domingo, 21 de noviembre de 2010

Voz 29

Voz
La Paz (Bolivia), 21 de julio de 2010                Año I                          No. 29

La rebeldía cubana en el cauce de la revolución

Lucha del pueblo unido para conquistar la libertad política; restitución al pueblo de la soberanía y vigencia de la Constitución Política del Estado cubano de 1940; declaratoria de propiedad inembargable e intransferible de las tierras a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas del campo; los obreros y los empleados deben participar del 30 por ciento de las utilidades de empresas industriales (azucareras, por tanto), mercantiles y mineras; los colonos deben participar del 55 por ciento del rendimiento de la caña de azúcar; confiscación de todos los bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos y a sus causahabientes y herederos; estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y que los perseguidos políticos de las sangrientas tiranías que oprimen a naciones hermanas tendrán asilo en Cuba, son puntos del Programa del Moncada.

“El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos de cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política”, es el programa, resumido, en las palabras del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, mientras ejercía de abogado y parte en el juicio en su contra y en la de los patriotas dirigidos por él, los que intentaron tomar el Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba (1953).

En otro momento de su alegado político y jurídico, ahora en el libro: La historia me absolverá, Fidel explica que aquellas medidas iban a ser expuestas en leyes a propagarse luego de la toma armada de aquellos recintos militares para que el pueblo cubano las conozca, discuta, complemente y corrija si cabía.

A propósito de la táctica y estrategia militar destacamos de aquel hecho histórico, considerado un símbolo de la rebeldía cubana y un estabón esencial del proceso revolucionario de la Mayor de las Antillas, Fidel argumenta el porqué y para qué el asalto a ese cuartel y dice en su célebre La historia…:

“No fue nunca nuestra intención luchar con los soldados del regimiento, sino apoderarnos por sorpresa del control y de las armas, llamar al pueblo, reunir después a los militares e invitarlos a abandonar la odiosa bandera de la tiranía y abrazar la de la libertad; defender los grandes intereses de la nación y no los mezquinos intereses de un grupito; virar las armas y disparar contra los enemigos del pueblo, y no contra el pueblo, donde están sus hijos y sus padres; luchar junto a él, como hermanos que son, y no frente a él, como enemigos que quieren que sean; ir unidos en pos del único ideal hermoso y digno de ofrendarle la vida, que es la grandeza y felicidad de la patria”.

Sin embargo, el líder máximo de la Revolución Cubana tampoco descartaba, en ese momento, una posible derrota del Ejército batistiano, lo que ocurrió el 1 de enero de 1959, como consecuencia de la guerra de guerrillas de la Sierra Maestra la que recibe el apoyo, también decisivo, de la lucha en las ciudades cubanas y, específicamente, de una huelga general política que contribuye al desenlace victorioso. Cuando se refiere a la posible derrota del ejército de F. Batista, anuncio premonitorio en el verbo de Fidel, en aquel alegato, afirma:

“Los ejemplos históricos pasados y presentes son incontables. Está bien reciente el caso de Bolivia donde los mineros con cartuchos de dinamita, derrotaron y aplastaron a los regimientos del ejército regular”, agrega.

Y la acción sanguinaria de la tiranía de Batista, es descrita por Fidel así:

“El Cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y de muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carnicería. Los muros se salpicaron de sangre; en las paredes las balas quedaron incrustadas con fragmentos de piel, sesos y cabellos humanos, chamuscados por los disparos a boca de jarro, y el césped se cubrió de oscura y pegajosa sangre. Las manos criminales que rigen los destinos de Cuba habían escrito para los prisioneros a la entrada de aquel antro de muerte, la inscripción del infierno: ““Dejad toda esperanza””.

Junto con esa descripción desgarradora, en La historia me absolverá o el alegato político y jurídico magistral de Fidel, se lee un mensaje de esperanza:

“…no le íbamos a decir: ““te vamos a dar”, sino: “¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sea tuya la libertad y la felicidad!””.

Compartimos el criterio: a la revolución se le puede enseñar y de ella que debe aprender. Esa es una de las razones por la que reproducimos pasajes del alegato de Fidel, como un merecido homenaje a los hombres y mujeres alzados por la libertad de Cuba el 26 de julio de1953.

Además, una de las formas de la solidaridad nuestra con la Revolución Cubana (y para organizarla mejor) es difundir y asimilar sus enseñanzas, las que surgen incluso de una derrota militar como la reiterada en esta nota, aunque sí fue una victoria política precursora, a pesar de la efusión de tanta sangre y del irrefrenable dolor por los caídos.

Asimismo, estamos convencidos de que para leer mejor el proceso de cambios en Bolivia e integrar las filas de los testigos y/o de los actores de esta transición, el ejemplo cubano del 26 de julio es cantera inagotable.

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