miércoles, 3 de noviembre de 2010

Voz 23

Voz
La Paz (Bolivia), 9 de junio de 2010    Año I               No. 23

Libertad inmediata para los Cinco héroes cubanos, presos políticos del imperio

Revista canalla propaga que Cuba espiaba al autor de Cien años de soledad

De sábado a sábado (105)
Linchamientos: ajenos a la justicia comunitaria y a la autonomía indígena
Remberto Cárdenas Morales

La relectura de “Revolución y Clase Media” de Sergio Almaraz
Para entender mejor los peligros que amenazan a la transición boliviana actual
Yuri Aguilar Dávalos

Documentos desclasificados: EEUU financió golpe de Banzer

Reflexiones del compañero Fidel
El Imperio y la Mentira
Fidel Castro Ruz

Reflexiones del compañero Fidel
En los umbrales de la tragedia
Fidel Castro Ruz

Venezuela, Bolivia en la mira
Obama intensifica “Guerra Secreta” y “Operaciones Especiales" a nivel mundial
Eva Golinger

La hora de los halcones
Causas y efectos: El para qué de la nueva masacre Israelí
Manuel Freytas

Llamamiento al movimiento de solidaridad con Cuba a intensificar la solidaridad con la juventud y con el pueblo puertorriqueño

Las ambiciones de Google
Un conocido estilo colonial
Raúl Zibechi

Carta abierta al pueblo de Israel
Lo que siembras recoges
Adolfo Pérez Esquivel

Colisión frontal Brasil Estados Unidos
Raúl Zibechi

Morir para dar vida
Ileana Alamilla

Jorge Masetti y Rodolfo Walsh: Nuestros hombres en La Habana
Hugo Montero

Anexo:
Revolución y Clase Media
Sergio Almaraz Paz

De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.

Responsables de esta edición de Voz 23 (experimental):
Yuri Aguilar Dávalos y Remberto Cárdenas Morales

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Revista canalla propaga que Cuba espiaba
al autor de Cien años de soledad

La revista cruceña Poder y Placer (PP), cuyo director presuntamente estuvo ligado a los separatistas comandados por Eduardo Rozsa, con la firma de un periodista difunde que organismos de seguridad de Cuba espiaron al Premio Nobel de Literatura (1968), mientras éste se divertía en una casa de protocolo, una ex vivienda de un millonario que, afectado por la Revolución Cubana, salió al exilio.

En esa nota su redactor cuenta que en ese alojamiento, Gabriel García Márquez, fue filmado y grabado en cuyo material, supuestamente, prevalece su vida íntima. Ese “trabajo”, también presumiblemente ordenado por Fidel, serviría para chantajear al escritor colombiano cuando él rompa con la Revolución Cubana o antes de ese hipotético divorcio (que algunos deben desearlo), la vigilancia denunciada, sería para proteger al laureado escritor.

Aquel material recogido por la inteligencia de la Isla, también estaría en manos de un contrarrevolucionario cubano el que, en Estados Unidos, escribe una libro en el que revelaría aquella información.

Va más lejos el periodista de PP: dice que aquel material informativo pudo llegar a la oficina del entonces Presidente de EE.UU., Ronald Reagan, y que con funcionarios al servicio de aquél, se cree que Gabo negoció el silencio de ellos para que permanezcan como tales los secretos de alcoba del Nobel de Literatura. Ese material sugiere que Fidel estaba enterado de la actividad de “sus” espías.


La red Internet fue la fuente principal que, el periodista Darwin Pinto, consultó para escribir ese discurso, el que se publicó en el espacio denominado “La Aldea Global”, de PP de mayo de este año.

Lo principal de lo que allí se afirma son supuestos, irresponsabilidad periodística, para decir los menos, a pesar de que la responsabilidad es el límite de la libertad de expresión según la Convención sobre Derechos Humanos de San José de Costa Rica de 1969 y que es Ley de Bolivia.

Se trata de un manejo periodístico desaliñado. Una manipulación de los datos de aquella red los que, por prejuicios antes que por juicios, algunos los asumen como incontrastables. En esas páginas de PP sobresalen prejuicios, preconceptos, estereotipos. Y quizá, deliberadamente, el redactor deja a un lado técnicas que permiten conseguir un mejor periodismo; el que, creemos, sólo puede ser tal si informa con veracidad, si ayuda a la comunicación del pueblo, si opina con
responsabilidad y si interpreta con ética.

Con aquella técnica se dice medias verdades para encubrir y, sobre esa base, se deduce con una ligereza hasta morbosa. Esas medias verdades, que también son un mecanismo para desinformar o subinformar, en este caso es un recorte adrede de los datos y éstos no se confirman, ni siquiera se cuenta de que se trató de confirmar, hasta donde es posible hacerlo cuando se trata de la vigilancia de organismos policiales o de inteligencia. Pero un periodista honesto puede recurrir, asimismo, al sentido común.

A propósito de las fuentes: aquel periodista, que no se trata de un novato, sólo utiliza los datos de los círculos o de los voceros de los contrarrevolucionarios cubanos, de los que no se debe esperar que tengan como norma informar con veracidad, especialmente cuando se refieren a Cuba, su revolución y sus dirigentes.

Más aún, ante la privacidad de los famosos, se debe tener en cuenta recomendaciones del periodismo cuyos principios dicen compartir los dueños de esos medios, editores y redactores. Es decir, que la intimidad de la gente debe ser respetada y que sólo se la muestra, en los medios de difusión, cuando aquella conducta es parte del desempeño de la actividad pública de aquellas personalidades cuando son actores de una noticia.

Los afiliados a la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), sin soslayar las normas de la ética que tiene un acento individualista, desarrollamos nuestro comportamiento acorde a la ética social, la que considera que, por encima de los individuos, están los intereses de la sociedad, del pueblo. Esto es, los verdaderos intereses regionales, populares y nacionales, antes que los egoístas de los pequeños grupos económicos y de poder que todavía se mueven como el pez en el agua dentro de la transición boliviana.

El texto que comentamos es un ejemplo de lo que no se debe hacer porque aquel redactor (incluidos los editores y el director que permitieron la publicación), con ese trabajo periodístico viola normas del Código de Ética de la Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa y de asociaciones de periodistas. Sólo por ello, ante un requerimiento expreso, el Consejo Nacional de Ética de las organizaciones profesionales y sindicales de los trabajadores de los medios de difusión, puede pronunciarse y aprobar una sanción moral al autor de aquella pieza periodística.

De nuestra parte, aunque se diga que integramos la “cubanofilia” (por lo que nos sentimos honrados como el que más), constatamos que incluso con notas propias de redactores y medios “canallas” como la que nos ocupa se despliega, desde grupos específicos de Santa Cruz de la Sierra, una campaña contraria a la Revolución Cubana y su Comandante en Jefe. Una campaña, añadimos, que nada tiene de original, ni por su forma ni por su contenido, porque con temas similares los “mastodontes” de la información sostienen campañas desde hace cinco
décadas en contra de la Revolución Cubana, en coordinación con la CIA o de acuerdo a los consejos técnicos, ideológicos y políticos de aquella agencia.

Ese periodismo es el que realizan unos redactores con cubanofobia galopante o no, muchas veces muy bien pagados, por lo que son funcionales a un accionar contrario a nuestros pueblos, los que ven a la Revolución Cubana y a su líder máximo (a los que respaldamos) como ejemplo de lo que tenemos que hacer en la fase ineludible de la segunda y definitiva independencia de nuestra América y de Bolivia.

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