cada año que pasa lo único que aumentan son las incoherencias de su argumentación. El informe recurre por enésima vez a los viejos e indemostrables lugares comunes de que Cuba apoya a las FARC y a ETA, que se caen por su propio peso y, acto seguido,  reseña una serie de hechos que lo único que prueban es la seriedad con que la Isla enfrenta este flagelo.
Veámoslo por puntos:
1. Dice el informe que no existen pruebas de que haya roto la relación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin embargo,  reconoce que fue un “contacto limitado con los miembros de las FARC, pero no hubo evidencia de apoyo financiero material directo o en curso”.
2. Sin citar fuentes ni encomendarse a nadie, asegura que “recientes informes de prensa indican que algunos miembros actuales y anteriores de Patria Vasca y Libertad (ETA) siguen viviendo en Cuba”. Sin embargo, reconoce que durante el mes de marzo del año pasado las autoridades cubanas “permitieron a la Policía Española viajar a Cuba para confirmar la presencia de presuntos miembros de ETA”.
Estos son los supuestos “pecados” de Cuba, que ya quisieran por un día de fiesta muchos de los países que no están en la lista de terroristas, empezando por el  que redacta el informe. A partir de ese primer párrafo y sin nada “malo” que agregar, los hechos se despojan de toda retórica y van al grano:
1. Reconoce el esfuerzo del gobierno cubano para evitar que emigrantes de países terceros lleguen ilegalmente a Estados Unidos y atenten contra la integridad de sus fronteras y la seguridad transnacional.
2. Cuba investigó el contrabando de inmigrantes y otras actividades relacionadas a través de un tercer país.
3. En el mes de noviembre, “permitió a representantes de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) conducir una serie de inspecciones de seguridad a través de aeropuertos de la isla”.
4. “El gobierno cubano continúa persiguiendo agresivamente a las personas sospechosas de actos terroristas en Cuba”.
Y, ¡oh sorpresa!, pone como ejemplo la extradición desde Venezuela del terrorista confeso salvadoreño Francisco Antonio Chávez Abarca por su “presunta participación en una serie de atentados con bombas contra hoteles e instalaciones turísticas a mediados de la década de 1990?.  Participación demostrada en el juicio celebrado en La Habana. El informe reconoce que fue hallado culpable y condenado a “30 años de prisión por cargos de terrorismo… El Tribunal Supremo cubano conmutó las condenas a muerte de dos salvadoreños, René Cruz León y Otto René Rodríguez Llerena, quienes habían sido condenados por terrorismo”.
Lo extraordinario es que esta percepción del gobierno de EEUU respecto a Cuba coincide con un cable fechado en septiembre de 2009, divulgado por Wikileaks y emitido por el jefe de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana. Jonathan D. Farrar da cuenta a sus superiores del encuentro celebrado en la capital cubana entre Bisa Williams, subsecretaria del Departamento de Estado, y el viceministro de Relaciones Exteriores, Dagoberto Rodríguez. Según el documento, Williams explicó que Cuba podría ser eliminada de la lista si se seguían procedimientos específicos y se efectuaba una revisión del proceso entre ambas partes.
Ni Farrar, ni Bisa Williams, ni nadie en su sano juicio podría incluir a Cuba, con informe o sin él, en la lista de países que patrocinan el terrorismo. A lo que podría añadirse que aquellos que cada año están obligados a redactarlo no solo no se creen la mentira, sino que pasan las de Caín para enhebrar un párrafo con otro.
La pregunta, entonces, es: ¿a quién quiere engañar Estados Unidos?

De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.
Responsables de esta edición de Voz 80: 
Yuri Aguilar Dávalos
y Remberto Cárdenas Morales

miércoles, 17 de agosto de 2011

Voz 79


Voz
La Paz (Bolivia), 17 de agosto de 2011          Año II          No. 79

Libertad inmediata para los Cinco héroes cubanos, presos políticos del imperio

Índice
Lecciones que aprendemos de Fidel
Cuba y Latinoamérica le cantaron a Fidel
Michel Hernández (2011-08-13)
Granma Digital
El pueblo cubano es un pueblo noble, trabajador, alegre y amistoso
Lucha por su independencia y defiende la patria socialista*
Discurso del embajador Rafael Dausá Céspedes en el acto político-cultural en conmemoración del 58 aniversario del Asalto al Cuartel Moncada.
Juventud cubana al ritmo de los tiempos
Dalia Acosta e Ivet González
Cuba: pobreza y educación:
Cuba tiene una de las tasas más altas de médicos
por habitante del mundo, pero eso no es noticia
Julián López Gallego
Crónica de viernes
Hemingway y Pablo
Amado del Pino


Lecciones que aprendemos de Fidel
En nuestro natal Vallegrande escuchamos y sobre todo leímos discursos del líder máximo de la Revolución cubana. Nos gustaba más escuchar los discursos suyos, pero rara vez oímos alguno porque carecíamos de un receptor propio para hacerlo. Sin embargo, El Pueblo, un semanario paceño con una nítida línea antiimperialista y revolucionaria, nos entregaba resúmenes de los discursos del Comandante en Jefe y también varios de sus discursos completos. Recordamos de uno de aquellos con el título: “¿Por qué soy marxista-leninista?” el que estudiamos en el sentido riguroso del término.
Decimos leímos y estudiamos, en plural, porque aquella tarea la emprendimos con un fervor propio de adolescentes y jóvenes, aunque no siempre juntos, compartíamos la tarea con obreros de una zapatería, la más próspera del pueblo. Nos referimos a los jóvenes que hicieron (hasta donde hemos investigado) el primer rayado de apoyo a la guerrilla comandada por el Che, en los muros vallegrandinos, una historia digna de contarse en otra oportunidad.
En ese pueblo apacible y en aquel período, a seis años de la gesta guerrillera de la Sierra Maestra, leímos y también estudiamos pocos libros de Lenin, prestados por un entrañable patricio del pueblo y del Partido Comunista. Empero, aquellos jóvenes de hace 50 años llegamos al marxismo-leninismo por la vía del castrismo, del pensamiento al que legítimamente Fidel le dio su nombre, el que a la vez es continuación de la teoría y de la práctica revolucionaria de la clase obrera. Teoría y práctica a la que, creemos, se la puede definir así en este tiempo en el que incluso operadores políticos en la actual transición boliviana afirman, al parecer sin convencimiento y sin pizca de razón, que ahora no hay lugar para las ideologías, con lo que muestran que están profundamente equivocados.
Transmitimos estos recuerdos, que esperamos sean útiles, y añadimos que en Vallegrande, estudiantes del último curso del único colegio sólo para varones, junto a pocos que retornaban de vacaciones del lugar de sus estudios superiores, esperaban que apague la luz eléctrica en el pueblo para gritar: “¡Viva Cuba libre!” y para escribir esa frase de victoria en los muros de Vallegrande.
Desde el bando de los “enemigos” de la Revolución cubana, en la plaza principal de la población del valle cruceño, proyectaban películas (para lo que había que llevarse sillas), miembros de los Club 4 S yanquis (antecesores de los Cuerpos de Paz) que allí, como en otros lugares, enseñaban a cultivar legumbres en pequeños huertos o en macetas, con abono químico. En esas oportunidades, con mucho disgusto reprimido de nuestra parte, vimos cortos sobre la guerrilla en la Sierra Maestra, sólo que en Vallegrande, de ese período, se mostraban las versiones contrarias a la Revolución cubana.
A propósito de la propaganda contraria a la Revolución cubana un día, en la plaza de armas de Santa Cruz de la Sierra, coto casi exclusivo de la derecha de aquella ciudad, se realizó un mitin de solidaridad con Cuba y la Revolución. Sin que adviertan los universitarios que organizaron aquella actividad, un cura boliviano que siempre vestía de blanco, tomó la palabra el momento en que se ofreció tribuna libre. Ese cura, militante de Falange Socialista Boliviana dijo, entre otras cosas: “En Santa Cruz muchos éramos castristas, antes de que Fidel Castro se venda a los comunistas rusos. Añadió el religioso: “Antes de aquella entrega de Fidel Castro a los comunistas rusos hasta mi tía era castrista, pero ahora ya no es castrista”. Tras de que “el Padre” profirió la última frase, uno de los manifestantes gritó a todo pulmón: “¡Vieja traidora!”, a lo que siguió una silbatina y cayeron sobre el “discurseador”, fuera de programa, “jones” (cascajos), restos de ladrillos o tejas que había en el lugar, y así consiguieron interrumpir un discurso que pretendió malograr o al menos mediatizar los mensajes que se difundieron en aquella reunión, de los pocos que otrora, en Santa Cruz, se animaban a recorrer las calles para gritar vítores a la victoria de los barbudos y a concurrir a espacios públicos en los que se desarrollaban las acciones de solidaridad con la Revolución cubana.
Los hechos narrados refieren, pálidamente, las condiciones en las que se organizaba y los alcances de la solidaridad con la Revolución cubana, período de la dictadura de René Barrientos Ortuño, el que tenía rasgos parecidos a los descritos por García Márquez sobre los tiranos centroamericanos, un operador de los yanquis en tierras bolivianas, por el que un Secretario de Estado de ese país podría decir por él (Barrientos) lo que otro Secretario de Estado de EE.UU. dijo por Somoza, el viejo (“Es un hijo de perra, pero es nuestro”).
Quizá parezca una exageración, pero es rigurosamente cierto que entonces a Fidel, algunos, lo leíamos clandestina o semiclandestinamente, incluso respecto de nuestros familiares.
No obstante, los “controles” de lectura sin estilo formalista o escolástico alguno, ocurrían en los intercambios de ideas casi siempre las de Fidel, es decir, reproducíamos las ideas que habíamos asimilado, consideramos, sin fanatismo o con el fanatismo pasajero propio de la edad que teníamos.
Recordamos con aquellos caros amigos y compañeros que la palabra y la acción antiimperialista de Fidel y de los revolucionarios cubanos nos llegaban con una fuerza cautivadora. Con Fidel, asimismo, entendimos así sea inicialmente que, en el campo de la política, los revolucionarios debíamos hacer lo que decíamos. Cualidad que advertíamos ausente en el comportamiento de los políticos o politicastros criollos en Bolivia y en Nuestra América.
Se liquida el analfabetismo en Cuba, mediante una campaña rápida y emprendida por todo el pueblo alfabetizado y por los analfabetos, como protagonistas fundamentales. En nuestro terruño, con el verbo convincente de Fidel, comprendimos que la alfabetización era un proceso que enseña a leer y a escribir, a pensar y a actuar. Alfabetización y formación política, al mismo tiempo, en una revolución democrática, en una primera etapa y, acto seguido, socialista, como fue y es la epopeya cubana. Después de aquella campaña (integrante de una revolución en la cultura), con natural satisfacción, escuchamos lo dicho por Fidel a los cubanos: “Les decimos que lean, no que crean”.
Las transformaciones que tenían lugar en Cuba, explicadas y fundamentadas por el principal líder cubano, en nuestro terruño de origen, nos ayudaban a establecer los alcances de una revolución verdadera. Desde la orilla enemiga se desinformaba: los cubanos, con la dictadura castro-comunista, no tienen ni pan ni libertad, propagaban. Para esclarecer el contrapunto, nos llegaban los discursos del Comandante supremo de la Mayor de las Antillas. 
Esta nota testimonial, ante los 85 años de vida fecunda del Comandante en Jefe, es para reafirmar que entre los maestros a distancia, en nuestros primeros años de simpatía por el comunismo, lo tuvimos a él como profesor integral, cuyas lecciones las encontrábamos y las encontramos marcadas a fuego, las que nos ayudaron a formarnos y a templarnos, decisivamente, para un oficio ciudadano difícil sobre todo porque aquí, parte de nuestra vida política participamos de la resistencia a las dictaduras militares y fascistas; accionar desplegado junto a la solidaridad con la Revolución cubana, de la que seguimos aprendiendo y, especialmente, continuamos nuestro aprendizaje de las lecciones y de la acción de Fidel.
Comandante y profesor nuestro y de tantos otros: gracias por sus enseñanzas. Los que aprendimos de sus discursos y de su ejemplo, otra vez confesamos que seguimos aprendiendo de usted para servir al pueblo hasta la muerte, sin cuartos intermedios, porque ese es el cauce que debemos seguir para que se realicen nuestros intereses individuales, junto con los intereses colectivos.

Cuba y Latinoamérica le cantaron a Fidel
Michel Hernández (2011-08-13)
Esta Serenata de la Fidelidad "no es solo un homenaje a un ser humano que reúne muchas virtudes y valores, es fundamentalmente un acto de gratitud, de reconocimiento, al líder victorioso... " y un tributo en su persona "al pueblo heroico de Cuba, a la Revolución que mantiene en alto la insignia de la dignidad puesta de manifiesto en la hidalguía de sus Cinco héroes, patriotas, cuyos espíritus nos acompañan", dijo Alfredo Vera en nombre de la familia del Pintor de Iberoamérica, Oswaldo Guayasamín, cuya Fundación organizó anoche la velada artística por el cumpleaños 85 que celebra hoy el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz.
Junto al Segundo Secretario del Partido y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, José Ramón Machado Ventura y varios dirigentes del Partido y el Gobierno cubanos, se encontraban en el concierto, de más de tres horas y media en el teatro Karl Marx, sus principales promotores: la familia Guayasamín, encabezada por Maruja Monteverde, esposa del legendario maestro ecuatoriano (1919-1999).
Vera calificó a Fidel como "hermano de la humanidad" y "eterno Comandante", en este homenaje por su "fecunda vida".
Compañeros del Comandante en Jefe en el asalto al cuartel Moncada, en la expedición del yate Granma, y en la lucha guerrillera en las montañas de la Sierra Maestra también asistieron a la gala con artistas procedentes de nueve países, al igual que familiares del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara y de los Cinco héroes antiterroristas cubanos presos en cárceles estadounidenses. Cuba y Latinoamérica le cantaron a Fidel.
 
Este sábado también cumple años, 55, René González, uno de "Los Cinco", injustamente condenado en Miami por luchar contra el terrorismo junto a Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino.
"Buenas noches, Latinoamérica, buenas noches, Cuba, buenas noches, Fidel. Su amigo del alma, Comandante, Oswaldo Guayasamín, le trae esta Serenata de la Fidelidad, y a ella se han unido artistas que vienen a cantar esta noche con la voz dulce y revolucionaria desde el fondo de sus corazones", dijo el ecuatoriano Pancho García, presentador oficial de los actos de la Fundación Guayasamín, que había organizado otras tres ceremonias de similar sentido, en Quito en 1988, y en La Habana en 1996 y en 2006. "Desde diversas latitudes de la Tierra han venido numerosos amigos y personalidades a sumar sus corazones", añadió.
"El inolvidable Che le dijo en su carta de despedida: "tu pueblo que ya es mío"... "Nosotros le decimos: la Humanidad entera es suya, hermano Fidel", concluyó Alfredo Vera antes de dar paso a la emotiva Serenata, que se prolongaría hasta pasada la medianoche, y a la que también concurrieron miembros del cuerpo diplomático acreditado en La Habana, varias personalidades internacionales, entre ellas el nicaragüense Tomás Borges, quien también está de cumpleaños este 13 de agosto y un numeroso público que copó las 5.000 butacas del teatro capitalino, en representación de todo el pueblo cubano.
Artistas emblemáticos del continente latinoamericano como el célebre cantautor uruguayo Daniel Viglietti, la folclorista argentina Liliana Herrero, el grupo ecuatoriano Pueblo Nuevo, la cantante cubana Omara Portuondo y su compatriota, el pianista Frank Fernández, protagonizaron varios momentos de alto valor emotivo en la velada, en la que se dejó escuchar el esplendor de los ritmos autóctonos de la región y la vasta riqueza cultural de sus pueblos originarios.
Durante la gala también dieron testimonio de la ética y la resonancia espiritual de sus repertorios el trovador argentino Raly Barrionuevo; el paraguayo Ricardo Flecha; el chileno Pancho Villa; el uruguayo Braulio López, del dúo Los Olimareños; los venezolanos del conjunto de música criolla Antonio Osto; la búlgara Yordanka Kristova; la peruana Marcela Pérez; y los cubanos Vicente Feliú, Manuel Argudín, Raúl Torres, Tony Ávila, Tomasita Quiala, Héctor Gutiérrez, Danilo Vázquez, Rubén Revé y los grupos Moncada, Anónimo Consejo, Buena Fe, Cándido Fabré y su banda, María Victoria, y una selección de rumberos de altura agrupados en el Team Cuba de la Rumba.
 
Granma Digital

El pueblo cubano es un pueblo noble, trabajador, alegre y amistoso
Lucha por su independencia y defiende la patria socialista*
Discurso del embajador Rafael Dausá Céspedes en el acto político-cultural en conmemoración del 58 aniversario del Asalto al Cuartel Moncada.
Cro. Álvaro García Linera, Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia
Cros. Ministros.
Senadores, diputados.
Hermanas y hermanos del movimiento de solidaridad con Cuba.
Generales y Oficiales del Alto mando militar y del Comando de la policía de Bolivia.
Cros. Viceministros.
Autoridades y personalidades bolivianas.
Queridos colegas del cuerpo diplomático.
Queridos colaboradores de la salud, de educación, trabajadores sociales.
Queridos amigos y amigas de la Revolución Cubana, cualquiera que sea su nacionalidad, y que hoy nos acompañan.
Compañeras y compañeros:
En el día de ayer, 26 de julio, se cumplieron 58 años del histórico asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes por un grupo de revolucionarios cubanos, encabezados por el joven abogado, Fidel Castro Ruz. 
El objetivo de esta acción era tomar por sorpresa ambas fortalezas militares, enviar un fuerte mensaje a la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista y al mundo, y apertrecharse del armamento necesario para continuar la lucha en las montañas de la Sierra Maestra. El asalto fracasó desde el punto de vista militar, pero significó un duro golpe político y moral  para la dictadura, que desde sus inicios contaba con el apoyo decidido del gobierno de los Estados Unidos.
5 años, 5 meses y 5 días después de ese 26 de julio de 1953, triunfaba la Revolución Cubana un primero de enero de 1959 y los cubanos alcanzábamos  nuestra verdadera y definitiva independencia.
Ese mismo día, comenzó la historia de las agresiones del imperialismo norteamericano contra nuestra Revolución: Playa Girón, la crisis de Octubre, los más de 600 intentos de atentados contra la vida del cro. Fidel, sabotajes, terrorismo, crisis migratorias, bloqueo y agresiones económicas sistemáticas y  leyes anticubanas de todo tipo. Una verdadera guerra contra nuestro heroico pueblo, que dura ya más de 50 años y que con extraordinario valor y estoicismo han enfrentado varias generaciones de cubanos.
Comenzaba  ese primero de enero, bajo el liderazgo de Fidel, la historia de la resistencia heroica del pueblo cubano contra esas agresiones.
Celebrar el 26 de julio fuera de nuestra patria siempre tiene una connotación especial. Hacerlo en Bolivia, creo que nos ofrece una posibilidad realmente única, un privilegio. Esta sagrada tierra hermana, que acogió por más de 30 años los restos del Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara y sus hombres, hoy nos recibe con un cariño, una solidaridad y una hermandad sin precedentes. Basta sólo este argumento para que todos los colaboradores y diplomáticos cubanos tengamos el deber y la obligación moral de darlo todo en nuestra labor internacionalista cotidiana en este hermano país.
Hoy, nuestra colaboración en Bolivia llega a los lugares más intrincados del país, desde Yacuiba a Cobijas, desde Puerto Suárez hasta Copacabana, hombres y mujeres de la Cuba revolucionaria, de la Cuba de Fidel y Raúl, brindan lo mejor de si en aras de un mundo mejor para Bolivia y para Latinoamérica.
Esto, lejos de envanecernos nos reafirma cada día más que Cuba no hace otra cosa que pagar esa deuda de gratitud eterna con el noble pueblo boliviano
La relación histórica entre Cuba y Bolivia se selló hace 44 años con la sangre guerrillera del Che Guevara y de muchos de sus compañeros de la guerrilla. En Bolivia hoy no solo se lucha por esta tierra. No creo exagerar al afirmar que lo que hoy hacemos en Bolivia, lo estamos haciendo por todo nuestro continente, lo estamos haciendo por toda la humanidad.
La historia de Cuba, es la historia también de otros pueblos del mundo que han tratado de independizarse del yugo imperial, es una historia vieja pero que se repite hoy día con una extraordinaria regularidad, aquí en América Latina y en otros rincones de nuestro planeta. Es la historia de Venezuela, de Bolivia, de Nicaragua, de Ecuador y de otros pueblos hermanos latinoamericanos.
Estos más de 50 años de Revolución, también han sido la historia de la cooperación internacionalista, desinteresada e incondicional de Cuba en materia de salud, educación y otras áreas, con muchos pueblos del mundo.
Nos enorgullece que Bolivia haya sido uno de los países donde esa cooperación se ha desarrollado con mayor intensidad.  Así lo demuestra la labor abnegada y solidaria de más de 1300   colaboradores de la salud, la educación y otras ramas, que hoy trabajan en Bolivia, el equipamiento de 43 hospitales de segundo nivel donado al pueblo boliviano,  49 millones de consultas médicas ofrecidas de forma gratuita al pueblo boliviano en estos últimos casi 5 años, las más de 45 mil vidas salvadas, los más de 597 mil operados de la vista.
Lo demuestran más de 824 mil personas que se han alfabetizado con el método cubano “Yo si puedo”, y las más de 174 mil que avanzan en la enseñanza primaria, los más de 13 millones de focos ahorradores que se  instalaron en diversas regiones del país. Lo demuestran los más de 5000 estudiantes bolivianos que se han formado y continúan formándose profesionalmente en nuestro país y en Bolivia bajo la conducción de profesores cubanos.
Así lo demuestra también las más de 82 mil personas con discapacidad que fueron estudiadas en Bolivia bajo la Misión Moto Méndez , formada por médicos y trabajadores sociales bolivianos, cubanos y venezolanos, en una hermosa misión latinoamericana, cuya historia, grafica de una manera tan bella el libro que nos ha presentado hoy la Dra. Odalys Bravo y que podrán todos disfrutar cuando acabe este acto.
Cuba ha mantenido en todos estos años el principio de que no donamos lo que nos sobra, compartimos con el hermano pueblo boliviano y con otros pueblos del mundo, lo poco que tenemos.  Nuestra cooperación con Bolivia, que no empezó precisamente en el 2006, aunque ciertamente se ha  fortalecido y multiplicado, no es otra cosa que pagar nuestra deuda de amistad y solidaridad con este noble y querido pueblo.
En Bolivia, tierra sagrada para todos los cubanos dignos y que nos ha acogido como a hijos, nos dedicamos por entero a la noble tarea de sanar, de alfabetizar, de ayudar, sin interferir en los asuntos internos de Bolivia. Queremos y amamos mucho a este país y su heroico pueblo para siquiera pensar en esta posibilidad.
Querido Vicepresidente Alvaro, compañeros y compañeras:
No podría terminar mis palabras sin rendir merecido homenaje a 5 jóvenes luchadores antiterroristas cubanos, quienes durante casi 13 años han guardado injusta e ilegal prisión en cárceles norteamericanas por el supuesto delito de combatir el terrorismo que desde el sur de la Florida es estimulado, apoyado, financiado y organizado por agencias del gobierno de los Estados Unidos, que a su vez, con su característica doble moral, acogen con los brazos abiertos y protegen a terrorista de la peor calaña como Luis Posada Carriles, quien ha sido cínicamente liberado ya de todo cargo y se pasea libremente por las calles de Miami.
Una vez más los cubanos tenemos que expresar nuestro más profundo agradecimiento al pueblo y gobierno bolivianos por todo lo que ha hecho y hacen en defensa de René, Ramón, Fernando, Antonio y Gerardo.
Hermanos y Hermanas:
Han pasado 58 años de aquella gesta heroica y desafortunadamente todavía hay quienes no aceptan la idea de que Cuba tiene el derecho a ser libre e independiente y a determinar su futuro soberanamente. Todavía subsisten criminales políticas de bloqueo que intentan rendir por hambre y enfermedades al pueblo cubano.
No nos perdonan que la ayuda internacionalista que brindamos a más de 70 países del mundo, sea incondicional, sea verdaderamente guiada por principios de hermandad y solidaridad.

La Cuba revolucionaria hacia la que miran nuestros pueblos de América con orgullo y admiración desde hace 52 años, avanza y se transforma de manera responsable en aras de profundizar nuestro socialismo,  a pesar de las dificultades que nos imponen un criminal y cada vez más férreo bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra nuestro pueblo, así como los permanentes desbalances de la economía mundial.
Tras la celebración exitosa este año del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, vanguardia revolucionaria de nuestro pueblo, avanzamos en medio de un proceso de ajuste a nuestro modelo económico que no es perfecto, pero que es el que soberanamente se ha dado nuestro pueblo, y que se perfecciona cada día, sin perder el camino trazado por la dirección histórica de nuestra Revolución, a la cabeza de la cual marchan victoriosos  Fidel y Raúl.
Cuba no abandonará nunca las ideas del socialismo.
11 sucesivas administraciones yanquis han soñado con la destrucción de la Revolución cubana. Los imperialistas no nos perdonan, ni nos perdonarán jamás que seamos un ejemplo de dignidad y un referente moral y revolucionario para todos los pueblos del mundo.
El pueblo cubano es un pueblo noble, trabajador, alegre y amistoso, pero es también un pueblo heroico, decidido a luchar por su independencia y por la defensa de la patria socialista que tantas vidas valiosas y tanto sacrificio han costado.
No ha sido en vano que desde hace casi dos siglos este pueblo ha honrado las preclaras palabras de nuestro Héroe Nacional de Cuba, José Martí, quien dijera “La libertad cuesta muy cara y es necesario resignarse a vivir sin ella o decidirse a comprarla por su precio”.
¡Gloria eterna a  los héroes y mártires del 26 de julio!
¡Que viva la indestructible amistad y solidaridad entre los pueblos de Bolivia y Cuba!
¡Que vivan por siempre Fidel y Raúl, Evo y Chávez!
¡Que viva Cuba!
¡Patria o Muerte, Venceremos!
Muchas Gracias.
*El título y el pre título son de Voz

Cuba: pobreza y educación:
Cuba tiene una de las tasas más altas de médicos
por habitante del mundo, pero eso no es noticia
Julián López Gallego
Cuba tiene los mejores resultados en educación de América Latina según UNESCO y CEPAL: por su tasa de alfabetización, de matriculación primaria, secundaria y universitaria o por su nivel académico (muy superior a la media de América Latina en las pruebas de lenguaje y matemáticas).
En Cuba nadie muere de hambre (su tasa de mortalidad infantil por inanición es inferior a la de EEUU). En Cuba ningún niño trabaja (a diferencia de otros países del entorno, como Uruguay o México). Según UNICEF, Cuba es el país de América Latina que mayores logros ha registrado en materia de protección de derechos en la infancia (una entrevista de Fernando Ravsberg, de la BBC, al responsable de UNICEF en Cuba no sólo atestigua eso, sino que, además, en Cuba no se falsean datos, más al contrario, se colabora estrechamente con la organización de las Naciones Unidas para la infancia).
Los barrios más pobres de la Habana no registran los niveles de peligrosidad que pueden observarse en las favelas de Brasil, en los chabolares de México DF o, por supuesto, en Colombia (donde, dicho sea de paso, se halló el año pasado la fosa común más grande de la historia de Latinoamérica, producto de ejecuciones sumariales del ejército colombiano a líderes campesinos y sindicales). Los barrios más pobres de la Habana, son, por supuesto, pobres, pero la gente que en esos barrios habita sueña con terminar su carrera y prosperar. Por eso quizás Fernando Ravsberg (enviado especial de la BBC a Cuba) reconozca en su blog que en Cuba cuesta muchísimo ver a "sintecho" sin nada que llevarse a la boca y que conoce a un número nutrido de matemáticos o ingenieros que habitan en barrios muy humildes. Por eso quizás Jordi Évole en su programa "Salvados" paseara por las calles más pobres de la Habana acompañado de Joel (líder de Orishas) sin necesidad de protección especial por parte de la policía y mientras el músico le comentaba que en esos barrios la gente pensaba en sacar su carrera para adelante para vivir mejor.
Cuba ha cumplido con los objetivos del milenio y tiene un IDH alto respetando el medio ambiente, algo de lo que no pueden presumir los países occidentales.
Pero todo eso no es noticia: todo lo que contextualiza los problemas que, sin duda, sufren en la isla caribeña, no es noticia.
Como no es noticia que en Cuba la producción musical, literaria e incluso audiovisual alcance niveles muy elevados no sólo en el entorno latinoamericano, sino mundialmente. No será, por tanto, noticia que Cuba queda por delante de España en el medallero de los Juegos Olímpicos. No será noticia la calidad del ballet cubano.
Ni tampoco es noticia que, en el último informe sobre los derechos humanos de la ONU, se reconozca a Cuba el mismo nivel de respeto por los mismos que existe en España o EEUU (sin tener en cuenta los cientos de cárceles que este último país tiene repartidas por todo el mundo, en las cuales se practica la tortura y se viola la convención de Ginebra sistemáticamente).
Ni mucho menos será nunca noticia que, en ese mismo informe, se reconocía a Cuba el más alto nivel educativo del mundo, al mismo nivel que varios estados del norte de Europa. O que, en sanidad (y sobre todo en lo que respecta a la prevención y casos de SIDA) los datos de Cuba sean mejores que los de EEUU.
No destacará ningún periodista la alta competitividad de Cuba en biotecnología y sus repercusiones favorables económicas, indicadas por la CEPAL.
Ni en las radios ni en los informativos se hablará de la persecución que sufren los homosexuales en muchos países de Latinoamérica, con peligrosísimas tasas de asesinato de personas homosexuales (como es el caso de Brasil), con prohibiciones de la homosexualidad (como es el caso de algunos estados de EEUU) o con sistemática discriminación institucional. En Cuba el CENESEX se encarga de realizar campañas por la tolerancia respecto a la condición sexual de cada cual. Se proyectan películas que tratan la cuestión de la homosexualidad como "Milk" o "Fresa y chocolate" (esta última, de producción cubana, fue emitida por la televisión pública) y se impulsan leyes en favor de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. La última conquista así lo demuestra: en Cuba las operaciones de cambio de sexo no sólo son legales, sino que además están cubiertas por la seguridad social. Cuba adolece de problemas a nivel social y a nivel institucional respecto a la homosexualidad, pero nunca al nivel del resto de América Latina o de muchos de los países de Europa del este, Asia o de algunos estados de EEUU.
No es noticia el crecimiento del PIB en Cuba en 2010 sea del 1,9% según la CEPAL, ni que, según el mismo organismo, la inflación de decreciera un 0,1% hasta situarse en 1,4% o que el déficit fiscal fuese un 3,4%(frente a un 4,8% en 2009). Un déficit fiscal que fue del 32% en Irlanda (uno de los denominados PIGS, con un crecimiento económico caracterizado por la reducción de las tasas impositivas y del gasto público) y un 6,5% en EEUU.
Tampoco es noticia que EEUU apruebe en el Senado la financiación con millones de dólares de organizaciones con vistas a "promover la democracia en Cuba" y realizar acciones contra el régimen político actual. Recordemos, por cierto, que recibir dinero de una potencia extranjera con el fin de derrocar el orden político vigente es motivo de delito en España, en Francia o en EEUU (donde las penas, son, por cierto, más duras que en Cuba).
No será publicado en los grandes medios (en propiedad de grandes imperios económicos con intereses en la industria del armamento, de la alimentación o del entretenimiento [ según Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique en España, estamos hablando de 12 grandes macrocorporaciones]) las numerosísimas condenas al bloqueo por parte de la ONU (hasta 185 Estados lo han rechazado) o los daños que este causa: impidiendo, por ejemplo, el aprovisionamiento de medicamentos o la disposición de una conexión a Internet lo suficientemente potente. Ni se mencionará que se calculan en decenas de miles de millones de dólares los efectos de un bloqueo que no responde en modo alguno a la legalidad internacional.
Resulta, por tanto, bochornoso que se criminalice de ese modo al país con la tasa universitaria más alta del mundo, al país que más voluntarios tiene colaborando en el globo terráqueo. Al país que ha supuesto y supone la estructura sanitaria fundamental de Haití, que ha ayudado a Sudán, a la Sudáfrica en que peleó Nelson Mandela, que presta su ayuda a Pakistan o que realiza, junto con el gobierno de Venezuela, miles de operaciones gratuitas de oftalmología en Latinoamérica. Un país miembro de la Comisión de los derechos humanos de la ONU.
Resulta vergonzosa la ligereza con la que se tratan los problemas que adolece esta isla caribeña, lastrada de los errores que ellos mismos cometieron y de los que les infundieron.
Pero es preciso decir que aunque su Asamblea general es de las más jóvenes de América Latina y registra el mayor número de mujeres, es cierto que falta en ella conciencia crítica. Como es cierto que en las elecciones sería preciso un debate más intenso de propuestas concretas para que no se conviertan en una revisión de la confianza del país en el proceso político y social abierto en 1959.
Nadie que conozca la realidad cubana niega la corrupción de buena parte de las cúpulas del Partido Comunista de Cuba (corrupción denunciada por algunos de sus miembros como uno de los principales problemas internos de la revolución y por el propio Raúl Castro), nadie que conozca Cuba ignorará las muchas deficiencias del diario Granma y otros rotativos (los propios intelectuales cubanos son quienes lo denuncian), nadie que conozca mínimamente a "la perla del Caribe" (así la llamó Ángel González) deja de advertir los problemas burocráticos que adolecen los cubanos, de las restricciones comerciales que sufren (y que no tienen que ver con algo esencial al socialismo, sino más bien con las circunstancias en las que se ha tenido que leer a Marx), de los problemas para salir de la isla (aunque intervengan aquí problemas económicos importantes y no tanto problemas políticos y aunque estudios ratifiquen que el índice de desplazamientos cubanos al extranjero en relación con su poder adquisitivo es uno de los más equilibrados del mundo) o de las dificultades y penurias materiales que los cubanos sufren.
"No
No tengo que cerrar los ojos para ver
no tengo que cerrar los ojos para ver
lo que es nuestra moda a go-go
nuestros peinados
nuestros estilos de bailar siempre a la
retaguardia de cualquier extranjero.
No
no tengo que cerrar los ojos para ver
no tengo que cerrar los ojos para ver
que nuestros jóvenes
quieren esas cosas
que para verlas tengo que cerrar los ojos
y pensar el futuro.
No tengo que cerrar los ojos para ver
no tengo que cerrar los ojos para verlos
ahora a ustedes apenas dentro del pequeño espacio
de mi guitarra rompiéndose el alma y las manos
para vivir en un país de buenas servilletas
pantalones de campanas sonoras
y colores que hagan palidecer a Europa
a Europa misma, sí
a Europa.
¡No tengo que cerrar los ojos para ver!"
Por eso, porque, como dice Silvio Rodríguez, no les hace falta imaginarlo. Saben lo que es la pobreza material, conviven con ella. También les gusta a ellos la ropa, los ordenadores, el juego, el baile. La diferencia es que antes de eso a su puerta ha llamado la dignidad, la solidaridad, la justicia. Tienen problemas, sí. Pero nosotros tenemos que cerrar los ojos para ver su densidad comunitaria, sus esfuerzos en educación y cultura, en sanidad y solidaridad, en deporte.
Ellos sí saben que vivir es un ejercicio de convivencia con los otros, que las relaciones humanas son las que recubren a la vida del jugo de la felicidad. Comprenden que el meollo en que se juega la vida es la posibilidad de un espacio de entendimiento y también de baile, de canción o de diálogo con el otro. Comprenden que no merecen la pena los grandes rascacielos, la tecnología punta o los coches de última gama, si los hierros que sostienen eso son un aparato de terror a escala internacional, de corrupción, de insolidaridad: paraísos fiscales, selecciones de personal, trabajo precario y temporal, inversores capaces de hundir a un país, empresas que financian y coaccionan legal o ilegalmente a los partidos políticos, trabajo infantil, financiación de dictaduras, consentimiento de prácticas ilegales en países tercermundistas y un largo etcétera apadrinado por la apabullante opulencia de unos y el mercado laboral y flexible que otros sufren. Un sistema que amenaza con someter a la universidad, al sistema de salud pública o al planeta Tierra.
Quizás por eso, podrían decirnos: "ya sabemos que somos pobres, gilipollas". Aunque no lo hacen, porque son educados. Algo de lo que no pueden presumir tantos y tantos periodistas y columnistas de grandes diarios y medios de comunicación en general.

Juventud cubana al ritmo de los tiempos
Dalia Acosta e Ivet González
Entrevista a María Isabel Domínguez, directora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de Cuba.
Conversar con María Isabel Domínguez siempre es un placer; más aún cuando, durante años y sin conocerla, se ha seguido su trabajo entre los papeles amarillos acumulados en no pocos centros de documentación cubanos.
Autora principal de importantes investigaciones sobre la juventud cubana y las diferentes generaciones que han habitado la isla en más de cinco décadas de Revolución, Domínguez se ha ido convirtiendo en una fuente de información imprescindible cuando se quiere entender qué pasa y cómo es esa juventud que habita la Cuba de hoy.
Graduada de Sociología en 1980 y doctora en Ciencias Sociológicas de la Academia de Ciencias de Cuba desde 1994, la actual directora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS)[1] acumula entre sus más importantes aportes a las ciencias sociales una sistematización de más de 300 estudios que, a mediados de la década de los ochenta, se convirtió en significativo punto de partida para la concepción y diseño del programa nacional de investigaciones sobre la juventud.
Autora de “Las generaciones y la juventud en la sociedad cubana: una reflexión sobre la sociedad cubana actual”, Domínguez accedió a conversar con IPS sobre esa juventud cubana que no pocas personas dicen que “está perdida”, mientras las más altas instancias del gobierno colocan en ella la esperanza del relevo generacional necesario que garantizará la continuidad del modelo socialista.
Defensora de la tesis de que la juventud se parece más a su tiempo que a sus padres, la directora del CIPS consideró que en la Cuba de inicios del siglo XXI ya no se puede hablar más de una juventud, sino de juventudes.
Entre generaciones
¿Cuáles son las generaciones que conviven hoy en Cuba? Y entre ellas, ¿cuáles serían las principales diferencias y semejanzas?
A finales de los ochenta hicimos un estudio de la estructuración generacional de la población cubana y encontramos la coexistencia de cinco grupos generacionales en aquella etapa. Una generación mayor, que al triunfo de la revolución ya era adulta, pero formada fuertemente por un grupo juvenil, que llevó adelante el proceso revolucionario.
Luego viene un grupo de transición que, al triunfar la Revolución, estaba en la etapa final de la infancia e inicios de la adolescencia, y que fue el que pudo aprovechar más intensamente el cambio en términos de su incorporación a la educación, de mayor participación social y política, pero incluso en su vida cotidiana y en sus relaciones interpersonales, familiares, generacionales. Fue el grupo que empezó a romper con un conjunto de tabúes en las normas de convivencia social y del que salen los primeros grandes contingentes de incorporación de la mujer al estudio y al empleo, las jóvenes que se fueron a alfabetizar y se separaron de la familia. Empieza a romperse el mito de la virginidad, a haber relaciones interraciales y una independencia en relación con la familia de origen. Es un grupo que hace una ruptura muy significativa con generaciones anteriores.
Después, ya empieza a haber una tercera generación y una cuarta generación, que son aquellos jóvenes que se socializan fundamentalmente en la década de los años setenta y ochenta. En estas generaciones, todos aquellos cambios comienzan a consolidarse; muchos de aquellos elementos comienzan a hacerse más habituales.
Son generaciones que se caracterizan por una fuerte elevación en sus niveles educativos, de calificación, donde continúa dándose un fuerte proceso de inserción laboral, de incorporación de la mujer a la vida social, pero ya para estos grupos empieza a reducirse el ritmo de la movilidad social ascendente.
Para los dos grupos iniciales se produce una movilidad social muy intensa: se forman profesionales a partir de los hijos de obreros, de campesinos, se da todo el proceso de movimiento, emigración rural-urbana y la incorporación al empleo de personas que nunca habían trabajado. Todo ese proceso de movilización e integración social para estas tercera y cuarta generación se mantiene, pero los ritmos se van haciendo más lentos e, incluso, algunos de esos procesos empiezan a tener cierta reversión o estancamiento.
Por ejemplo, se empieza a producir una cierta reproducción —autoreproducción— de la intelectualidad, de los profesionales y técnicos, en el sentido de que ya los que empiezan a formarse como universitarios no son tanto los hijos de obreros y campesinos como los hijos de aquellos primeros profesionales formados por la Revolución. Ya empieza a producirse una cierta reproducción socio clasista y los ritmos de la movilidad social comienzan a hacerse más lentos.
¿Qué pasa con el arribo de la década de los noventa, el impacto de la desintegración de la URSS y de la desaparición del campo socialista de Europa del Este, junto al inicio de la peor crisis económica de la segunda mitad del siglo XX en Cuba?
Según los estudios que hemos hecho posteriormente, esa década generó un nuevo grupo generacional. Esto es a manera de hipótesis, pues una generación es aquel grupo que se socializa en un determinado momento histórico y cuyas características de contexto y su participación, lo marcan como generación. Ahora, hasta dónde esa marca es realmente un elemento sólido que va a trascender y va a acompañar a ese grupo, no como algo coyuntural, sino típico de una etapa de la vida, es algo que sólo se puede medir con el tiempo.
En el caso de las generaciones jóvenes, siempre tienes que distinguir cuáles son los rasgos propios de esa etapa de la vida de aquellos propios de la generación; que van a quedar cuando se deje de ser joven.
Pero aún como hipótesis, consideramos que esa década del noventa ha dado lugar a un nuevo grupo generacional de transición porque la sociedad cubana atravesó en esos momentos por cambios muy significativos. Las generaciones que se conformaron entonces heredaron, mantienen y conservan muchos de los rasgos de las anteriores, pero vivieron y han estado viviendo un contexto que tiene una naturaleza diferente y que, por lo tanto, también le marca características diferentes.
A partir de la década de los noventa se perfila ese nuevo grupo generacional y ahora intentamos evaluar hasta dónde los jóvenes de hoy son aún ese grupo generacional de transición o son parte ya de otro grupo.
Esos son procesos de investigación, pero lo cierto es que las personas que vivieron sus años juveniles en la etapa más intensa del Período Especial, y que ya hoy están fuera de la juventud, tienen características específicas en el sentido estructural de sus posibilidades para integrarse socialmente, sus niveles educativos y de calificación, su vínculo con la vida social y política del país y también en elementos de su subjetividad, como pueden ser las aspiraciones y la escala de valores. Y se van produciendo modificaciones en relación con la juventud actual; es decir, con los más jóvenes de hoy.
¿Hasta dónde son todos ellos un mismo grupo generacional o hasta dónde también se están produciendo diferencias y estamos en presencia de la conformación de una nueva generación joven, que consolida algunos de esos rasgos que ese grupo de transición de los años noventa ha ido dando lugar? Como grupos de transición, estos abarcan un período de tiempo muy corto, como ocurrió con el grupo de transición de la Revolución.
¿Qué diferenció a este grupo de transición de los noventa del de los sesenta?
El grupo de transición de los sesenta fue la generación de la Revolución, la de las noventa fue la generación de la crisis y el cambio en un conjunto de direcciones del proyecto revolucionario, pero con toda la herencia acumulada por los más de 40 años vividos por ese proceso, que fue esa herencia de sus padres, en muchos casi de sus abuelos. Esa no fue la experiencia de la generación de los sesenta, que implicó un cambio completamente radical con sus antecesores.
¿Cuántas generaciones conviven en la Cuba de hoy?
Según estudios, actualmente conviven en Cuba entre cinco y seis grupos generacionales (Jorge Luis Baños-IPS).Concretamente en este momento, pensamos, están conviviendo nuevamente entre cinco y seis grupos generacionales: los más ancianos, ese grupo de transición de los años sesenta; dos generaciones posteriores, que incluso ya se van fundiendo y mezclando mucho y no hay grandes diferencias entre ellas; y luego estas generaciones jóvenes, que están en estudio para definir si se trata de una única generación o si ya hay una nueva transición hacia ésta que es la que actualmente está funcionando como juventud.
Otro elemento importante es que cada vez más es complicado hablar de la juventud, porque hay toda una diversidad social muy intensa, lo que implicaría o sería más riguroso hablar de las juventudes. Por supuesto que hay toda una serie de rasgos comunes, que están dados fundamentalmente por la identidad nacional, la identidad cultural cubana, que es una identidad muy sólida y como que sirve de gran sombrilla a todo el conjunto de identidades.
Es muy interesante, porque el otro día, durante un encuentro con un grupo de colegas que me pidieron una charla, hablábamos sobre este tema y yo les decía que muchas veces cuando le preguntas a los jóvenes “¿qué tú eres?”, te dicen “cubano” o “cubana”, antes de decirte yo soy joven o soy mujer, estudiante o habanero. Antes de darte otras identidades en ese conjunto de identidades múltiples que todos portamos, el peso mayor de las respuestas va en esa dirección nacional y después viene todo lo demás. Y esa identidad, por supuesto, sirve de gran sombrilla y unifica esa diversidad de identidades.
Pero aún en esos elementos comunes también hay grandes diferencias que están dadas por varias estructuras o criterios diferenciadores. Está el tema del género, que marca diferencias entre ser joven mujer o joven hombre, y también el tema territorial marca con mucha fuerza esa manera de ser joven: urbano, rural, de la capital, de otras provincias del interior o, incluso, dentro de la propia capital, jóvenes de municipios céntricos o de la periferia.
Son condiciones que marcan diferencias de posibilidades y de integración social, pero también de orden subjetivo: gustos, preferencias, aspiraciones.
También hay otros elementos diferenciadores que tienen que ver con la raza, con la extracción social de la familia, los niveles educativos alcanzados por esos propios jóvenes.
Un elemento que está causando grandes diferencias, según el nivel educacional, es todo el tema de las relaciones de pareja, el inicio de esas relaciones, la maternidad o paternidad, las edades de esa maternidad o paternidad. Se van marcando todo un conjunto de elementos que no es que sean nuevos: esas diferencias siempre han existido y han estado marcadas, pero se va haciendo muy patente esa diversidad al interior de la juventud.
En algunas investigaciones hemos indagado sobre qué creen que predomina entre la juventud cubana: ¿las similitudes o las diferencias? Aunque hay un cierto equilibrio en la valoración de muchos en considerar que predominan las similitudes, los elementos que lo fundamentan son como más cliché: somos jóvenes, cubanos, tenemos los mismos gustos.
Sin embargo, a la hora de fundamentar las diferencias, hay toda una elaboración mayor: no tenemos las mismas condiciones de vida, los mismos accesos, no todos tenemos los mismos gustos, depende de la extracción social, del territorio donde vivimos.
Realmente hay una mayor elaboración para las diferencias y hay una conciencia mayor de esas diferencias que en generaciones anteriores. Al mismo tiempo, se nota un predominio del tema socioeconómico en la definición de las diferencias, un elemento surgido fundamentalmente en la década del noventa hacia acá. Entre los recursos de los que disponemos, las posibilidades de acceso que tenemos en función de esos recursos, la diferenciación socioeconómica está siendo vivenciada.
Aspiraciones y compromisos
En los estudiantes de todos los niveles las aspiraciones sociopolíticas siguen teniendo un peso alto, afirma la investigadora (Archivos IPS Cuba).En todo este tiempo, ¿cómo se han movido las aspiraciones de las generaciones jóvenes?
En el grupo de estudio sobre juventud del CIPS estamos haciendo estas investigaciones desde mediados de la década del ochenta, y eso nos ha permitido hacerle un seguimiento a lo largo de más de tres décadas: los ochenta, los noventa y los 2000.
Cuando contrastamos la visión de aspiraciones que nos dan esos grupos, apreciamos varias modificaciones o movimientos en ella. En los años ochenta, la principal aspiración era la superación; era la número uno para la absoluta mayoría de las y los jóvenes de cualquier grupo social y territorio del país. Jóvenes campesinos, de zonas rurales, algunos con nivel de sexto grado y ya con varios años sin estudiar, te decían que su principal aspiración era convertirse en un profesional, que podía ser un médico o abogado. Era como un imaginario social al que había que acceder.
En segundo lugar, estaban las aspiraciones referidas a la familia, tanto la de origen como la conformación de su nueva familia. Encontrar pareja, casarse, tener hijos, la salud de los hijos.
En tercer lugar, se encontraban las aspiraciones sociopolíticas, en dos direcciones, tanto las que tenían que ver con aspiraciones individuales: ser militante de la UJC, el Partido, formar parte de una organización, cumplir una misión internacionalista, ser destacado, ser vanguardia; como de naturaleza más social: que se acabe la guerra, el futuro del socialismo.
En cuarto lugar, venían las aspiraciones de condiciones materiales de vida: tener una vivienda, equipamiento, ropa, calzado y, en quinto lugar, las aspiraciones referidas al trabajo: encontrar un puesto en lo que me gradué. Esos fueron los años ochenta.
En los noventa, esa estructura de aspiraciones tuvo modificaciones. Pasaron a primer lugar las aspiraciones referidas a la familia, lo que se justifica porque fue un momento de mucha tensión, donde la familia fue una fuente de apoyo, refugio y mecanismo de solución de dificultades.
En segundo lugar, se situaron las condiciones materiales de vida, también lógico en la situación de carencias y escaseces que se vivieron en esa época.
Las aspiraciones de superación se colocaron en un tercer lugar, incluso con una cierta selectividad: ya no era estudiar cualquier cosa, sino determinados tipos de carrera —idiomas, computación, economía—, aquellas que permitían en aquel contexto algunas condiciones de inserción social, laboral, económica, más satisfactoria.
En cuarto lugar, aparecieron un conjunto de aspiraciones que nosotros llamamos de satisfacción espiritual, como tener tranquilidad, felicidad, paz, bienestar, no estar estresada y que también eran lógicas en un contexto tan complejo y tensionante como fue la década de los noventa.
En quinto lugar se mantuvieron las aspiraciones de trabajo y pasaron a sexto las aspiraciones sociopolíticas, con un peso fuerte las de naturaleza más general. Por ejemplo, fue muy típico que "la revolución logre estabilidad", que volvamos a una situación similar a la anterior al Período Especial…era un poco la añoranza de la estabilidad política de los ochenta.
 Luego, en los años 2000, algunas de estas tendencias se han ido modificando y otras consolidando. Encontramos que se mantienen, en primer lugar, las aspiraciones referidas a la familia, recuperan un poco su lugar las aspiraciones de superación: no hay que olvidar que la década de los 2000 trajo una serie de programas sociales, encaminados a potenciar la inserción educativa de la juventud, a potenciar de nuevo la posibilidad de hacerse universitario en todos los sitios del país, y, por lo tanto, se recupera no sólo cuantitativamente, y vuelve a diversificarse ese panorama ya no tan selectivo de determinadas carreras, sino el deseo de ser profesional, estudiar una carrera universitaria, o sea, la educación como valor.
En tercer lugar, condiciones materiales de vida que cambian su lugar en relación con los noventa. Se mantienen en cuarto lugar las aspiraciones de corte espiritual y en quinto aquellas relativas al
trabajo, mientras las aspiraciones sociopolíticas no alcanzan un peso suficientemente fuerte como tendencia para ubicarlas en un lugar.
Aquí estamos hablando de promedios, unificando grupos sociales y territorios diversos. Ese es uno de los elementos que también fundamentan esa diversidad de juventudes, porque para determinados segmentos, las aspiraciones políticas sí siguen teniendo un peso importante, pero luego, cuando vemos el promedio, hay una cierta desilusión.
¿Qué segmentos más o menos?
Por ejemplo, en los estudiantes de todos los niveles de educación —media y superior, preuniversitario, politécnico, universitario—, las aspiraciones sociopolíticas siguen teniendo un peso alto. Pero se observa una mayor diversidad tanto en las que tienen que ver con su proyección personal, como las de un corte más nacional o internacional, en relación con los sistemas políticos internacionales, la guerra, la paz…
En otros segmentos, ya de niveles educativos más bajos y de jóvenes insertados en el trabajo, esas aspiraciones van quedando relegadas, teniendo un peso mayor aquellas de naturaleza más individual, que tienen que ver con la familia, las condiciones de vida, su tranquilidad, incluso su superación personal, sin que esa superación sea vista también en una proyección social más general. Aspiraciones de las generaciones jóvenes de Cuba en tres décadas:
1980
1. Superación
2. Familia
3. Aspiraciones sociopolíticas
4. Condiciones materiales de vida
1990
1. Familia
2. Condiciones materiales de vida
3. Superación
4. Satisfacción espiritual
5. Trabajo
6. Aspiraciones sociopolíticas
2000
1. Familia
2. Superación
3. Condiciones materiales de vida
4. Satisfacción espiritual
5. Trabajo
Aquí llaman la atención varias cosas. Primero, el peso de la familia que, en cualquier circunstancia, está siempre en los primeros lugares, algo que marca la dinámica de las relaciones sociales. Esto es significativo también si se tiene en cuenta que no es una familia tradicional, sino una familia que ha vivido una gran cantidad de cambios en su funcionamiento. Sin embargo, tiene un peso muy fuerte como referente para la juventud.
El tema de la superación se mantiene en los primeros lugares, aunque en la década de los noventa hubo una cierta pérdida, devaluación de su importancia. Van ganando peso aspiraciones como las necesidades materiales de vida y la sensación de tranquilidad, de bienestar.
Algo que llama mucho la atención en la inmutabilidad de las aspiraciones laborales. Tiene mucho que ver con lo que se está hablando en el país de la necesidad de rescatar el significado del trabajo para las personas y la vida de la sociedad, porque estamos viendo lo mismo en los años ochenta —cuando el trabajo tenía un significado material e implicaba un salario que permitía determinado nivel de vida, que en la década de los 90 cuando el trabajo formal perdió realmente su significado ante la pérdida del valor del salario.
Y luego en los años 2000, aunque hay un proceso de recuperación del trabajo y el salario en algunos sectores y ramas, sigue manteniéndose en el mismo nivel, sin estar entre las aspiraciones prioritarias. Siempre ha estado presente, pero en ninguno de los momentos estudiados, ni antes ni durante ni después, ha habido un peso importante del significado del trabajo para las aspiraciones y la vida de la juventud, un síntoma que tiene mucho que ver con el funcionamiento de la sociedad.
Otro elemento es cómo ha ido perdiendo peso y diversificado el tema sociopolítico en la escala de aspiraciones. Muchas de estas personas luego tienen una práctica política concreta: pertenecen a organizaciones y tienen incluso una vida promedio, pero eso no está teniendo un peso para ellas. Yo creo que eso también tiene mucho que ver con hasta dónde esa inserción y prácticas políticas implican un compromiso activo o es una cierta práctica más formal.
¿Cómo se ha movido el compromiso con la Revolución si se miran las diferentes generaciones jóvenes que se han sucedido en estas décadas?
Las generaciones se definen un poco por la actividad social que desarrollan en una etapa, que es clave en su socialización, y esa actividad social está condicionada por el contexto en que vive y se desarrolla. Hay un conjunto de frases como "los jóvenes se parecen más a su tiempo que a sus padres". Está dado por el hecho de hasta dónde ese contexto marca la forma en que cada generación joven se inserta en esa vida social y la construye y reconstruye.
El proceso de sucesión generacional es dialéctico, de continuidades y rupturas. Hay fórmulas que son funcionales en determinado contexto y dejan de serlo en otro; por lo tanto, cada nueva generación retoma de la herencia y a la vez elabora, construye y crea nuevas maneras de acercarse a esa etapa de la vida en la que le toca vivir. Eso es la historia de la humanidad.
En Cuba, aunque estamos hablando de un período de 50 años —que es muy corto para la sucesión generacional—-, ya hablamos de tres o cuatro generaciones: los abuelos, los hijos, nietos y bisnietos.
Aunque hay un contexto, valores y prácticas comunes, también hay variaciones y necesidad de reajustes, reconstrucciones y recreaciones de esas maneras de pensar, hacer, acercarse. Yo creo que sí: nuestra sociedad está necesitada de esos ajustes permanentes, pues muchas veces estamos muy atados a maneras ya aprendidas de hacer, a fórmulas que dieron resultado en un determinado momento, pero que las entronizamos como permanentes e inmutables.
También las prácticas de nuestras organizaciones, y particularmente las juveniles, dan un tratamiento demasiado homogéneo a grupos sociales que son diversos y cada vez más diversos. Justamente, esas maneras de hacer tan iguales a veces son válidas y bien asumidas en unos determinados contextos y grupos, y no lo son en otros.
Son organizaciones que tienen maneras de funcionar, lo mismo para los jóvenes universitarios de la Universidad de La Habana, que para los jóvenes “anapistas” [2] de Mayarí [3]. No quiere decir que sean diferentes en su capacidad para hacer y actuar, simplemente que están en contextos diferentes y lo que les inquieta, necesitan, su concepción de la vida, a lo que aspiran, es diferente.
Eso se ha manifestado en muchos espacios, incluso en congresos de organizaciones, pero cuesta llevarlo a la práctica y se mantienen maneras muy estandarizadas, homogéneas, para todos los grupos juveniles y muy poco innovadoras con respecto a generaciones anteriores.
Evidentemente, eso desestimula el interés por incorporarse a muchas de esas actividades o ver la manera en que pueden aportar a la vida social. Aun cuando todo eso es así, hay un cierto desinterés de grupos juveniles por la participación social, más allá de aquellas cuestiones del pequeño grupo, lo individual, familiar.
Sí, evidentemente, hay que buscar nuevas maneras de motivar, estimular el compromiso de la gente joven con su entorno, incluso más allá de los planteamientos políticos: con su comunidad, el medio ambiente que los rodea, con la convivencia, sus espacios más cercanos. Creo que hay que insistir en los temas de compromiso y responsabilidad social de la joven generación con su medio, con su entorno ambiental y social.
¿Estaríamos ante un fenómeno cubano o más universal?
Generalmente, nos miramos mucho internamente y nos creemos que los problemas son sólo nuestros, cuando se trata de una tónica de la época. Si miramos la dinámica generacional a nivel internacional, desde el triunfo de la Revolución cubana para acá, podríamos ver tendencias relativamente comunes y diría que, en el caso de Cuba, el proceso de compromiso social y político de nuestras juventud es mucho más alto que en otros países.
De una generación joven de los años sesenta, que a nivel internacional fue reivindicativa e involucrada en la transformación de la sociedad, fuimos pasando a unas generaciones que cada vez se fueron desentendiendo más, hacia unos años ochenta y noventa en que se hablaba del “pasotismo” de la juventud, porque los jóvenes decían: “Yo paso”.
Los jóvenes “pasotas” estaban centrados en su bienestar individual, en superarse profesionalmente, encontrar un trabajo, adquirir un nivel de vida y convertirse en un ser acomodado en esos contextos, sin cuestionarse el orden social y político imperante.
De los años noventa hacia acá, se han ido marcando algunas diferencias en eso, sobre todo con los movimientos sociales y antiglobalización, pero esos son movimientos de minorías. El gran promedio de la juventud en la mayor parte de los países, tanto del primero como del tercer mundo, viven refugiados en la solución de sus intereses personales. Algunos con un nivel de presión por la precariedad de esas condiciones, otros con mejores posibilidades, pero la mayoría muy centrados en esos temas individuales, familiares y también en prácticas sociales más culturalistas. La inserción social va más en el sentido de la cultura, la interacción vía nuevas tecnologías y, a lo sumo, preocupaciones ambientalistas.
Hay mucho descrédito internacionalmente entre la juventud de las formas tradicionales de hacer la política —partidos, organizaciones, procesos electorales— y, por lo tanto, la mayor parte no se quiere comprometer ni está interesada en formar parte de esos procesos. Son relativamente reducidos los grupos que están buscando formas alternativas de hacer la política.
En el caso cubano, el hecho de que de los años noventa para acá hayamos aumentado nuestros vínculos con el contexto internacional, también acerca a nuestros jóvenes hacia esas otras miradas que tiene la juventud en otras partes del mundo.
El incremento del turismo, el contacto directo, las mayores posibilidades de viajar y conocer y, por supuesto, el acceso a Internet y otras vías de comunicación hacen que haya un conocimiento mucho más cercano y cotidiano de otros contextos, que también acercan a la juventud a esas otras tendencias y maneras de mirar el mundo.
Eso habría que leerlo en dos direcciones: por un lado, hace que nuestros jóvenes vean otras maneras de interactuar y comportarse y tengan otros puntos de comparación y de referencia.
Por otro lado, el hecho de que nuestra juventud, aun con todo un conocimiento mayor de ese contexto que viven otros jóvenes en otras partes del mundo mantenga sus niveles de adscripción política y compromiso con prácticas más tradicionales de funcionar, también habla en favor de una credibilidad de esas instituciones y organizaciones, más allá de su deseo de cambiarlas, modificarlas, ajustarlas más a las características de su momento.
Mientras en otras partes es habitual oír “a mí no me hables de política u organización para militancia política”, no es el caso de la juventud cubana, que da crédito y siente que tiene un sentido formar parte de esos procesos. Si algo ha cambiado en las últimas décadas en Cuba es la mirada sobre la emigración,
¿Las generaciones jóvenes estarían viendo la opción de emigrar como algo más normal que sus antecesoras?
El tema de la emigración también es tan viejo como la humanidad. Una de las razones históricas que más peso ha tenido ha sido buscar mejores condiciones de vida.
¿Qué es lo que es nuevo de esta época?
La magnitud de esos procesos, el crecimiento a nivel internacional de las corrientes migratorias, dadas justamente por dos razones fundamentales: el proceso de desigualdad social, la brecha entre ese primer y tercer mundo es cada vez mayor; y, por otro lado, el incremento de las vías para conocer esas opciones, como para acceder a ellas.
En la época de mis abuelos, la gente no conocía ni siquiera la provincia de al lado. Ahora ven vía televisión o, los que pueden acceder, por Internet, lo que está sucediendo en el otro lado del mundo. A esa demostración de las posibilidades que existen en otros contextos se suman las condiciones de comunicación y transportación que facilitan extraordinariamente los movimientos.
Las corrientes migratorias han tenido históricamente un alto peso de jóvenes, cosa absolutamente comprensible: son las personas menos comprometidas con el pasado, pero también las más arrojadas y decididas a abrirse camino, a ver qué pasa: tienen más por vivir que vivido y el riesgo se corre con mayor facilidad.
En este momento, las cifras de migrantes del sur al norte y las cifras de los jóvenes que emigran de un país a otro son extremadamente altas. En el caso de Cuba, el proceso no debería ser visto para nada de una manera diferente a lo que está pasando en el mundo.
En primer lugar, porque Cuba es un país de ese tercer mundo, con escasas posibilidades económicas, muchas dificultades, gente muy preparada que ha elevado su nivel de aspiraciones y que, por lo tanto, ante ese conocimiento de la existencia de otros espacios de mejores condiciones materiales de vida, pues es absolutamente natural que deseen acceder a ellos como un joven de cualquier otro contexto.
¿Qué es lo que pasa en el caso cubano?
Durante muchos años, el proceso de la emigración ha estado muy politizado, como resultado del acoso a Cuba, la existencia de una comunidad emigrada con un fuerte componente político, que ha continuado dándole ese carácter al proceso de emigrar.
Pero cada vez más el proceso migratorio cubano pierde ese componente político y se va asumiendo como una alternativa más de buscar un espacio de vida, a veces real o imaginado. Ese espacio imaginado está definido desde el hecho de que, geográficamente, somos una isla, hasta que hay todo un conjunto de limitaciones y dificultades para hacerlo más natural, lo que hace que se convierta en algo más magnificado, como una opción más magnificada en el imaginario juvenil.
Si analizas los comportamientos reales de la emigración, en los últimos años ha habido una tendencia creciente; pero si miras lo que representa quienes emigran de Cuba con respecto a su población y lo comparas con los que emigran de países vecinos, la emigración cubana no es alta.
Ha tenido una dinámica creciente por una apertura de viajar que antes no había, por matrimonios con extranjeros o permisos de residencia y trabajo, entre todo un conjunto de otras opciones que no son sólo la salida definitiva del país.
En las investigaciones encontramos un grupo de jóvenes que desea emigrar, pero lo que más desean los jóvenes es viajar; es decir, ir a otros sitios, conocer y poder regresar. La tendencia no es a emigrar, sino a viajar; algo que se ve como difícil de lograr.
Psicológicamente, las cosas más difíciles son las que más se desean. Es curioso porque lo encontramos incluso en jóvenes de zonas rurales. Es como un sueño, que no es lo que moviliza tu conducta, pero sí el gran sueño de lo que quisiera hacer pero no voy a lograr. En Cuba se le da una connotación a un fenómeno, que es natural en el mundo de hoy.
El contexto actual puede aportar un cambio para los jóvenes en el sentido de cómo insertarse en las nuevas circunstancias (Jorge Luis Baños-IPS).Cuba está viviendo un proceso importante de reajuste, que pasa por repensar nuestro modelo de desarrollo y no pocas políticas.
¿Hasta dónde participa la juventud de estos procesos y hasta dónde sus intereses están siendo incluidos?
Como parte de la discusión masiva del proyecto de los Lineamientos de la Política Económica y Social [4], se abrió un espacio también para escuchar las opiniones de la juventud. El documento, que se discutió en las brigadas de las organizaciones estudiantiles y en la Unión de Jóvenes Comunistas, sí tiene un impacto sobre el futuro de la juventud, pero es sólo un primer momento en todo ese reajuste, centrado fundamentalmente en lo económico.
Luego, en 2012, vendrá una conferencia del Partido donde se tratarán los temas también de la organización política de la sociedad y del funcionamiento de las organizaciones, momento en que creo habrá más espacio para discutir cuestiones como representatividad de las organizaciones de los intereses juveniles y acercarse más a las características de la juventud de esta época. Se trata de cómo implementar todo esto en la práctica. Sí, en los documentos y los lineamientos nos dan una línea de acción, pero cómo esa línea se materializa en la práctica.
El momento es interesante en el sentido de que se están repensando las maneras en que hasta ahora se han hecho las cosas y se está mirando en otra dirección, en el sentido de darle un impulso al funcionamiento de la sociedad y al despliegue de las fuerzas productivas, porque el gran problema de esta sociedad es qué vamos a producir y de qué vamos a vivir.
Todas estas nuevas medidas pueden sacudir un poquito esa mirada generacional de los jóvenes de los últimos 40 años —atravesada por contextos tan diferentes como los ochenta, noventa y 2000—, y que ha hecho que el tema del trabajo sea tan inmutable. Da igual si sirve o no, si me reporta o no, para mí no es una prioridad, como joven.
El contexto actual tiene que sacudir esa tendencia en la sociedad y el trabajo tiene que ser una prioridad por lo que permita lograr en lo individual y lo social. El contexto actual puede aportar un elemento diferente y de cambio para esa generación en el sentido de cómo insertarse en esas nuevas circunstancias.
Habrá que estudiar, de ahora en adelante, cómo esos nuevos espacios son vistos por los jóvenes, si son usados o no. Hay que monitorear el impacto del proceso de reajuste laboral sobre la juventud. Si el criterio del reajuste es la idoneidad, ¿qué significa la idoneidad en los jóvenes? Puede ser que para algunos casos seamos más idóneos, mejor preparados.
Por otro lado, puede ser que no sean los más idóneos porque no tienen experiencia en el desempeño laboral. Hay que monitorear el impacto de los cambios en la educación para una generación en la cual se ha vuelto a despertar el interés por el acceso al nivel superior cuando se va a potenciar el acceso a técnico medio y obrero calificado.
Es un momento que abre oportunidades para la juventud, pero hay que darle seguimiento porque impactos va a tener. ¿Cómo lo asumen y en qué medida lo respaldan, lo transforman, lo convierten en una oportunidad o no? Eso es un proceso a estudiar en lo adelante, pero la tónica general es de un momento de oportunidad para insertarse socialmente de una manera diferente.
Género y diversidad: viejas y nuevas relaciones
Los años noventa tuvieron un impacto fuerte en la población cubana y, entre otras tendencias, se habla de retrocesos en materia de género. ¿Comparte esa tesis?
Durante décadas, después del triunfo de la Revolución, se abrieron muchas posibilidades sociales para la incorporación de la mujer a la vida pública, al estudio, al empleo, a la participación, y las mujeres aprovecharon esas oportunidades y se colocaron en ese espacio social.
Pero, como todos sabemos, sin abandonar el otro espacio que ocupaban en la vida doméstica, proceso que la crisis de los años noventa reforzó, por todo el tema de las escaseces y las visiones culturales que tenemos. Habían cambiado mucho las prácticas, pero no las nociones culturales que había detrás de esas prácticas. Ante situaciones críticas, se recurre a lo conocido: la mujer es la buena ama de casa, administradora, la que puede llevar el control de hogar.
Por otra parte, yo creo que la mujer de todas formas ha hecho un cambio cultural mucho más acelerado e intenso que el que hizo el hombre, y aquí estoy hablando sobre todo del cubano, porque creo que esto es un proceso internacionalmente muy diverso.
En el caso cubano, el hombre ha tenido que admitir que el proceso ha sido un mal necesario y lo ve como algo sin alternativa, y no porque realmente lo comparta o esté lo suficientemente convencido de que tiene que ser de esa manera. Y esta reacción es comprensible porque es el grupo que tenía el poder en esa relación, se ve desplazado y no cede los espacios voluntariamente. Esta tendencia se ha sentido mucho en la vida social y en la estabilidad de la familia: ha generado rupturas familiares, procesos de divorcio, mujeres solas y una sobrecarga en la mujer.
En algunos casos, incluso, el desarrollo de la mujer en el espacio público se ha convertido en un detonante de la violencia de género.
Por supuesto, el hombre puede llegar a sentir que se le está arrebatando su poder, su preponderancia; por lo tanto, quiere mantenerlo a toda costa. En las mejores circunstancias, hay un proceso de adaptación o aceptación; en los casos en que no es posible, llega a la ruptura; pero cuando ofende su masculinidad, se recurre a estos mecanismos de violencia para tratar de imponer el orden tradicional.
Volviendo atrás, para las mujeres de las generaciones de los sesenta, setenta y hasta los ochenta éste fue un proceso incressendo: mi meta es la independencia personal, profesional, económica, mi autonomía. A partir de los noventa, sin embargo, se ve cierto estancamiento y, en algunos casos, hasta retroceso entre las generaciones jóvenes.
La crisis económica ha generado, en segmentos de la juventud, la búsqueda de opciones de aseguramiento material, entre ellas la relación de pareja que dé garantía económica. La más típica fue el matrimonio con un extranjero, pero también con cubanos en posiciones económicas más ventajosas.
Por otro lado, también se ve una cierta saturación, en el caso de las mujeres jóvenes, de la experiencia de sus madres: una visualización de la vida de sus madres en negativo. ¿Qué ha logrado esa madre liberada? Ha logrado ser una mujer sacrificada, trabajando todo el tiempo, en la calle, en la casa, manteniendo a la familia. Sí, muy liberada e independiente, pero al final esclava de todo y de todos, sin disfrutar de su vida, envejeciendo, no pudiendo ocuparse de su presencia física, de su descanso, de su disfrute…muy realizada profesionalmente. Al final, ¿qué?
Y se ha dado un modelo de oposición a esa imagen, de ruptura: no quiero ese modelo, quiero ser ama de casa, madre de familia; tener un marido que gane dinero, me lleve a pasear y me permita pasar la vida bien. Esto es un elemento complejo.
¿Y en el caso de las mujeres que sí siguen optando por seguir un camino de desarrollo profesional?
En ese grupo también se está dando otro proceso, que tampoco es generalizado, de oposición al modelo que representaron las generaciones de las madres de las actuales jóvenes. Y este es uno de los elementos que está diferenciando mucho a la mujer joven cubana hoy, en el sentido de que está como polarizándose mucho, quizás más, que en los jóvenes varones.
Es importante recordar que la educación superior está altamente feminizada en Cuba, en una tendencia que empezó a marcarse en la década de los ochenta y en los 2000 se ha ido fortaleciendo, incluso con las sedes universitarias municipales. Este programa logró modificar la composición de la extracción social y racial del estudiantado universitario, pero no logró estabilizar la composición de sexos: siguieron predominando las mujeres.
Entonces, hay un polo de mujeres altamente preparadas, calificadas, con niveles educativos más altos que sus pares varones; pero en el otro polo tenemos jóvenes que han terminado estudios medios y no han continuado estudiando, no trabajan y su aspiración es esa de ser una buena ama de casa, casada con un buen partido.
En el medio de esos polos, está toda la gama que va de un extremo al otro. Esa diversidad es más notable también en el caso de las mujeres que en el caso de los hombres.
¿Cuáles serían los rasgos que estarían caracterizando el polo de las jóvenes con alta calificación?
En el caso de las mujeres más preparadas, el comportamiento va en otras direcciones: postergar el inicio de las relaciones de pareja y la maternidad e, incluso, cuestionarla; y establecer relaciones de pareja sobre bases más equitativas entre las dos partes. Son mujeres con una vida social y un interés en esa vida social, en los más altos niveles de educación e inserción laboral, con un deseo de tener reconocimiento y protagonismo y, al mismo tiempo, tener una vida familiar de otra manera.
Mientras los hombres valoran la belleza física para la elección de la pareja, las mujeres señalan la inteligencia, lo que demuestra la permanencia de patrones tradicionales (Archivos IPS Cuba).
Y a la hora de elegir pareja, ¿ha habido algún avance o se siguen reproduciendo los estereotipos de género?
A finales de la primera mitad de los 2000, lo más significativo fue constatar las diferencias de género a la hora de elegir pareja y valorarlas. Mientras los hombres le dan importancia, entre los valores fundamentales, al gusto o a la presencia física, la belleza de la mujer y luego a sus valores, las mujeres le dan el peso fundamental a la inteligencia, la capacidad y los valores, priorizando la honestidad y la fidelidad. En primer lugar, para ellos está la belleza y para ellas, la inteligencia.
Ese es un estudio entre jóvenes universitarios y es significativo cómo se siguen manteniendo los patrones tradicionales en la valoración de unos y otros. Nuestros jóvenes varones todavía siguen valorando fundamentalmente la belleza física.
Un tema que ha emergido con fuerza en Cuba en los últimos años es el de la raza y la discriminación por motivos raciales. ¿Cómo marca el tema racial esa diversidad de juventudes de las que estamos hablando?
El tema racial en Cuba no se da puro, se da muy mezclado con lo clasista, socioeconómico y territorial. Si vas a un grupo de estudiantes, no vas a encontrar diferencias de ningún tipo en sus intereses, gustos y participaciones por color de la piel.
Cuando encuentras aquí a los jóvenes negros y mestizos, que no son mayoría en los niveles educativos más altos, proceden en gran parte de familias de profesionales. Los elementos que los caracterizan no son tanto el tema racial como su extracción social y lugar de residencia.
En otros casos, cuando vas a grupos de jóvenes donde hay un predominio de negros y mestizos con comportamientos sociales y prácticas culturales determinadas, ves que son jóvenes de procedencia social de menor nivel económico, fundamentalmente obrera; encuentras muchas  madres que no trabajan, familias incompletas y concentradas en determinados territorios del país.
Las diferencias raciales se ven en ocasiones cuando están dadas por las diferencias económicas, clasistas, territoriales que están asociadas a ella. Por supuesto, ¿cuál es la composición racial que se da en esas clases? En los sectores profesionales hay un porcentaje menor de población negra y mestiza que a nivel de la población, aunque en determinadas zonas del país o provincias eso cambie.
Después, hay barrios o áreas que tienen un mayor peso de población negra y mestiza, que generalmente está asociado a zonas de bajo nivel socioeconómico, asentamientos que vienen de una historia previa a la Revolución, donde viven personas con características culturales relativamente comunes y con un peso en las tradiciones de origen africano. Así, hay una mezcla de todos estos elementos que no puedes decir que están propiamente condicionados por el elemento racial.
Sin lugar a dudas, cuando ves el cruzamiento de todas esas condicionantes, encuentras diferencias de comportamiento y de inserción social marcadas por el color de la piel.
Notas:
[1] El CIPS es un centro de investigación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba.
[2] Integrante de la ANAP (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños).
[3] Localidad montañosa de la provincia de Holguín, a más de 700 kilómetros de La Habana.
[4] Documento aprobado en abril de 2011 durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.


Crónica de viernes
Hemingway y Pablo
Amado del Pino
I
Por primera vez disfruto de los San Fermines en Pamplona. Gracias a la gentileza y el afán de la familia Berasategui mi mirada va algo más allá de la simple mirada rápida o turística. Comparto sus recuerdos, sus anécdotas, las tradiciones familiares que escapan al visitante ocasional. Hasta me hacen un sitio en la mesa del mediodía del 7 de julio, fecha exacta del Santo Patrono y pretexto inmejorable para estar juntos, recordar, intercambiar a la sombra de San Fermín.
Hemingway junto al torero español Dominguín, Bilbao, 1958
Muy emocionante resulta la arrancada de la fiesta con el llamado chupinazo, un cohete sonoro, un fuego artificial que a las doce en punto del día congrega a buena parte de la ciudad vestida con el tradicional blanco y rojo, levantando al aire un pañuelo que hasta ese momento ha estado resguardado en la muñeca y pasará al cuello cuando el alcalde declare que la semana de toros, tragos, conciertos y risas acaba de empezar. A mi lado, mi cuñada Tamara que va por tres o cuatro San Fermines y ha encontrado en esta ciudad verde y generalmente tranquila el amor y una nueva familia. Recordamos cuando veíamos juntos en Centro Habana algún fragmento de los llamados encierros y no entendíamos ese afán de correr delante de los cuernos de los toros año tras año. Ahora Patxi, Maika, Virgita, Ignacio, iñigo... nos acompañan con la naturalidad de quien ha crecido entre estos afanes. Julia —la encantadora madre de la familia— atesora los periódicos de otras ediciones y resguarda los atributos de la fiesta para ofrecer a los suyos o hasta a un gordo visitante. Antonio —a su lado, hará pronto cincuenta años— corta con destreza el pelo que me sobra y me da naturales y nada retóricas lecciones de frutas, palabras y costumbres. Juntos descubrimos el nombre de Belascoaín, un pequeño pueblo que debe tener que ver con una de las más habaneras y populosas calles que le describo desde mi pertinaz melancolía.
Fue el gran escritor norteamericano Ernest Hemingway el que dio naturaleza internacional a las fiestas veraniegas de Pamplona. Los organizadores y en general la gente de la ciudad no olvidan esas circunstancias. Llama la atención —en estos tiempos en que la literatura y el arte son mirados por encima del hombro por algunos y por otros abiertamente con desprecio— que apartir de la novela Fiesta, el llamado dios de bronce de la literatura norteamericana propiciara que desde diversas plazas del mundo, muchos miles de visitantes asalten cada año la capital de la Comunidad Foral de Navarra, repletando sus calles y dando un impulso a su economía.
En la televisión española entrevistan al nieto del autor y —en buen español— se identifica como uno más en estas jornadas de jolgorio y desenfado. Su abuelo dio una pista para entroncar con una tradición y permitirse un baño veraniego en este río de color, en esta fiesta de los sentidos.
En Cuba, Hemingway no colaboró con ninguna tradición de "tierra firme" pero desde las páginas de El viejo y el mar, puso más en el mapa a nuestra hermosa costa de Cojímar. Al cumplirse los 50 años de su muerte, investigadores, familiares y admiradores volvieron por la preciosa Finca Vigía para continuar legitimando la importancia de nuestro país en la obra del autor de Adiós a las armas.
II
Hablando de aniversarios, el próximo diciembre se cumplirán 110 años del nacimiento de otro formidable escritor. Como el norteamericano, vitalista y atleta; también como Hemingway, Pablo de la Torriente Brau, supo combinar literatura y periodismo.
Debo confesar que suelo disfrutar más las prosas de Pablo que buena parte del legado del estadounidense. Sus cuentos siguen siendo ejemplares, pero con los años uno adivina más de una trampa, una costura, hasta la punta de una concesión en sus novelas. Pablo no entró y salió de varias guerras con trofeos y anécdotas; le tocó morir temprano en la España a la que vino a pelear para salvar las esperanzas de un mundo y una época.
Pablo de la Torriente Brau
Pocos reportajes en la historia del periodismo cubano están a la altura de los que Torriente escribió sobre el oriente del país, ese territorio que entonces invitaba a conocer como quien va al extranjero sin salir de las fronteras nacionales. En las crónicas sobre el Realengo y otros trabajos se juntan la impecable técnica del periodista, el vigor de la prosa y la verticalidad cívica del autor. En otros trabajos se enfrenta a los magnates azucareros de la región central de nuestro país. Hace poco el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau dio a conocer en libro esas andanzas por la actual provincia de Ciego de Ávila. Tengo subrayada una rápida referencia a mi Tamarindo.
En Pablo la realidad y la ficción se dan la mano y desdibujan sus límites, adelantándose a la literatura testimonial o la —muy de moda por estos días— propensión a darle cualidad literaria a los recuerdos y las visiones personales con nombres y apellidos. En las formidables crónicas de Presidio Modelo, tal parece que construye personajes y situaciones, cuando está narrando experiencias a las que asistió como uno más. Sin embargo, en su novela inconclusa Historia del soldado desconocido cubano de Nueva York, la gracia criolla y el sentido de la reflexión histórica desde el hombre de a pie presentes en Heliodomiro del Sol, hacen pensar en un ser real y concreto.
Disfruto especialmente —y en mi obra Reino dividido rindo homenaje a esa y varias otras zonas de la obra de Torriente Brau— el momento en que la referencia bélica y la vocación de denuncia a los fines imperiales se mezclan con una evocación de los carnavales de Santiago de Cuba. Por cierto, tan divertidos y auténticamente populares como los San Fermines de Pamplona.

De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.
Responsables de esta edición de Voz 79: 
Yuri Aguilar Dávalos
y Remberto Cárdenas Morales