jueves, 7 de julio de 2011

Voz 74


Voz
La Paz (Bolivia), 7 de julio de 2011          Año II          No. 74

Libertad inmediata para los Cinco héroes cubanos, presos políticos del imperio


Índice
La amistad y la colaboración entre los pueblos cubano y venezolano es ilimitada
Mensaje completo del Presidente Hugo Chávez
Diario Cambio.-
http://www.cambio.bo/noticia.php?fecha=2011-07-02&idn=48883
Pensamiento crítico: aporte indispensable a la lucha revolucionaria
Por Waldo Mendiluza
Dossier-Racismo:
Alentadores caminos de reflexión
Valoran importancia de seminario sobre Cuba
y los afrodescendientes en América, efectuado en La Habana
Pedro de la Hoz
(tomado de La Jiribillahttp://www.lajiribilla.cu/ )
“La lucha por la profundización del socialismo
en Cuba está obligada a ser antirracista”
Fernando Martínez Heredia
(tomado de La Jiribilla
El racismo, absolutamente condenable
Abel Prieto
(Declaraciones del Ministro de Cultura a La Jiribilla en la clausura del Seminario Cuba y los pueblos afrodescendientes en América, convocado por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello).


La amistad y la colaboración entre los pueblos cubano y venezolano es ilimitada
La amistad y la colaboración entre los pueblos cubano y venezolano viene de lejos, ahora alcanza un nivel superior como parte de las revoluciones de aquellos dos países y esperamos que continúe con el aliento de los líderes de esos procesos, y sin los límites deseados por la derecha de distintos lugares del mundo y de representantes del imperio, como se han encargado de confesar sus voceros.
Esos voceros, en una actitud despreciable creen que, debido a la enfermedad de Hugo Chávez Frías y la muerte que de él esperan sin disimulo, la amistad y la colaboración entre los pueblos cubano y venezolano, que coordinan los líderes de aquellas revoluciones, cuando menos cambiará negativamente cuando desaparezca el dirigente bolivariano.
Aquella tenebrosa derecha y sobre todo el imperio, mediante los “mastodontes”  de la noticia, pusieron al descubierto, otra vez, sus deseos: pretenden que los líderes revolucionarios de los países que cambian en Nuestra América, mueran de muerte natural o de viejos, como resultado de una enfermedad y, mejor para ellos, si esas muertes son rápidas, también buscan asesinarlos, como se sospecha que sucedió con el líder panameño Omar Torrijos, Jaime Roldós de Ecuador, entre los más conocidos.
Nosotros, desde Voz, seríamos ingenuos sin rumbo cierto, si esperáramos al menos el silencio prudente de los enemigos de nuestros pueblos respecto del cáncer que padece Chávez, pero del que se espera se cure, de acuerdo a lo que se informa, sobre la base del tratamiento y del criterio de sus médicos. Admitamos que esa información sólo es una manifestación optimista: a ella nos aferramos, pero trataremos de evitar extravíos. Y en ese cauce asumimos como nuestro el ferviente grito esperanzador de hijos del pueblo venezolano y latinoamericano: “!Pa’lante Comandante!”
En esta nueva batalla el Comandante Chávez muestra que aporta con lo que sabe hacer como un abanderado entre los discípulos de Bolívar: un luchador sin tregua, que recibe el apoyo de su pueblo a su liderazgo que se afianza más, que vence las dificultades propias y que gobierna, así como lucha diariamente, como los imprescindibles de Bertolt Brecht.
La derecha y el imperio (incluidos los aliados socialdemócratas de distintos lados), no abandonarán sus afanes desestabilizadores de la Revolución Bolivariana ni ante la dolencia de Chávez —que preocupa al pueblo venezolano y a los que respaldamos las transformaciones en la patria del Libertador y en otros países latinoamericanos y caribeños—, y menos respecto de sus tareas como gobernante, de las que sueñan con verlo alejado.
Claro está que lo que las transnacionales de la noticia informan sobre la enfermedad de Chávez cuando menos pretende desalentarnos. Por nuestra parte es oportuno lo que dejó dicho uno de los sabios griegos: Cuando los pueblos enfrentan dificultades, como las que comentamos en este espacio, se vuelven sabios; sabiduría colectiva de y para este tiempo tormentoso.
Específicamente, entre las dificultades se anota una: Cuba que recibe (mejor dicho que compra) petróleo venezolano a precio rebajado, preferencial, perderá esa ventaja sin Chávez, festejan anticipadamente aquellos voceros derechistas e imperiales.
En cambio, nuestra confianza es manifiesta: nuestros pueblos continuarán su marcha transformadora en la que la colaboración y la amistad no fallarán porque esas —aunque las desconozcan los enemigos de nuestros pueblos— son cualidades de las revoluciones Cubana y Bolivariana.
Ante aquellas dificultades, asimismo, es necesario que nuestros pueblos redoblen la guardia porque lo que debe estar claro es que no debemos concederles espacio alguno a los contrarrevolucionarios de modo que aprovechen nuestras dificultades para conspirar, ante lo que debemos mantenerlos a raya.
Una extensión de la solidaridad y de la amistad de nuestros pueblos y países, que sólo geográficamente estan distantes, es la explicación que debemos difundir sobre el contenido y la forma de las relaciones fraternales entre cubanos y venezolanos y, también, entre latinoamericanos, caribeños y “tercermundistas”. Explicación que tiene que comprobarse como verdadera mediante la práctica de la amistad y de la solidaridad.
En este momento y de manera concreta tenemos que difundir y defender el contenido de las verdaderas relaciones entre cubanos y venezolanos, las que garantizan la continuidad sostenida de la amistad y de la colaboración porque esos son factores necesarios en la lucha de nuestros pueblos contra el imperio y las derechas criollas.
Amistad y colaboración, solidaridad internacionalista, que las necesitamos en este tiempo de lucha por la segunda y definitiva independencia de Nuestra América, las que tienen una proyección imprescindible en el período de la construcción de la nueva sociedad que, postulamos, será socialista, es decir, sin explotadores ni opresores.

Mensaje completo del Presidente Hugo Chávez
Diario Cambio.-
http://www.cambio.bo/noticia.php?fecha=2011-07-02&idn=48883
“Yo espero mucho del tiempo. Su inmenso vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados y los acontecimientos futuros han de ser superiores a los pretéritos”. Simón Bolívar.
El tiempo y sus ritmos, el tiempo y sus mandatos, el tiempo y sus designios, como está señalado en el Eclesiastés, me llevan hoy a leer este comunicado a la nación venezolana y a la opinión pública internacional, muy pendientes como sé han estado de la evolución de mi salud, desde que hace varias semanas comenzó a dar muestras evidentes de deterioro. Después de la excelente gira que hicimos por Brasil y Ecuador entre los días 5 y 7 de junio próximo pasados, llegamos a la Cuba solidaria de siempre para concluir la jornada con la revisión y firma de nuevos acuerdos de cooperación.
Confieso que desde el punto de vista de mi salud sólo tenía previsto hacerme un chequeo en la rodilla izquierda, ya casi recuperada de aquella lesión de comienzos de mayo. A lo largo de toda mi vida vine cometiendo uno de esos errores que bien pudiera caber perfectamente en aquella categoría a la que algún filósofo llamó “errores fundamentales”: descuidar la salud y, además, ser muy renuente a los chequeos y tratamientos médicos. Sin duda ¡qué error tan fundamental!, y sobre todo en un revolucionario con algunas modestas responsabilidades como las que la revolución me vino imponiendo desde hace más de 30 años.
Sin embargo, ya en La Habana, cuando caía la tarde del miércoles 8 de junio, allí estábamos de nuevo con Fidel, con aquel gigante que ya superó todos los tiempos y todos los lugares. Seguramente no fue difícil para Fidel darse cuenta de algunos malestares, que, más allá de mi rodilla izquierda, yo había venido tratando de disimular desde varias semanas atrás. Me interrogó casi como un médico, me confesé casi como un paciente, y esa misma noche todo el inmenso avance médico que la Revolución Cubana ha logrado para su pueblo, y una buena parte del mundo, fue puesto a nuestra plena disposición, iniciándose un conjunto de exámenes, de diagnósticos.
Fue así como se detectó una extraña formación en la región pélvica que ameritó una intervención quirúrgica de emergencia ante el inminente riesgo de una infección generalizada. Eso fue el sábado 11 de junio, muy temprano en la mañana, algunas horas antes del anuncio que fue leído al país y al mundo, y que ha desatado tantas manifestaciones de solidaridad que no dejan de emocionarme a cada instante. Luego de aquella operación, que en principio logró el drenaje del absceso, comenzó un tratamiento antibiótico intensivo con una positiva evolución, que trajo una notable mejoría. Sin embargo, y a pesar de la favorable evolución general, a lo largo del proceso de drenajes y de curas, fueron apareciendo algunas sospechas de la presencia de otras formaciones celulares no detectadas hasta entonces.
Comenzó, por tanto, y de inmediato, otra serie de estudios especiales citoquímicos, citológicos, microbiológicos y de anatomía patológica que confirmaron la existencia de un tumor abscesado con presencia de células cancerígenas, lo cual hizo necesaria la realización de una segunda intervención quirúrgica que permitió la extracción total de dicho tumor. Se trató de una intervención mayor, realizada sin complicaciones, tras la cual he continuado evolucionando satisfactoriamente, mientras recibo los tratamientos complementarios para combatir los diversos tipos de células encontradas y así continuar por el camino de mi plena recuperación. Mientras tanto, me he mantenido y me mantengo informado y al mando de las acciones del gobierno bolivariano, en comunicación permanente con el vicepresidente, compañero Elías Jaua y todo mi equipo de gobierno.
Agradezco infinitamente las numerosas y entusiastas demostraciones de solidaridad que he recibido del pueblo venezolano y otros pueblos hermanos, así como de Jefes de Estado y de Gobierno de numerosos países del mundo, desde la convicción de que todo ese amor, de que toda esa solidaridad constituyen la más sublime energía que impulsa e impulsará mi voluntad de vencer en esta nueva batalla que la vida nos ha puesto por delante, y de manera muy especial al pueblo cubano, a la nación cubana, a Fidel, a Raúl, a toda esta legión médica que se ha puesto al frente de esta batalla de una manera verdaderamente sublime.
Sin embargo, también he estado muy consciente de cierto grado de angustia e incertidumbre que ha estado recorriendo, a lo largo de estos días, de estas noches, el alma y el cuerpo de la nación venezolana. Creo que más allá de los intentos manipuladores de algunos sectores bien conocidos, esos sentimientos eran y son inevitables, y forman parte de la propia naturaleza humana, rodeada esta, además, por las circunstancias que la enmarcan y muchas veces la sacuden, como en este caso ocurre. Desde el primer momento asumí todas las responsabilidades en cuanto al cuido estricto por la veracidad de las informaciones a ser trasmitidas, fundamentándome en un doble conjunto de razones: la razón médico-científica, en primer término, y, en segundo lugar, y de manera especialmente cuidada desde lo más profundo de mi alma y de mi conciencia, la razón humana, la razón amorosa, para ser más preciso, ¡la razón amorosa!
De la primera, es decir, de la razón médica, ya hemos hablado un poco. Ha sido un proceso lento y cuidadoso de aproximación y diagnóstico, de avances y descubrimientos a lo largo de varias etapas, en las cuales se vino aplicando un riguroso procedimiento científico que no aceptaba ni acepta apresuramientos ni presiones de ningún tipo. La norma suprema que sustenta esta poderosa razón es la plena verificación científica, más allá de los indicios y sospechas que vinieron apareciendo. Y acerca de la razón amorosa, estoy obligado ahora a hablarles desde lo más hondo de mí mismo. En este instante recuerdo el 4 de febrero de aquel estruendoso año 1992. Aquel día no tuve más remedio que hablarle a Venezuela desde mi ocaso, desde un camino que yo sentía me arrastraba hacia un abismo insondable. Como desde una oscura caverna de mi alma brotó el “por ahora” y luego me hundí.
También llegan a mi memoria ahora mismo aquellas aciagas horas del 11 de abril de 2002. Entonces también le envié a mi amado pueblo venezolano aquel mensaje, escrito desde la Base Naval de Turiamo, donde estaba prisionero, Presidente derrocado y prisionero. Fue como un canto de dolor, lanzado desde el fondo de otro abismo, que sentía me tragaba en su garganta y me hundía y me hundía. Ahora, en este nuevo momento de dificultades, y sobre todo desde que el mismo Fidel Castro en persona, el mismo del Cuartel Moncada, el mismo del Granma, el mismito de la Sierra Maestra, el gigante de siempre, vino a anunciarme la dura noticia del hallazgo cancerígeno, comencé a pedirle a mi señor Jesús, al Dios de mis padres, diría Simón Bolívar; al manto de la Virgen, diría mi madre Elena; a los espíritus de la sabana, diría Florentino Coronado; para que me concedieran la posibilidad de hablarles, no desde otro sendero abismal, no desde una oscura caverna o una noche sin estrellas. Ahora quería hablarles desde este camino empinado por donde siento que voy saliendo ya de otro abismo. Ahora quería hablarles con el sol del amanecer que siento me ilumina. Creo que lo hemos logrado. ¡Gracias, Dios mío!
Y, finalmente, mis amados y amadas compatriotas; mis adoradas hijas e hijos; mis queridos compañeros jóvenes, niñas y niños de mi pueblo; mis valientes soldados de siempre; mis aguerridos trabajadores y trabajadoras; mis queridas mujeres patriotas; mi pueblo amado, todo y uno solo en mi corazón, les digo que el querer hablarles hoy desde mi nueva escalada hacia el retorno no tiene nada que ver ya conmigo mismo, sino con ustedes, pueblo patrio, pueblo bueno. Con ustedes no quería ni quiero para nada que me acompañen por senderos que se hundan hacia abismo alguno. Les invito a que sigamos juntos escalando nuevas cumbres, que hay semerucos allá en el cerro y un canto hermoso para cantar nos sigue diciendo desde su eternidad el cantor del pueblo, nuestro querido Alí Primera. ¡Vamos pues, vamos, con nuestro padre Bolívar, en vanguardia, a seguir subiendo la cima del Chimborazo! ¡Gracias Dios mío! ¡Gracias pueblo mío! ¡Gracias, vida mía! ¡Hasta la victoria siempre! ¡Nosotros venceremos!
La Habana, esta querida y heroica Habana, 30 de junio de 2011.

Pensamiento crítico: aporte indispensable a la lucha revolucionaria
Por Waldo Mendiluza
Caracas, 30 jun (PL) Por sexto año consecutivo, el Gobierno venezolano anunció este miércoles el Premio Libertador al Pensamiento Crítico, galardón que se entrega a obras publicadas en lengua española por intelectuales progresistas del planeta.
  Merecieron el reconocimiento de 2010 los autores españoles Carlos Fernández y Luis Alegre por el texto "El orden de El Capital", al cual el jurado consideró un aporte a la visión integral de lo social y al debate en torno a la construcción del socialismo.
El libro de más de 600 páginas repasa "El Capital", de Karl Marx, y su vigencia.
A propósito del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, Prensa Latina conversó con el intelectual argentino Atilio Borón, uno de los miembros del jurado, integrado además por la mexicana Ana Esther Ceceña, el cubano Juan Valdés y los venezolanos Luis Damiani y Humberto Mata.
Borón es politólogo, sociólogo y profesor universitario, autor de varios libros y publicaciones.
Prensa Latina: ¿Qué comentarios le merecen esta nueva edición del Premio Libertador al Pensamiento Crítico? 
Atilio Borón: Los mejores, se presentaron 68 obras de autores de varios países latinoamericanos y europeos, que sobresalen por su profundidad y calidad. En el jurado llegamos a una lista de por lo menos 15 títulos que merecían serias consideraciones como eventuales ganadores. Otorgamos de manera unánime el premio a Carlos Fernández y Luis Alegre, pero debo decir que me provoca una mezcla de sensaciones por las posibilidades reales de muchos trabajos.
PL: ¿Cuáles son las virtudes de "El orden de El Capital"? 
Borón: La obra es importante, sobre todo en este momento que vive España, donde la crítica a los estragos del neoliberalismo está provocando una enorme reacción popular. El libro de Fernández y Alegre constituye un estímulo a esas luchas, además de establecer un puente efectivo de cooperación intelectual y política entre los compañeros europeos y latinoamericanos. "El orden de El Capital" viene a ratificar algo a mi juicio innegable, no hay pensamiento crítico contemporáneo al margen de la tradición marxista, por supuesto enriquecida con otros aportes.
PL: ¿Cómo ver en la práctica el aporte del pensamiento crítico? 
Borón: Es clave, sobre todo cuando tiene una raíz marxista. Aún para aquellos hombres y mujeres empeñados en ser prácticos y pragmáticos, no hay nada más práctico que una buena teoría. Se trata de contar con un mapa de navegación que te dice por dónde avanzar, cuáles son los escollos a evitar y cuáles son los puertos destino de nuestros proyectos emancipadores. El pensamiento crítico es una contribución indispensable para la lucha de los pueblos. No bastan la militancia activa y el compromiso, si no van acompañados de una gran claridad de cuáles son los objetivos, los instrumentos de lucha, los rivales y los aliados; en fin, el pensamiento crítico responde a esas preguntas.
PL: ¿Puede entonces considerarse un instrumento de lucha? 
Borón: Por supuesto, yo diría más que eso; el pensamiento crítico es un arma decisiva en la actual coyuntura de Latinoamérica, donde están en marcha procesos de cambios, y del planeta, porque necesitamos herramientas para interpretar la situación de crisis que atraviesa el capitalismo a escala mundial.
PL: ¿En el orden personal, en qué proyectos trabaja Atilio Borón? 
Borón: Estoy trabajando en un marco más latinoamericano que argentino, empeñado en la batalla de ideas a la cual nos ha convocado desde hace unos años Fidel Castro. Tenemos el compromiso de dar el debate contra las corrientes neoliberales imperantes, contra la oligarquía mediática.
PL: ¿A propósito de los medios, qué opinión le merece ese escenario? Borón: Hoy por hoy se libra una guerra en los medios, que se da en Argentina y con características muy similares en toda América Latina. Por tanto, es una lucha internacional y nuestra respuesta debe estar a esa altura. Es un terreno que demanda mucho compromiso y empeño, para como dije hacerle frente a las corrientes neoliberales y la visión hegemónica.
arc/wmr/ema

Dossier-Racismo:
1. Valoran importancia de seminario sobre Cuba y los afrodescendientes
en América, efectuado en La Habana
2. “La lucha por la profundización del socialismo en Cuba está obligada a ser
antirracista”, palabras de Fernando Martínez Heredia
3. El racismo, absolutamente condenable, palabras de Abel Prieto

(tomado de Granma, lunes, 20 de junio de 2011)
Alentadores caminos de reflexión
Valoran importancia de seminario sobre Cuba
y los afrodescendientes en América, efectuado en La Habana
Pedro de la Hoz
Los caminos de reflexión abiertos durante los cinco días del Seminario Cuba y los afrodescendientes de América, auspiciado por el Instituto Juan Marinello en La Habana, apuntaron hacia el reconocimiento de la enorme deuda histórica con los hombres y mujeres arrancados por la fuerza de sus tierras para ser explotados y a la necesidad de visibilizar los aportes sociales, económicos y culturales de quienes contribuyeron a fundar nuevos pueblos en esta parte del mundo.
También fueron ventilados problemas que gravitan sobre las poblaciones negras y mestizas del hemisferio, como la pobreza, la marginación, la falta de oportunidades y la discriminación.
Aún en una sociedad como la cubana, en la que con el triunfo de la Revolución fueron desmontadas las bases institucionales de la discriminación y en un proceso inédito se democratizaron la educación y la cultura, persisten ciertos prejuicios raciales y no se han podido todavía borrar definitivamente las desventajas históricamente acumuladas entre los sectores poblacionales negros y mestizos.
En tal sentido cobraron fuerza las palabras dichas por Miguel Barnet al clausurar el evento, cuando expresó que Cuba estaría incompleta si no reconocemos en su justa medida el aporte de los africanos y sus descendientes a la formación de la nacionalidad y la cultura del país, en tanto debe lucharse mientras sobrevivan uno solo de los prejuicios y taras legados por la anterior sociedad discriminadora y racista.
Por eso, al hablar también desde la perspectiva cubana, el sociólogo Fernando Martínez Heredia, Premio Nacional de Ciencias Sociales, al inaugurar el foro manifestó: "El racismo favorece a las necesidades ideológicas de aquellos que aspiren a un regreso mediato al capitalismo, porque es una naturalización de la desigualdad entre las personas, algo que nadie admitiría en la Cuba actual si se planteara respecto al orden social en general. Por tanto, con mucha más razón tenemos que desarrollar y hacer triunfar el antirracismo: la lucha por la profundización del socialismo en Cuba está obligada a ser antirracista".
Pesan las palabras dichas por el activista social norteamericano James Early al reconocer: "Estados Unidos no lidera hoy el movimiento afrodescendiente mundial, a pesar de la larga historia de lucha de sus comunidades. El centro se encuentra en América Latina y el Caribe, porque es donde se está intentando hacer coincidir las agendas ciudadanas con las estatales. En este contexto, la Revolución Cubana que hizo de los marginados —los de antes de 1959 y los que quedaron después— sujetos listos para construir su país, tiene una responsabilidad central por el ejemplo que irradia al resto de la región. Construir entre todos debe ser la propuesta: en la diversidad tomaremos mejores decisiones".
A estos esfuerzos se sumará, desde hoy en Caracas, el Foro sobre la Afrodescendencia en Nuestra América, que hasta el jueves 22 pondrá acentos en las transformaciones sociales en el continente y en el diálogo con los pueblos africanos.

(tomado de La Jiribilla http://www.lajiribilla.cu/ )
“La lucha por la profundización del socialismo
en Cuba está obligada a ser antirracista”
Fernando Martínez Heredia
(Palabras en la inauguración del seminario Cuba y los pueblos
afrodescendientes en América.)
Ante todo quiero expresar, a nombre del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICIC), nuestro reconocimiento más sentido a los funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas que han desempeñado un papel muy importante en la convocatoria y organización de este Seminario. Ustedes han hecho una demostración de excelente disposición, comprensión de la relevancia de esta tarea y colaboración efectiva. Al tener la satisfacción de reconocerlo, debo agregar que esa actitud de ustedes constituye para mí una esperanza, frente a la decadencia tan deplorable que registra el papel de la ONU ante las iniquidades que suceden en el mundo actual.
Este encuentro académico y cultural se propone aprovechar la proclamación de 2011 como Año de los Afrodescendientes para dar un paso más en las actividades y los estudios sobre estos temas. Resulta una actividad positiva para el tema que nos convoca, porque nos permite a los activistas y estudiosos que vivimos lejos unos de otros conocernos mejor, intercambiar ideas, preguntas y propuestas, y sobre todo porque aumenta nuestra conciencia de lo que significa este campo de problemas en América y en el mundo actual, y de la necesidad de que actuemos sin dilación para enfrentar los desafíos extraordinarios que ya están planteados. Si le sacamos provecho como evento de análisis y como lugar de propuestas de acción, puede llegar a ser un hito en el largo camino.
En cuanto nos asomamos a las denominaciones que hoy intentan describir a los que vivimos en este continente, nos encontramos con cuestiones fundamentales para explicarse el mundo del último medio milenio. Durante toda esa larga época, la América Latina y el Caribe han sido encuadrados sucesivamente en los mapas mundiales del capitalismo, como una región siempre subalterna y en explotación. El colonialismo y el neocolonialismo son dos conceptos clave para comprender esos encuadres sucesivos tanto en los análisis que se hagan desde el ángulo económico, como desde los ángulos político y cultural. En los hechos y los procesos reales, estos tres aspectos están muy interrelacionados y sólo pueden explicarse integrándolos en totalidades de conocimiento, aunque es imprescindible investigar y profundizar en cada uno de ellos.
Para desarrollar su sistema y multiplicar sus avances, la modernidad capitalista saqueó a fondo el planeta, aplastó comunidades y culturas, esclavizó a decenas de millones de personas, destrozó formas de vida y de producción, explotó el trabajo, desbarató o prostituyó complejas organizaciones sociales y erosionó el medio ambiente a escala universal. Ya en 1524, Hernán Cortés le recomendaba al emperador Carlos V ordenar a sus súbditos que colonizaran a México, en vez de limitarse a depredar el país. Tres siglos y medio después, Carlos Marx explicaba que el capitalismo no es sobre todo un modernizador de las sociedades, sino un devorador de ganancias, que para obtenerlas no desdeña utilizar las formas más brutales o “arcaicas” de producción y relaciones sociales o el saqueo, junto al dinamismo colosal y las revoluciones continuadas de las condiciones económicas que lo caracterizan. América fue sometida a un despoblamiento genocida de sus habitantes autóctonos que no tiene paralelo, pero también a un poblamiento forzado mediante el mayor traslado de seres esclavizados de la historia humana, desde África. El afán de lucro creó y desarrolló el horrible negocio de comprar y usar personas como esclavas, despojarlas de todos los rasgos de su condición humana y su cultura que pudieran perjudicar a su explotación, y estrujarlas en el trabajo hasta la muerte. Sobre la base de este sistema infame fue que pudo desarrollarse el capitalismo.
Sidney Mintz escribió que no comprendía cómo se asociaba a los negros a la marginalidad, cuando han estado tanto en el centro del modo de producción. Pero es que el sistema de explotación y opresión capitalista necesita convertir sus hechos y sus procedimientos —aun los más criminales— en el orden de cosas que se considere “normal”, y construir una hegemonía que incluya la generalización de creencias que le favorezcan y que ayuden al consenso de las mayorías con el propio sistema de dominación. Toda dominación establecida es cultural. Al racismo impuesto por todos los medios materiales y legales, y apoyado en tradiciones de exclusión y menosprecio, lo acompañó y sucedió —con el auge del progreso y la civilización— el racismo “científico” como forma de naturalización de la desigualdad entre los seres humanos. Durante generaciones después del fin de la esclavitud, haber sido esclavo, ser descendiente de esclavos, fue una marca y un descrédito para las víctimas, y no para los victimarios, protegidos por un manto de olvido, que si a ellos les convenía, parecía conveniente también a los negros y mestizos, para ir mereciendo más aprecio social. Un hecho social de un peso formidable estuvo en la base de la factibilidad de ese mundo ideal: los cambios en los modos de explotar el trabajo y dominar a las mayorías dejaron a los descendientes de los esclavos en una situación de franca y brutal desventaja, en cuanto a medios de vida, capacidades, oportunidades, lugar social y otros aspectos, desventaja que debía con el tiempo reforzarse y tender a la permanencia.
Hoy constatamos las situaciones de franca desventaja en que vive la mayoría de esa parte de la población de la región. Entiendo que esto se relaciona íntimamente con las secuelas de la esclavitud y la persistencia del racismo, pero al mismo tiempo con el desarrollo histórico de sociedades regidas por sistemas de capitalismo subordinado a los centros imperialistas, en las cuales las mayorías sufren explotación, falta de oportunidades y servicios básicos, diversas formas de dominación y exclusiones.
Creo en la necesidad de desarrollar el rescate y la valoración positiva de los aportes y las identidades de los llamados afrodescendientes, el conocimiento de los problemas que afrontan en la actualidad y las vías para superarlos. Después de un prolongado y complejo proceso histórico, los descendientes de aquellos africanos y africanas comparten la identidad del conjunto de los pueblos y naciones que contribuyeron a formar con su trabajo, las culturas que portaban, sus sacrificios, sus vidas y su participación en los movimientos políticos por la libertad, la soberanía y la justicia social, y también esos descendientes se reconocen y son identificados respecto a características procedentes del tronco originario de sus antecesores. Y considero necesaria la progresiva integración de las acciones prácticas y los estudios en este campo con las luchas latinoamericanas por la plena soberanía, la autodeterminación y transformaciones sociales profundas en favor de las mayorías, y con procesos de integración que potencien la independencia efectiva, las relaciones y la solidaridad entre sus países y el desarrollo del bienestar de sus pueblos.
Es natural que en los intercambios intelectuales entre los que tenemos propósitos e ideales comunes tengan su lugar los análisis de las cuestiones de cada país. Por otra parte, Cuba ha desarrollado y mantiene una experiencia singular en América, que incluye un acumulado cultural muy notable en cuanto a los temas de este Seminario. Permítanme entonces hacer un comentario personal, forzosamente parcial, sobre algunos aspectos de la cuestión racial dentro del proceso de la Revolución y en la actualidad. Aunque no lo abordaré aquí, nunca debemos olvidar la importancia descollante de las revoluciones, los complejos culturales populares y los proyectos cubanos en las relaciones interraciales y la integración nacional.
La Revolución emprendió desde 1959 una transformación de las personas, las relaciones sociales, las instituciones y otros aspectos de la vida social y el país en su conjunto que resulta incomparable a cualquier hecho histórico anterior —excepto la colonización de Cuba por los europeos—, por su profundidad, su carácter abarcador y sus consecuencias.
La vida de los no blancos sufrió un brusco cambio sumamente positivo, y comenzaron procesos paulatinos de ascenso de su calidad de vida, sus expectativas, su estima y su prestigio social. El racismo sufrió una gran derrota en su naturaleza, sus manifestaciones y, ante todo, en las bases que tenía en el sistema social de dominación burguesa neocolonial. Pero hubo dos ausencias fundamentales en la política de la Revolución en este campo. Una fue consecuencia del propio proceso: la lucha por la obtención de la unidad del pueblo y de los revolucionarios, y su conversión en un principio central de la ideología y las prácticas políticas. Además del carácter unificante que posee toda gran revolución, las diversidades sociales fueron obviadas ante la unidad, y sus problemas no se atendieron a fondo, e incluso fueron sacrificadas cuando se consideró necesario. Ese hecho se reforzó por el peso inmenso y abarcador de la politización en la vida social de la población.
La lucha contra el racismo formaba parte de la Revolución, pero no fue una de aquellas banderas suyas que eran asumidas por el pueblo con un ardor avasallador que rendía oposiciones, escollos, tradiciones y prejuicios, y eran organizadas por el poder revolucionario para darles viabilidad y efectos permanentes.
La otra ausencia provino del recorte del alcance de la Revolución que sucedió a inicios de los años 70. El ciclópeo trabajo de modernizaciones emprendido entre todos y guiado por el poder revolucionario en su primera etapa incluía la comprensión de que la modernización tenía que ser al mismo tiempo criticada, comprendida y denunciada como un peldaño que la dominación puede ascender sin dejar de existir, y que puede terminar en la “normalización” de las cosas y el fortalecimiento de una nueva forma de dominación, modernizada.
En la segunda etapa, iniciada con los años 70, esa comprensión se fue perdiendo y abandonando, lo que ha ocasionado un daño grave al proceso. El combate a ese retroceso fue incluido en el proceso llamado de rectificación de errores, de la segunda mitad de los años 80. En estos últimos 20 años, esa grave deficiencia de la conciencia y la crítica socialistas sigue vigente, aunque los datos del problema han cambiado mucho.
Por la primera ausencia se abandonó prácticamente la concientización antirracista y la elaboración de una estrategia de educación de los niños y jóvenes —y de reeducación de los adultos— para una integración socialista entre las razas en Cuba, a pesar de que las tareas y los logros de la Revolución le hubieran brindado un suelo óptimo. Al contrario, se veía mal referirse a cuestiones “raciales”, las cuales serían “rémoras de la sociedad anterior” que el socialismo en general liquidaría.
La segunda ausencia estimuló el individualismo egoísta, la formación de grupos privilegiados y retrocesos notables en la ideología revolucionaria, a pesar de que la expansión y sistematización de los logros de la Revolución y de las acciones internacionalistas brindaban un suelo muy favorable y apropiado para continuar la política de relaciones dialécticas entre la liberación y las modernizaciones, gobernada por la primera y con procesos de concientización correspondientes. Los resultados fueron muy contradictorios, tanto a nivel del país en su conjunto como al de las personas.
En la cuestión racial fueron muy positivas en esta etapa la maduración de las relaciones interraciales en la vida de los individuos, la universalización de la educación y su papel destacado en el ascenso social y el prestigio, la preocupación por que los no blancos tengan una participación mayor en las instituciones y la parte que les tocó a estos en el aumento del bienestar material que se produjo. Pero el paradigma civilizatorio que tendió a predominar contenía latentes elementos del orden burgués que lo creó, y para este los pobres son individuos ineptos o que no cuentan, y los no blancos son seres inferiores.
En la actualidad el problema tiene dos aspectos discernibles: realidades desventajosas, que incluyen los niveles de pobreza, y el relativo a persistencias del racismo. En las tres primeras décadas después de 1959 la vinculación entre ambos aspectos fue, a mi juicio, la menor a lo largo de toda la historia de Cuba; en las dos últimas ha crecido, pero está lejos de ser lo determinante en cuanto a las manifestaciones de racismo. Quiero resaltar que para analizar todas estas cuestiones es imprescindible tener en cuenta las diferencias de los problemas en los diferentes medios sociales existentes y los correspondientes ambientes que en ellos cristalizan.
El combate a las desventajas “objetivas” que padece una alta proporción de los no blancos debe formar parte, sin duda, de una política revolucionaria socialista general que favorezca a las cubanas y cubanos de cualquier color de piel que padezcan esas situaciones. Pero es imprescindible añadir una política especializada —bien fundamentada—, dirigida a erradicar o disminuir las situaciones de personas y grupos no blancos que se deben a una reproducción continuada de sus desventajas que se convierte en formas culturales, y las que se deben a relegaciones y discriminaciones por causas raciales. En el diseño y en la instrumentación de esa política deben ser determinantes la participación, juntos, de especialistas y de personas que forman parte de los grupos en desventaja, y la voluntad de no permitir que se reduzcan a acciones administrativas que se rutinizan, decaen y finalmente desaparecen.
El segundo aspecto proviene de las discriminaciones y prejuicios que configuran la persistencia del racismo. Quisiera hacer una distinción previa a mi comentario. Todos los logros científicos recientes ratifican y demuestran la ausencia de diferencias “naturales” entre los diferentes grupos de la especie humana que son clasificados como “blancos y “no blancos”. Eso está muy bien, pero no impide la existencia de las razas como construcciones sociales históricamente determinadas, siempre ligadas de un modo u otro con la exclusividad y superioridad de unos y la identificación de los otros como seres incompletos o inferiores. De manera que afirmar que no hay razas” no resuelve en realidad los problemas del racismo.
En un sentido opuesto, la afirmación de que los no blancos “somos diferentes” y debemos centrarnos en obtener un reconocimiento respetuoso de nuestra diferencia me parece errónea. Es peligrosa en la práctica, porque debilita la pelea por la igualdad real y total —y no meramente escrita en los textos— de todos los cubanos, y hasta parece desistir de ella; y es ambigua, porque en su posición cabe la aceptación tácita de un digno segundo lugar en la sociedad y una ciudadanía de segunda, y las divisiones consecuentes, entre negros y mulatos, y entre los que se reconocen “de color” y los que tratan de “parecerse al blanco”, ser aceptados por él y hasta “traspasar la línea del color”. Eso se parecería demasiado al mundo que conocí en mi niñez. Una cosa es la riqueza maravillosa de las diversidades —y la legitimidad de identidades que existen inscritas en otra más general—, y otra es refugiarse y resignarse a la manipulación practicada y teorizada en el mundo desde hace algunas décadas, mediante las cuales se les reconocen a los que hasta ayer fueron colonizados, explotados, oprimidos y tenidos por seres inferiores sus identidades como grupos, y hasta se les celebran, para que se solacen y se conformen con ellas, en vez de pretender su liberación de todos los yugos y una vida más plena, en la que sean dueños de sus países y de su trabajo, participen como iguales en la dirección política de la sociedad y tengan acceso al bienestar y las conquistas que ya existen en el mundo.
En los últimos 15 años ha ido creciendo la percepción del problema de la persistencia del racismo y el rechazo de sus graves implicaciones, en sectores cada vez más amplios y en un buen número de instituciones; el presidente Raúl Castro lo ha expresado en duras palabras. Pero todavía estamos lejos de una conciencia nacional fuerte, generalizada y decidida a actuar en consecuencia.
Los problemas del racismo en la Cuba actual han sido abordados en numerosos espacios de debate y algunos de estudio, y hoy contamos con una buena cantidad de documentos e investigaciones sobre el tema, especialistas y activistas habituados a tratarlo y propuestas concretas de un notable valor. Sería lógico agregar que ya están en marcha una estrategia y un gran número de acciones y campañas para enfrentar, batir e ir erradicando esta lacra tenaz de nuestra sociedad. Pero eso todavía no está sucediendo. En la identificación, el rechazo y la lucha contra el racismo existen serias diferencias entre la posición oficial de la Revolución y las ideas que manejamos nosotros, por una parte, y lo que sucede en la práctica social, por la otra. Pienso que las propuestas, el debate, la divulgación y las acciones concretas antirracistas abatirán esa brecha.
Si miramos la específica cuestión de las razas y el racismo desde una perspectiva más general, pueden entenderse mejor sus problemas y los caminos de su superación. El racismo hoy, con todo y sus antiguas raíces, está ligado a los efectos que ha tenido la crisis desatada en los años 90 sobre los grupos menos favorecidos de nuestra sociedad, pero también está ligado a la disgregación social, al apoliticismo, a la conservatización de la vida social y otros fenómenos desplegados en estas dos últimas décadas. El racismo favorece a las necesidades ideológicas de aquellos que aspiren a un regreso mediato al capitalismo, porque es una naturalización de la desigualdad entre las personas, algo que nadie admitiría en la Cuba actual si se planteara respecto al orden social en general. Por tanto, con mucha más razón tenemos que desarrollar y hacer triunfar el antirracismo: la lucha por la profundización del socialismo en Cuba está obligada a ser antirracista.
No quiero terminar sin sumarme a un planteamiento que nos han hecho hermanos queridos y solidarios. Cuba es el país de este continente que ha realizado tareas maravillosas que establecen la dignidad de la condición humana, los derechos iguales —vitales y ciudadanos— y grados muy notables de bienestar de los descendientes de aquellos africanos que fueron traídos a la Isla como esclavos. Es el pequeño país que ha logrado cambiar la vida en favor de las mayorías, redistribuir la riqueza y garantizar los servicios sociales y la pacificación de la existencia a un grado ejemplar, ha logrado la plena soberanía nacional y la ha defendido victoriosamente frente a la agresión sistemática y la enemistad de la mayor potencia imperialista del planeta. Por ese proceso único y por su solidaridad internacionalista con los pueblos, goza de un inmenso prestigio en todo el continente. Pero la voz de Cuba resulta muy insuficiente en el terreno de las luchas y las ideas de los descendientes de africanos por sus identidades, sus derechos y sus demandas, y no se siente una política cubana articulada y actuante en ese campo. Aspiramos a que las intervenciones y los debates de los talleres, las propuestas y las demás actividades e intercambios de este Seminario constituyan una modesta contribución intelectual y una exhortación a que en el tema que nos reúne se cumpla también lo que un 17 de abril José Martí llamó el deber de Cuba en América.
Muchas gracias.

(tomado de La Jiribilla http://www.lajiribilla.cu/ )
El racismo, absolutamente condenable
Abel Prieto
(Declaraciones del Ministro de Cultura a La Jiribilla en la clausura del Seminario Cuba y los pueblos afrodescendientes en América, convocado por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello).
La Revolución barrió las bases institucionales del racismo, sin embargo, quedan, a escala de la conciencia, expresiones discriminatorias en la subjetividad de las personas. No obstante, nos toca a todos trabajar por convertir el racismo en algo absolutamente condenable. Ser antirracista tiene que ser algo instintivo para un revolucionario como ser anticolonial, antiimperialista y anticapitalista. No se puede tener idea de igualdad y justicia sin rechazar esta monstruosidad y, lamentablemente hasta este momento no hemos logrado una conciencia mayor sobre este tema.
Creo que el trabajo realizado por la comisión de la UNEAC, el grupo que dirige el historiador Eduardo Torres Cuevas en la Biblioteca Nacional, el programa que anunció el Instituto Cubano del Libro (ICL) durante la presentación de Piel negra, máscaras blancas, de Franz Fanon en el Centro Loynaz, son iniciativas en el contexto del Año de los Afrodescendientes lanzado por las Naciones Unidas, pero teniendo en cuenta que abarcará más de un año. Esta lucha tiene que ser sistemática en todas las instituciones nuestras. En las discusiones y debates como éste, hay que lograr más intencionalidad, ser más coherentes y rigurosos. Es hora de revisar programas de estudio en las escuelas de arte y en general, los instructores de arte deben incluir las culturas provenientes de África, y en esas revisiones estamos trabajando. El racismo como tema cultural asociado al colonialismo tenemos que combatirlo en el terreno de la cultura con seriedad extrema.
Hace unos días me reuní con Danny Glover, con James Early y estuvimos hablando de lo que Cuba ha avanzado en este campo. Es voluntad de la dirección del Partido y el Gobierno trabajar de manera más sistemática y profunda en solucionar lo que la Revolución empezó en el año 1959.

De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.
Responsables de esta edición de Voz 74: 
Yuri Aguilar Dávalos
y Remberto Cárdenas Morales

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