sábado, 5 de marzo de 2011

Voz 57

Voz
La Paz (Bolivia), 5 de marzo de 2011          Año II          No. 57

        Libertad inmediata para los Cinco héroes cubanos, presos políticos del imperio       

Índice
Cinco años de fecunda labor de médicos cubanos en Bolivia
Gobierno destaca aporte de Brigada Médica Cubana
La Guerra Inevitable de la OTAN
(Primera Parte)
 Fidel Castro Ruz
La Guerra Inevitable de la OTAN
(Segunda Parte)
Fidel Castro Ruz
Declaración del Ministro de Relaciones Exteriores
de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos
Sobre el Comandante de Nuestra América: www.chebolivia.org
De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.
Responsables de esta edición de Voz 57: 
Yuri Aguilar Dávalos
y Remberto Cárdenas Morales

Cinco años de fecunda labor de médicos cubanos en Bolivia
Los primeros días de este mes, marzo, se cumplieron los cinco años de trabajo esforzado de los médicos cubanos, enfermeros y personal en salud en Bolivia.
En un acto realizado en La Paz la semana que concluye se recordó que el actual Presidente, cuando ejercía su primer mandato, pidió al gobierno de la Mayor de las Antillas que envíe médicos para atender a damnificados por las inundaciones, especialmente en el oriente y en el Chapare bolivianos. A los pocos días de la solicitud presidencial llegaron los primeros galenos de la Isla y ese fue el inicio de una cooperación que a la fecha arroja alentadores resultados:
Más de 45 millones de atenciones médicas a compatriotas nuestros; más de 570.000 operaciones de la vista (a bolivianos, especialmente, y también a peruanos, argentinos, brasileños…); miles de vidas salvadas; atención a parturientas y, en este momento, atención a damnificados en todo el país y, en especial, a los paceños afectados por lo que se denomina el macrodesastre de los últimos días.
Los médicos cubanos y los funcionarios de la Embajada de Cuba en La Paz consideran que los primeros cumplen una tarea internacionalista, que ese es el carácter de la misión que se les encargó hace un lustro la que, además, continuarán por el tiempo que el gobierno y el pueblo boliviano lo pidan, señalan aquellos hermanos nuestros.
Aquel programa de apoyo en salud —que se desarrolla en otros países latinoamericanos y del llamado Tercer Mundo— es una iniciativa del máximo líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, la que, en Bolivia, tiene lugar como una expresión de la solidaridad internacionalista y, además, porque los cubanos consideran un honor desplegar su fecunda labor en el país por el que luchó y murió el Che, reconocido como Comandante de América.
Los cubanos, asimismo, en aquel acto de recordación de los cinco años de actividad de la Brigada Médica Cubana en Bolivia señalaron que a sus tareas se añadió otra que también la realizan a satisfacción suya: la formación académica de estudiantes de quinto y sexto curso de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), los que en un número de 1.600 estudian y hacen prácticas en hospitales y consultorios, atendidos por médicos cubanos, de nuestro país. El propósito de aquel traslado a Bolivia de los estudiantes, compatriotas nuestros, es que conozcan de manera directa las enfermedades que padecemos los bolivianos y que aprendan a convivir con las comunidades en las que trabajarán como médicos en poco tiempo más.
La Ministra de Salud, en el acto de recordación de la llegada de la Brigada Médica Cubana al país, se encargó de destacar aquella labor de los médicos del país caribeño, oportunidad en la que confesó que varias de las tareas que realizan aquellos médicos suplen con creces los servicios médicos públicos bolivianos.
El Vicepresidente agradeció la colaboración de los médicos cubanos y dijo que éstos curaban enfermos en Bolivia como una manifestación de amor y del comunismo que ellos asumen. Asimismo, que el servicio médico cubano, que beneficia al pueblo boliviano, es una muestra de que aquellos profesionales sirven a la humanidad.
Es cierto que, en especial, los servicios médicos gratuitos de los cubanos en beneficio de los más necesitados (y de todo el que llegue a un hospital en el que atienden aquellos médicos), nos aproximan a las metas del milenio establecidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Es decir, los avances en salud y educación alcanzados con la cooperación cubana en Bolivia, fueron posibles gracias a esa cooperación.
A cinco años de la colaboración médica se constató la satisfacción de los beneficiarios y de los cubanos que atendieron a pacientes bolivianos. Se recordó, asimismo, que la solidaridad material no es la distribución de lo que sobra a nuestros países y pueblos, que de lo que se trata es de compartir lo que se tiene.
Nosotros añadimos que procesos como el que vivimos y/o protagonizamos deben agigantarse y agigantarnos porque tareas que teóricamente tienen que acometer los médicos bolivianos, lo hacen por ellos los médicos cubanos en las condiciones más diversas y con frecuencia difíciles, como la identificación y atención a 80 mil  discapacitados bolivianos, labor que emprendió la Brigada Moto Méndez. Este programa comprendió, también, la entrega de sillas de ruedas y otros instrumentos ortopédicos que, con certeza, mejoran la vida de aquella población con capacidades especiales.
Nuestra gratitud hacia los médicos cubanos es, sin duda, ilimitada porque recibimos un servicio gratuito que alivia el dolor, que cura enfermedades, que devuelve la visión a pacientes de los ojos y que ayuda al natalicio de miles de niños.
La deuda que tenemos con el pueblo de Cuba, con sus médicos, es enorme pero impagable porque la solidaridad entre nuestros pueblos no tiene precio ni se cobra porque es gratuita.
Sin embargo, lo que tiene que prevalecer de la solidaridad internacionalista de los médicos cubanos es la amistad indestructible y la solidaridad militante entre los pueblos boliviano y cubano.
Los cinco años de cooperación de los médicos cubanos al pueblo boliviano bastan, además, para acrecentar aquella amistad y la solidaridad entre nuestros pueblos.

Gobierno destaca aporte de Brigada Médica Cubana
En un emotivo acto, donde afloraron sentimientos de servicio, amor y solidaridad a la humanidad y la revolución socialista, la Brigada Médica Cubana celebró cinco años de permanencia en Bolivia, en los que brindó 45 millones de atenciones médicas.
“El comunista es la persona que tiene amor a su patria y a la humanidad, eso es la Brigada Médica Cubana”, expresó el vicepresidente Álvaro García Linera haciendo elogio de los valores de servicio a la humanidad aun a costa de la vida.
“Los vemos caminar esforzadamente, a veces sin comer,  trabajando 10, 12, 14 horas, y en la noche se preguntarán sobre su familia, su barrio y sus amigos, pero al día siguiente atienden con amor como a un rey al indígena o cualquier persona; eso es el comunismo puro, no es el que quita cosas o secuestra niños y jóvenes para adoctrinarlos”, ponderó García sobre la presencia de los cientos de médicos cubanos en suelo boliviano. 
Esta labor de solidaridad de la Revolución Cubana llena de orgullo y satisfacción al mundo, porque su valor no pasa por cuantificarlo en dinero, afirmó el segundo mandatario al auditorio plagado de mandiles blancos y banderas de Cuba y Bolivia que lucían y portaban los profesionales en salud del país caribeño. “El comunista y el comunitarista de Túpac Katari que se hizo descuartizar; o si vamos más atrás nos encontramos con Cristo que dio su vida para salvar a la humanidad”, son muestras de amor y entrega de vida y alma por los demás, afirmó. 
La única recompensa que recibe esta gente es el legado de ejemplo de sacrificio y amor por la humanidad.
A su turno, la ministra de Salud, Nila Heredia, destacó que varios logros en materia de salud de Bolivia se confunden con logros de la Brigada.      
Dausá: Bolivia siempre podrá contar con tropa médica 
El embajador de Cuba en Bolivia, Rafael Dausá, ponderó el sacrificio y entrega de los 5.500 profesionales en salud cubanos que pasaron desde el 3 de febrero de 2006.
“A nombre de los 10 millones de cubanos, les felicito por el esfuerzo, dedicación y el internacionalismo proletario. Bolivia siempre podrá contar con esta tropa médica”, expresó Dausá en el acto realizado anoche en el Palacio de Comunicaciones, donde se entregaron plaquetas y diplomas a los presidentes de Bolivia, Evo Morales (ausente), y de Cuba, Raúl Castro (ausente). El  líder de la revolución cubana Fidel Castro también fue parte del reconocimiento, al igual que el vicepresidente boliviano, Álvaro García, y una decena de personalidades bolivianas y cubanas. Dausá informó que en cinco años la Brigada dio 45 millones de atenciones médicas, 570 mil operaciones de la vista, además salvó 46 mil vidas. También ayudó a censar a las personas con discapacidad, a través de la Misión Moto Méndez.

La Guerra Inevitable de la OTAN
(Primera Parte)
 A diferencia de lo que ocurre en Egipto y Túnez, Libia ocupa el primer lugar en el Índice de Desarrollo Humano de África y tiene la más alta esperanza de vida del Continente. La educación y la salud reciben especial atención del Estado. El nivel cultural de su población es sin dudas más alto.  Sus problemas son de otro carácter. La población no carecía de alimentos y servicios sociales indispensables. El país requería abundante fuerza de trabajo extranjera para llevar a cabo ambiciosos planes de producción y desarrollo social.
Por ello suministraba empleo a cientos de miles de trabajadores egipcios, tunecinos, chinos y de otras nacionalidades. Disponía de enormes ingresos y reservas en divisas convertibles depositadas en los bancos de los países ricos, con las cuales adquirían bienes de consumo e incluso, armas sofisticadas que precisamente le suministraban los mismos países que hoy quieren invadirla en nombre de los derechos humanos.
La colosal campaña de mentiras, desatada por los medios masivos de información, dio lugar a una gran confusión en la opinión pública mundial. Pasará tiempo antes de que pueda reconstruirse lo que realmente ha ocurrido en Libia, y separar los hechos reales de los falsos que se han divulgado.
Emisoras serias y prestigiosas, como Telesur, se veían obligadas a enviar reporteros y camarógrafos a las actividades de un grupo y a las del lado opuesto, para informar lo que realmente ocurría.
Las comunicaciones estaban bloqueadas, los funcionarios diplomáticos honestos se jugaban la vida recorriendo barrios y observando actividades, de día o de noche, para informar lo que estaba ocurriendo. El imperio y sus principales aliados emplearon los medios más sofisticados para divulgar informaciones deformadas sobre los acontecimientos, entre las cuales había que inferir los rasgos de la verdad.
Sin duda alguna, los rostros de los jóvenes que protestaban en Bengasi, hombres, y mujeres con velo o sin velo, expresaban indignación real.
Se puede apreciar la influencia que todavía ejerce el componente tribal en ese país árabe, a pesar de la fe musulmana que comparte sinceramente el 95% de su población.
El imperialismo y la OTAN —seriamente preocupados por la ola revolucionaria desatada en el mundo árabe, donde se genera gran parte del petróleo que sostiene la economía de consumo de los países desarrollados y ricos— no podían dejar de aprovechar el conflicto interno surgido en Libia para promover la intervención militar. Las declaraciones formuladas por la administración de Estados Unidos desde el primer instante fueron categóricas en ese sentido.
Las circunstancias no podían ser más propicias. En las elecciones de noviembre la derecha republicana propinó un golpe contundente al Presidente Obama, experto en retórica.
El grupo fascista de “misión cumplida”, apoyado ahora ideológicamente por los extremistas del Tea Party, redujo las posibilidades del actual Presidente a un papel meramente decorativo, en el que peligraba incluso su programa de salud y la dudosa recuperación de la economía, a causa del déficit presupuestario y el incontrolable crecimiento de la deuda pública, que batían ya todos los récords históricos.
Pese al diluvio de mentiras y la confusión creada, Estados Unidos no pudo arrastrar a China y la Federación Rusa a la aprobación por el Consejo de Seguridad de una intervención militar en Libia, aunque logró en cambio obtener, en el Consejo de Derechos Humanos, la aprobación de los objetivos que buscaba en ese momento. Con relación a una intervención militar, la Secretaria de Estado declaró con palabras que no admiten la menor duda: “ninguna opción está descartada”.
El hecho real es que Libia está ya envuelta en una guerra civil, como habíamos previsto, y nada pudo hacer Naciones Unidas para evitarlo, excepto que su propio Secretario General regara una buena dosis de combustible en el fuego.
El problema que tal vez no imaginaban los actores es que los propios líderes de la rebelión irrumpieran en el complicado tema declarando que rechazaban toda intervención militar extranjera.
Diversas agencias de noticias informaron que Abdelhafiz Ghoga, portavoz del Comité de la Revolución declaró el lunes 28 que “‘El resto de Libia será liberado por el pueblo libio’”.
“‘Contamos con el ejército para liberar Trípoli’ aseguró Ghoga durante el anuncio de la formación de un ‘Consejo Nacional’ para representar a las ciudades del país en manos de la insurrección.”
“‘Lo que queremos es informaciones de inteligencia, pero en ningún caso que se afecte nuestra soberanía aérea, terrestre o marítima’, agregó, durante un encuentro con periodistas en esta ciudad situada 1.000 km al este de Trípoli.”
“La intransigencia de los responsables de la oposición sobre la soberanía nacional reflejaba la opinión manifestada en forma espontánea por muchos ciudadanos libios a la prensa internacional en Bengasi”, informó un despacho de la agencia AFP el pasado lunes.
Ese mismo día, una profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Bengasi, Abeir Imneina, declaró:
“Hay un sentimiento nacional muy fuerte en Libia.”
“‘Además, el ejemplo de Irak da miedo al conjunto del mundo árabe’, subraya, en referencia a la invasión norteamericana de 2003 que debía llevar la democracia a ese país y luego, por contagio, al conjunto de la región, una hipótesis totalmente desmentida por los hechos.”
Prosigue la profesora:
“‘Sabemos lo que pasó en Irak, es que se encuentra en plena inestabilidad, y verdaderamente no deseamos seguir el mismo camino. No queremos que los norteamericanos vengan para tener que terminar lamentando a Gadafi’, continuó esta experta.”
“Pero según Abeir Imneina, ‘también existe el sentimiento de que es nuestra revolución, y que nos corresponde a nosotros hacerla’.”
A las pocas horas de publicarse este despacho, dos de los principales órganos de prensa de Estados Unidos, The New York Times The Washington Post, se apresuraron en ofrecer nuevas versiones sobre el tema, de lo cual informa la agencia DPA al día siguiente 1º de marzo: “La oposición libia podría solicitar que Occidente bombardee desde el aire posiciones estratégicas de las fuerzas fieles al presidente Muamar al Gadafi, informa hoy la prensa estadounidense.”
“El tema está siendo discutido dentro del Consejo Revolucionario libio, precisan ‘The New York Times’ y ‘The Washington Post’ en sus versiones online.”
“‘The New York Times’ acota que estas discusiones ponen de manifiesto la creciente frustración de los líderes rebeldes ante la posibilidad de que Gadafi retome el poder”.
“En el caso de que las acciones aéreas se realicen en el marco de las Naciones Unidas, éstas no implicarían intervención internacional, explicó el portavoz del consejo, citado por ‘The New York Times’.”
“El consejo está conformado por abogados, académicos, jueces y prominentes miembros de la sociedad Libia.”
Afirma el despacho:
“‘The Washington Post’ citó a rebeldes reconociendo que, sin el apoyo de Occidente, los combates con las fuerzas leales a Gadafi podrían durar mucho y costar gran cantidad de vidas humanas.”
Llama la atención que en esa relación no se mencione un solo obrero, campesino, constructor, alguien relacionado con la producción material o a un joven estudiante o combatiente de los que aparecen en las manifestaciones. ¿Por qué el empeño en presentar a los rebeldes como miembros prominentes de la sociedad reclamando bombardeos de Estados Unidos y la OTAN para matar libios?
Algún día se conocerá la verdad, a través de personas como la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Bengasi, que con tanta elocuencia narra la terrible experiencia que mató, destruyó los hogares, dejó sin empleo o hizo emigrar a millones de personas en Iraq.
Hoy miércoles dos de marzo, la Agencia EFE presenta al conocido vocero rebelde haciendo declaraciones que, a mi juicio, afirman y a la vez contradicen las del lunes: “Bengasi (Libia), 2 de marzo. La dirección rebelde libia pidió hoy al Consejo de Seguridad de la ONU que lance un ataque aéreo ‘contra los mercenarios’ del régimen de Muamar el Gadafi.”
“‘Nuestro Ejército no puede lanzar ataques contra los mercenarios, por su papel defensivo’, afirmó el portavoz rebelde Abdelhafiz Ghoga en una conferencia de prensa en Bengasi.”
“‘Es diferente un ataque aéreo estratégico que una intervención extranjera, que rechazamos’, recalcó el portavoz de las fuerzas de oposición, que en todo momento se han mostrado en contra de una intervención militar extranjera en el conflicto libio”.
¿A cuál de las muchas guerras imperialistas se parecería ésta?
¿La de España en 1936, la de Mussolini contra Etiopía en 1935, la de George W. Bush contra Iraq en el año 2003 o a cualquiera de las decenas de guerras promovidas por Estados Unidos contra los pueblos de América, desde la invasión de México en 1846, hasta la de Las Malvinas en 1982?
Sin excluir, desde luego, la invasión mercenaria de Girón, la guerra sucia y el bloqueo a nuestra Patria a lo largo de 50 años, que se cumplirán el próximo 16 de abril.
En todas esas guerras, como la de Vietnam que costó millones de vidas, imperaron las justificaciones y las medidas más cínicas.
Para los que alberguen alguna duda, sobre la inevitable intervención militar que se producirá en Libia, la agencia de noticias AP, a la que considero bien informada, encabezó un cable publicado hoy, en el que se afirma: “Los países de la Organización del Tratado del Atlántico (OTAN) elaboran un plan de contingencia tomando como modelo las zonas de exclusión de vuelos establecidas sobre los Balcanes en la década de 1990, en caso de que la comunidad internacional decida imponer un embargo aéreo sobre Libia, dijeron diplomáticos”.
Más adelante concluye: “Los funcionarios, que no podían dar sus nombres debido a lo delicado del asunto, indicaron que las opciones que se observan tienen punto de partida en la zona de exclusión de vuelos que impuso la alianza militar occidental sobre Bosnia en 1993 que contó con el mandato del Consejo de Seguridad, y en los bombardeos de la OTAN por Kosovo en 1999, QUE NO LO TUVO”.
Prosigue mañana.
Fidel Castro Ruz
Marzo 2 de 2011
8 y 19 p.m.

La Guerra Inevitable de la OTAN
(Segunda Parte)
Cuando Gaddafi, coronel del ejército libio, inspirado en su colega egipcio Abdel Nasser, derrocó al Rey Idris I en 1969 con sólo 27 años de edad, aplicó importantes medidas revolucionarias como la reforma agraria y la nacionalización del petróleo.  Los crecientes ingresos fueron dedicados al desarrollo económico y social, particularmente a los servicios educacionales y de salud de la reducida población libia, ubicada en un inmenso territorio desértico con muy poca tierra cultivable.
 Bajo aquel desierto existía un extenso y profundo mar de aguas fósiles. Tuve la impresión, cuando conocí un área experimental de cultivos, que aquellas aguas, en un futuro, serían más valiosas que el petróleo.
La fe religiosa, predicada con el fervor que caracteriza a los pueblos musulmanes, ayudaba en parte a compensar la fuerte tendencia tribal que todavía subsiste en ese país árabe.
Los revolucionarios libios elaboraron y aplicaron sus propias ideas respecto a las instituciones legales y políticas, que Cuba, como norma, respetó.
Nos abstuvimos por completo de emitir opiniones sobre las concepciones de la dirección libia.
Vemos con claridad que la preocupación fundamental de Estados Unidos y la OTAN no es Libia, sino la ola revolucionaria desatada en el mundo árabe que desean impedir a cualquier precio.
Es un hecho irrebatible que las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN con Libia en los últimos años eran excelentes, antes de que surgiera la rebelión en Egipto y en Túnez.
En los encuentros de alto nivel entre Libia y los dirigentes de la OTAN ninguno de estos tenía problemas con Gaddafi. El país era una fuente segura de abastecimiento de petróleo de alta calidad, gas e incluso potasio. Los problemas surgidos entre ellos durante las primeras décadas habían sido superados.
Se abrieron a la inversión extranjera sectores estratégicos como la producción y distribución del petróleo.
La privatización alcanzó a muchas empresas públicas. El Fondo Monetario Internacional ejerció su beatífico papel en la instrumentación de dichas operaciones.
Como es lógico, Aznar se deshizo en elogios a Gaddafi y tras él Blair, Berlusconi, Sarkozy, Zapatero, y hasta mi amigo el Rey de España, desfilaron ante la burlona mirada del líder libio. Estaban felices.
Aunque pareciera que me burlo no es así; me pregunto simplemente por qué quieren ahora invadir Libia y llevar a Gaddafi a la Corte Penal Internacional en La Haya.
Lo acusan durante las 24 horas del día de disparar contra ciudadanos desarmados que protestaban. ¿Por qué no explican al mundo que las armas y sobre todo los equipos sofisticados de represión que posee Libia fueron suministrados por Estados Unidos, Gran Bretaña y otros ilustres anfitriones de Gaddafi?
Me opongo al cinismo y a las mentiras con que ahora se quiere justificar la invasión y ocupación de Libia.
La última vez que visité a Gaddafi fue en mayo de 2001, 15 años después de que Reagan atacó su residencia bastante modesta, donde me llevó para ver cómo había quedado. Recibió un impacto directo de la aviación y estaba considerablemente destruida; su pequeña hija de tres años murió en el ataque: fue asesinada por Ronald Reagan. No hubo acuerdo previo de la OTAN, el Consejo de Derechos Humanos, ni el Consejo de Seguridad.
Mi visita anterior había tenido lugar en 1977, ocho años después del inicio del proceso revolucionario en Libia. Visité Trípoli; participé en el Congreso del Pueblo libio, en Sebha; recorrí los primeros experimentos agrícolas con las aguas extraídas del inmenso mar de aguas fósiles; conocí Bengasi, fui objeto de un cálido recibimiento. Se trataba de un país legendario que había sido escenario de históricos combates en la última guerra mundial. Aún no tenía seis millones de habitantes, ni se conocía su enorme volumen de petróleo ligero y agua fósil. Ya las antiguas colonias portuguesas de África se habían liberado.
En Angola habíamos luchado durante 15 años contra las bandas mercenarias organizadas por Estados Unidos sobre bases tribales, el gobierno de Mobutu, y el bien equipado y entrenado ejército racista del apartheid. Éste, siguiendo instrucciones de Estados Unidos, como hoy se conoce, invadió Angola para impedir su independencia en 1975, llegando con sus fuerzas motorizadas a las inmediaciones de Luanda. Varios constructores cubanos murieron en aquella brutal invasión. Con toda urgencia se enviaron recursos.
Expulsados de ese país por las tropas internacionalistas cubanas y angolanas hasta la frontera con Namibia ocupada por Sudáfrica, durante 13 años los racistas recibieron la misión de liquidar el proceso revolucionario en Angola.
Con el apoyo de Estados Unidos e Israel desarrollaron el arma nuclear. Poseían ya ese armamento cuando las tropas cubanas y angolanas derrotaron en Cuito Cuanavale sus fuerzas terrestres y aéreas, y desafiando el riesgo, empleando las tácticas y medios convencionales, avanzaron hacia la frontera de Namibia, donde las tropas del apartheid pretendían resistir. Dos veces en su historia nuestras fuerzas han estado bajo el riesgo de ser atacadas por ese tipo de armas: en octubre de 1962 y en el Sur de Angola, pero en esa segunda ocasión, ni siquiera utilizando las que poseía Sudáfrica habrían podido impedir la derrota que marcó el fin del odioso sistema. Los hechos ocurrieron bajo el gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos y Pieter Botha en Sudáfrica.
De eso, y de los cientos de miles de vidas que costó la aventura imperialista, no se habla.
Lamento tener que recordar estos hechos cuando otro gran riesgo se cierne sobre los pueblos árabes, porque no se resignan a seguir siendo víctimas del saqueo y la opresión.
La Revolución en el mundo árabe, que tanto temen Estados Unidos y la OTAN, es la de los que carecen de todos los derechos frente a los que ostentan todos los privilegios, llamada, por tanto, a ser más profunda que la que en 1789 se desató en Europa con la toma de la Bastilla.
Ni siquiera Luis XIV, cuando proclamó que el Estado era él, poseía los privilegios del Rey Abdulá de Arabia Saudita, y mucho menos la inmensa riqueza que yace bajo la superficie de ese casi desértico país, donde las transnacionales yankis determinan la sustracción y, por tanto, el precio del petróleo en el mundo.
A partir de la crisis en Libia, la extracción en Arabia Saudita se elevó en un millón de barriles diarios, a un costo mínimo y, en consecuencia, por ese sólo concepto los ingresos de ese país y quienes lo controlan se elevan a mil millones de dólares diarios.
Nadie imagine, sin embargo, que el pueblo saudita nada en dinero. Son conmovedores los relatos de las condiciones de vida de muchos trabajadores de la construcción y otros sectores, que se ven obligados a trabajar 13 y 14 horas con salarios miserables.
Asustados por la ola revolucionaria que sacude el sistema de saqueo prevaleciente, después de lo ocurrido con los trabajadores de Egipto y Túnez, pero también por los jóvenes sin empleo en Jordania, los territorios ocupados de Palestina, Yemen, e incluso Bahrein y los Emiratos Árabes con ingresos más elevados, la alta jerarquía saudita está bajo el impacto de los acontecimientos.
A diferencia de otros tiempos, hoy los pueblos árabes reciben información casi instantánea de los sucesos, aunque extraordinariamente manipulada.
Lo peor para el estatus quo de los sectores privilegiados es que los porfiados hechos están coincidiendo con un considerable incremento de los precios de los alimentos y el impacto demoledor de los cambios climáticos, mientras Estados Unidos, el mayor productor de maíz del mundo, gasta el 40 por ciento de ese producto subsidiado y una parte importante de la soya en producir biocombustible para alimentar los automóviles. Seguramente Lester Brown, el ecologista norteamericano mejor informado del mundo sobre productos agrícolas, nos pueda ofrecer una idea de la actual situación alimentaria.
El presidente bolivariano, Hugo Chávez, realiza un valiente esfuerzo por buscar una solución sin la intervención de la OTAN en Libia. Sus posibilidades de alcanzar el objetivo se incrementarían si lograra la proeza de crear un amplio movimiento de opinión antes y no después que se produzca la intervención, y los pueblos no vean repetirse en otros países la atroz experiencia de Iraq.
Final de la Reflexión.
Fidel Castro Ruz

Declaración del Ministro de Relaciones Exteriores
de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos
Ginebra, 1 de marzo del 2011.
Señor Presidente:
La conciencia humana rechaza la muerte de personas inocentes en cualquier circunstancia y lugar. Cuba comparte plenamente la preocupación mundial por las pérdidas de vidas de civiles en Libia y desea que su pueblo alcance una solución pacífica y soberana a la guerra civil que allí ocurre, sin ninguna injerencia extranjera, y que garantice la integridad de esa nación.
Con toda seguridad, el pueblo libio se opone a toda intervención militar extranjera, que alejaría aún más un arreglo y provocaría miles de muertes, de desplazados y enormes daños a la población.
Cuba rechaza categóricamente cualquier tentativa de aprovechar la trágica situación creada para ocupar ese país y controlar su petróleo.
Resulta notorio que es la voracidad por los hidrocarburos, y no la paz ni la protección de las vidas de los libios, la motivación que anima a las fuerzas políticas, fundamentalmente conservadoras, que llaman hoy, en los Estados Unidos y en algunos países de Europa, a una intervención militar de la OTAN en territorio libio. Tampoco parecen ser la objetividad, la exactitud y el apego a la verdad, lo que predomina en una parte de la prensa, utilizada por emporios mediáticos, para atizar el fuego.
Ante la magnitud de lo que en Libia y en el mundo árabe ocurre y en circunstancias de una crisis económica global, debería prevalecer la responsabilidad y la visión de largo plazo de los gobiernos de los países desarrollados. Aunque pueda engañarse a la buena voluntad de una parte de la opinión pública, es evidente que una intervención militar llevará a una guerra y acarreará graves consecuencias para las vidas de las personas y especialmente de los miles de millones de pobres que son las cuatro quintas partes de la Humanidad.
Pese a que falten algunos datos y hechos por conocerse, la realidad es que el origen de la situación en el Medio Oriente y el Norte de África está en la crisis de la política de saqueo impuesta por los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en esa región. Los precios de los alimentos se triplican, el agua escasea, crecen los desiertos, aumenta la pobreza y, con ella, una ofensiva desigualdad social y exclusión en la distribución de la opulenta riqueza petrolera de la región.
El derecho humano fundamental es el derecho a la vida que no merecería vivirse sin dignidad humana.
Concita seria preocupación la manera en que se conculca el derecho a la vida. Según fuentes diversas, han perecido en conflictos armados en guerras modernas algo más de 111 millones de personas. No podría olvidarse en esta sala que si en la Primera Guerra Mundial las muertes de civiles sólo fueron el 5% del total de bajas, en las guerras de conquista posteriores a 1990, fundamentalmente en Iraq con más de un millón, Afganistán con más de 70 mil, los muertos inocentes son el 90%. La proporción de niños en estos datos es horrible e inédita.
Ha sido aceptada en la doctrina militar de la OTAN y de naciones muy poderosas el concepto de “daños colaterales” lo que ofende la naturaleza humana. En la última década, el Derecho Internacional Humanitario ha sido pisoteado, como ocurre en la Base Naval norteamericana de Guantánamo, que usurpa territorio a Cuba.
Las cifras globales de refugiados, como consecuencia de esas guerras, se han incrementado en un 34%, a más de 26 millones de personas.
Los gastos militares aumentaron un 49% en la década y llegan a 1,5 millones de millones de dólares, más de la mitad solamente en Estados Unidos. El complejo militar-industrial sigue produciendo guerras.
Cada año mueren como víctimas de hechos violentos asociados al crimen organizado, y no sólo a conflictos, 740 mil seres humanos.
En un país europeo, muere cada cinco días una mujer a causa de la violencia doméstica. En los países del sur, fallecen anualmente en el parto medio millón de madres.
Cada día, mueren de hambre y enfermedades prevenibles 29 mil niños. En los minutos que llevo de discurso, han muerto no menos de 120 niños. En su primer mes de vida, perecen 4 millones. En total, mueren anualmente 11 millones de niños.
Por causas relacionadas con la desnutrición, hay 100 mil fallecimientos diarios que suman 35 millones al año.
Sólo en el huracán Katrina, en el país más desarrollado del mundo, murieron 1.836 personas, casi todas negras y de pocos recursos. En los últimos dos años, 470 mil personas murieron en el mundo, a causa de desastres naturales, el 97% de ellas de bajos ingresos.
Sólo en el terremoto de enero de 2010, en Haití, murieron más de 250 mil personas, casi todas residentes en viviendas muy pobres.  Lo mismo ocurrió con las casas arrasadas por las lluvias excesivas en Río de Janeiro y Sao Paulo, en Brasil.
Si los países en desarrollo tuvieran tasas de mortalidad infantil y materna como las cubanas, se salvarían anualmente 8,4 millones niños y 500 mil madres. En la epidemia de cólera en la hermana Haití, médicos cubanos atienden casi la mitad de los enfermos, con una tasa de letalidad inferior en cinco veces a las atendidas por galenos de otros países. La cooperación médica internacional cubana ha permitido salvar más de 4,4 millones de vidas en decenas de países de 4 continentes.
La dignidad humana es un derecho humano. Hoy viven 1.400 millones de personas en pobreza extrema. Hay mil veinte millones de hambrientos, otros 2 mil millones padecen desnutrición. Existen 759 millones de adultos analfabetos.
Señor Presidente:
El Consejo ha demostrado su capacidad para abordar las situaciones de derechos humanos en el mundo, incluyendo aquellas de carácter urgente que requieren la atención y acción de la comunidad internacional. Se ha confirmado la utilidad del Examen Periódico Universal, como sustento de la cooperación internacional, para evaluar el desempeño en la materia de todos los países, sin distinción.
Preservar, perfeccionar y fortalecer este Consejo en su función de promover y proteger efectivamente todos los derechos humanos para todos, fue el espíritu que animó nuestra actuación en el proceso de revisión del órgano.
Los resultados de este ejercicio expresan un reconocimiento a los importantes logros del Consejo en su corta existencia.  Si bien los acuerdos alcanzados resultan insuficientes a la luz de los reclamos de los países en desarrollo, se preservó al órgano de aquellos que pretendían reformarlo a su conveniencia para satisfacer apetitos hegemónicos y resucitar el pasado de confrontación, dobles raseros, selectividades e imposición.
Los debates de estos días harían esperar que este Consejo de Derechos Humanos continúe construyendo y avanzando su institucionalidad hacia el pleno ejercicio de su mandato.
Sería muy negativo que, con el pretexto de la revisión de la construcción institucional del Consejo y el abuso de la dramática coyuntura que se discute, se manipule y se presione de manera oportunista para establecer precedentes y modificar acuerdos.
Si el derecho humano esencial es el derecho a la vida, ¿estará listo el Consejo para suspender la membresía de los Estados que desaten una guerra?
¿Se propone el Consejo dar alguna contribución sustancial para eliminar la principal amenaza a la vida de la especie humana que es la existencia de enormes arsenales de armas nucleares, cuya ínfima parte, la explosión de 100 ojivas, provocaría el invierno nuclear, según evidencia científica irrefutable?
¿Establecerá un procedimiento temático sobre el impacto del cambio climático en el ejercicio de los derechos humanos y proclamará el derecho a un ambiente sano?
¿Suspenderá a los Estados que financien y suministren ayuda militar empleada por el Estado receptor en violaciones masivas, flagrantes y sistemáticas de los derechos humanos y en ataques contra la población civil, como las que ocurren en Palestina?
¿Aplicará esa medida contra países poderosos que realicen ejecuciones extrajudiciales en territorio de otros Estados con empleo de alta tecnología, como municiones inteligentes y aviones no tripulados?
¿Qué ocurrirá con Estados que acepten en sus territorios cárceles ilegales secretas, faciliten el tránsito de vuelos secretos con personas secuestradas o participen de actos de tortura?
¿Podrá el Consejo adoptar una Declaración sobre el derecho de los pueblos a la paz?
¿Adoptará un Programa de Acción, que incluya compromisos concretos para garantizar el derecho a la alimentación en momentos de crisis alimentaria, espiral de precios de los alimentos y utilización de cereales para producir biocombustibles?
Señor Presidente:
Distinguidos Ministros y Delegados:
¿Qué medidas adoptará este Consejo contra un Estado miembro que cometa actos que causen grandes sufrimientos y atenten gravemente contra la integridad física o mental, como el bloqueo a Cuba, tipificado como genocidio en al artículo 2, incisos b y c,  de la Convención de Ginebra de 1948?
Muchas gracias

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