lunes, 6 de junio de 2011

Voz 70


Voz
La Paz (Bolivia), 6 de junio de 2011          Año II          No. 70

Libertad inmediata para los Cinco héroes cubanos, presos políticos del imperio



Índice
Consulta al pueblo cubano es democracia de masas
El VI Congreso y los retos de Cuba
Ricardo Alarcón de Quesada   2011-05-25  
Allende:
“Este es un gobierno socialista mierda y no entregamos a ningún compañero”
Escrito por Tribuna Popular (Venezuela)  
Mariela Castro:
“Imagino un socialismo democrático, sin dogmas y sin prejuicios”



Consulta al pueblo cubano es democracia de masas
Los lineamientos de política económica y social que aprobó el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) y que ahora son de este Partido y de la Revolución cubana, fueron consultados al pueblo de la Mayor de las Antillas durante tres meses en más de 130.000 reuniones, de las que participaron 8 millones de cubanos y cubanas, en las que fueron recogidas opiniones de aprobación (o rechazo) y sugerencias que se incorporaron al borrador final de aquel documento.
En esas reuniones, los dirigentes de todos los niveles del PCC y los delegados al VI de esta organización partidaria, recogieron opiniones y propuestas de modificación, complementación y las nuevas propuestas. Todas aquéllas fueron discutidas y aprobadas (casi ninguna rechazada) en la máxima reunión partidaria.
El borrador de aquellos Lineamientos… fue pensado y elaborado, en su primera versión, durante largo tiempo (al menos dos años). Entonces ya se contó con la participación de profesionales, miembros del gobierno, dirigentes del PCC y de organizaciones sindicales, como la Central de Trabajadores de Cuba.
La consulta aquella fue amplia y con la profundidad que se refleja en las sugerencias, formuladas en miles de encuentros. Aquella consulta se realizó bajo la dirección del PCC y la organizaron de los sindicatos, asociaciones femeninas, Juventud Comunista, federaciones de estudiantes de estudiantes y universitarios, agrupaciones de profesionales; entre éstas, de médicos, profesores, periodistas, trabajadores del arte y la cultura y otras.
Fue una consulta a la inmensa mayoría del pueblo, en realidad, a todo el pueblo y de manera directa, sobre todo en asambleas, y los medios de comunicación de aquel país hermano fueron los encargados de la publicación de los Lineamientos… y de las sugerencias. El diario Granma publicó el primer borrador y la última versión aprobada en el VI Congreso del PCC. Ese matutino y Juventud Rebelde, otro diario cubano, propagaron a escala de masas, los principales discursos previos al congreso de los comunistas, durante la realización de aquél y, después, así como con diversos materiales referidos a los Lineamientos…
El Informe del presidente, Raúl Castro Ruz, presentado en la inauguración de aquella reunión de los comunitas cubanos, fue difundido ampliamente. Del mismo modo las Reflexiones del compañero Fidel (como las otras), especialmente, las que dieron cuenta de las actividades al VI Congreso del PCC.
Raúl Castro, ahora primer secretario del Comité Central del PCC, creemos que con mucha razón, dijo que el VI Congreso de su Partito, en cierto modo, había empezado y que se realizaba desde antes, es decir, mientras se desarrollaba aquella consulta, ciertamente, de masas o con las masas, como se entienda mejor.
Aquella consulta, de alcance nacional y popular en Cuba, es uno de los rasgos esenciales de la democracia que se practica allí, y que no sólo se discursa sobre ella. Por eso es posible aceptar plenamente la definición de Fidel acerca de la democracia, expresada en más de uno de sus destacados discursos: “(…) la democracia verdadera es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, y un gobierno con la participación total del pueblo”.
El Comandante en Jefe destaca, en otra intervención suya, los alcances de la democracia:
“(…) Democracia —dice— es aquella en que la mayoría gobierna; democracia es aquella en que la mayoría cuenta; democracia es aquella en que los intereses de la mayoría se defienden; democracia es aquella que garantiza al hombre, no ya el derecho a pensar libremente, sino el derecho a saber pensar; el derecho a saber escribir lo que se piensa, el derecho a saber leer lo que se piensa, el derecho a saber leer lo que se piensa o piensen otros; el derecho al pan, el derecho al trabajo, el derecho a la cultura y el derecho a contar dentro de la sociedad (…)”.
En la consulta, a la que se refiere esta nota de Voz 70, tratamos de mostrar que aquélla manifestación de la democracia sólo es posible en el socialismo verdadero, como el vigente allí, a pesar del bloqueo yanqui, esa guerra económica, financiera y comercial en contra de la Isla.
Incluso debemos tener a la vista que en el ex socialismo de Europa de Este, derrotado en los años 90 del siglo pasado, salvo excepciones, no hubo consulta al pueblo como en Cuba, con el “argumento”, si se lo admite como tal, de que el Partido de la clase obrera resumía y defendía los intereses de todo el pueblo y que, por tanto, no había necesidad de una consulta al que también nosotros llamamos “el soberano”. Sin embargo, los proyectos de leyes aprobados por la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, y que ahora son leyes de Bolivia, no han sido consultados como se esperaba, aunque los gobernantes dicen que aquí impulsan una revolución democrática.
Un apunte adicional, pero igualmente importante sobre aquella consulta al pueblo cubano: ésta no ocasiona gastos que se carguen a las finanzas públicas. Los organismos del pueblo cubano, si hay algún gasto por refrigerios (para decir un ejemplo marginal) es cubierto con el dinero que aportan los integrantes de aquellas instancias populares.
En suma, la participación del pueblo cubano en la discusión de propuestas vitales como Los lineamientos… y en la toma de decisiones es una manifestación de la democracia cubana, que es de todo el pueblo, reiteramos, la que demuestra ser una fortaleza invencible.

El VI Congreso y los retos de Cuba
Ricardo Alarcón de Quesada   2011-05-25  
Artículo escrito para Revista Punto Final de Chile
Julio Antonio Mella, fundador del primer partido comunista cubano, abogó siempre por un socialismo autónomo y creador, surgido del pensamiento libre de personas capaces de razonar por sí mismas.
La búsqueda de un modo cubano de pensar es la raíz misma de la identidad nacional desde muy temprano en el Siglo XIX, guió las luchas emancipatorias que se multiplicarían hasta alcanzar su realización con el triunfo de enero de 1959.
El VI Congreso del Partido asume ese espíritu fundacional no sólo por sus resultados, sino también por el proceso que lo antecedió y le dará continuidad.
Comenzó con la publicación el 9 de noviembre del pasado año del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, que circuló ampliamente entre toda la población. Durante tres meses, del primero de diciembre del 2010 al 28 de febrero de 2011 fue discutido en más de 163 mil reuniones de trabajadores, campesinos, estudiantes y vecinos, en las que participaron más de 8 millones de personas y fue analizado en dos jornadas de sesiones de la Asamblea nacional del Poder Popular el pasado diciembre.
El documento original contenía 291 lineamientos. Como resultado de la discusión popular fueron reformulados el 68% de ellos y se incorporaron otros 36.
El nuevo proyecto, con 313 lineamientos, fue tema central del Congreso. Primero lo revisaron los delegados de cada provincia que introdujeron cambios adicionales. Éstas y otras propuestas fueron analizadas por cinco comisiones en sesiones cuya amplitud democrática el pueblo pudo apreciar a través de la televisión incluyendo decisiones adoptadas mediante votos que, en varios casos, no fueron unánimes.
Ahora entramos en la fase de implementación de esos lineamientos, proceso que será controlado por una comisión especial y deberá tomar en cuenta los ajustes que sea necesario realizar a su ejecución siempre con la participación de los trabajadores y atendiendo a sus preocupaciones. Si es exacta la afirmación de que el Congreso en realidad comenzó cinco meses antes de su inauguración formal también lo es la de que este ejercicio de reflexión y participación colectiva no concluyó el 19 de abril.
Se trata de llevar a cabo profundas modificaciones al proyecto económico y social que requerirán el papel activo y consciente de todos los cubanos y las cubanas.
Promover la descentralización y reforzar la autoridad y capacidad de los municipios; luchar por una economía más eficiente; fortalecer la autonomía empresarial; estimular formas de empleo no estatales; ampliar la entrega de tierras a quienes deseen cultivarlas; eliminar restricciones innecesarias; suprimir gratuidades indebidas y subsidios excesivos; reducir el aparato estatal y sus gastos; desarrollar la cooperación internacional y la inversión  extranjera. Estos y otros objetivos obligarán a realizar numerosas tareas interrelacionadas que cubrirán el actual quinquenio y demandan sabiduría, sensibilidad, y sobre todo, unidad sin exclusiones a la que convocó el Informe Central presentado por el compañero Raúl Castro y aprobado por el Congreso.
Fue elegida la nueva dirección del Partido. La mitad de los miembros del Comité Central fue renovada. Aumentó la presencia femenina (41,7%) y la de negros y mestizos (31,3%) y la mayoría de sus miembros nacieron después del triunfo revolucionario. Fue convocada la Conferencia nacional el 28 de enero de 2012 para revisar a fondo los métodos y estilo de trabajo y superar “dogmas y criterios obsoletos”. La Conferencia podrá hacer cambios adicionales en la composición de los órganos dirigentes.
El Congreso fue un primer paso en un proceso gradual de renovación y rejuvenecimiento que deberá continuar.
La presencia de no pocos iniciadores de la revolución ha servido para comentarios baratos de nuestros críticos. La CIA fracasó en muchos intentos para liquidarlos y es comprensible su incomodidad al verlos aún combatiendo. Aunar el esfuerzo de varias generaciones, conjugando la experiencia de unos con la frescura de otros, y trasladar responsabilidades mayores a los más jóvenes es la misión de los veteranos. Fue ese el principal mérito de José Martí al juntar en un solo Partido a varias generaciones, a los “pinos viejos”, con los “pinos nuevos”.
No se trata sólo de unir a los comunistas. El Congreso reconoció la contribución de la Iglesia Católica y de su Cardenal, así como la de las demás denominaciones religiosas y llamó a la plena incorporación de los creyentes al empeño común para salvar la Patria de todos.
La meta no es la privatización ni el regreso al capitalismo. Tampoco aplicaremos “terapias de choque” ni dejaremos desprotegido a ningún ciudadano.
El propósito es salvar nuestro socialismo. El socialismo posible en Cuba, hoy, en las condiciones y circunstancias que nos rodean.
Cuba es la única sociedad que emprende desafío semejante en medio de la guerra económica que le impone hace más de medio siglo la mayor potencia del planeta. La hostilidad norteamericana no se reduce al feroz bloqueo económico. Ha tenido siempre un componente de violencia, incluyendo la agresión terrorista.
Acontecimientos recientes volvieron a recordarnos esa realidad insoslayable.  Un tribunal de El Paso, Texas, absolvió a Luis Posada Carriles, connotado terrorista internacional, prófugo de la justicia solicitado por Interpol desde 1985 cuando era juzgado en Caracas por la destrucción en pleno vuelo, en 1976, de un avión civil y la muerte de las 73 personas que en él viajaban.
No se le acusaba ahora por ese crimen ni por ninguno de sus actos terroristas de los que Posada ha alardeado en declaraciones y entrevistas públicas.  A Posada se le acusó sólo de ser un mentiroso. Porque mintió sobre cómo entró, ilegalmente, al territorio norteamericano en 2005 y mintió cuando declaró no tener vinculación con las explosiones con bombas contra instalaciones turísticas cubanas en 1997.
Eran acusaciones realmente insólitas. Estados Unidos expulsa diariamente a miles de inmigrantes indocumentados sin esclarecer cómo entraron violando sus leyes migratorias. Son incontables los que, amarrados de pies y manos, devuelven al país de procedencia sin más contemplaciones.  Si Estados Unidos lo acusó de mentir cuando negó estar vinculado a los recientes ataques terroristas contra Cuba es porque Washington tiene pruebas de que Posada no sólo tuvo relación directa con esos atentados sino que los planeó y dirigió tal y como reconoció en entrevista de primera plana del New York Times en julio de 1998.  Posada, sin embargo, no fue acusado por sus graves fechorías sino apenas por infracciones menores. Ahora continúa gozando de libertad y nadie lo molestará pese a ser un terrorista confeso, buscado por la justicia y un inmigrante ilegal.
La comedia de El Paso era sólo una maniobra del gobierno norteamericano para engañar al público e impedir que en Venezuela siga el juicio por la voladura del avión cubano. Los acuerdos internacionales en esta materia son categóricos, no dejan espacio a la duda: quien sea acusado por algo semejante o se le extradita al país que lo juzgaba o hay que juzgarlo por el mismo crimen en el país donde aparezca “sin excepción de ningún tipo” (Convenio Internacional de Montreal para la Protección de la Aviación Civil, artículo 7).
Es una obligación subrayada en la resolución 1373 que aprobó el Consejo de Seguridad de la ONU en septiembre de 2001 y sirvió de fundamento a la invasión de Afganistán.
Cayó el telón y con él se fue al suelo la hoja de parra que malamente cubría la actitud de las autoridades norteamericanas. Posada Carriles está en Miami celebrando su triunfo. Demoró en regresar porque a él Estados Unidos le prohíbe usar aviones. Sigue en la lista de criminales reclamados por Interpol. Está en territorio norteamericano, en el país que impone una hipócrita “guerra contra el terrorismo” en la que Washington es tan mentiroso como su protegido.
En El Paso se desnudó la inmoral conducta estadounidense. Una funcionaria del servicio de inmigración, testigo del Gobierno, declaró bajo juramento que en agosto de 2005 había solicitado a la Fiscal del Sur de la Florida, Caroline Heck Miller, que encausara a Posada por sus acciones terroristas pero la Fiscal se negó a hacerlo.
La fecha mencionada es significativa. El 9 de agosto de 2005 la Corte de Apelaciones de Atlanta, con el voto unánime de los jueces encargados de revisar su caso, anuló el juicio que había condenado a largas penas de prisión a Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González y René González. Los magistrados determinaron que los Cinco patriotas cubanos habían sido víctimas de una injusticia violatoria de la Constitución norteamericana. Reconocieron que ellos habían librado una lucha heroica para evitar acciones terroristas contra Cuba en un ambiente sumamente hostil. En el histórico fallo los jueces de Atlanta refirieron en detalle el largo historial delictivo de Posada Carriles a quien, por cierto, no llamaron mentiroso sino terrorista con todas las letras.
Pero en vez de actuar conforme dictaba un Tribunal superior el Gobierno bloqueó la solicitud de procesar a Posada, y le permitió disfrutar de total libertad mientras se esforzó por revertir la justa decisión de los jueces de Atlanta.
Ahora Posada se pasea por las calles de Miami y proclama abiertamente ante cámaras y micrófonos que continuará su carrera criminal. Los Cinco Héroes cubanos cumplen ya su decimotercer año de injusto encierro.
Cuba cambia libre y soberanamente. ¿Puede alguien creer en los cambios prometidos por Obama?
(Tomado del sitio web antiterroristas.cu)

Allende:
“Este es un gobierno socialista mierda y no entregamos a ningún compañero”
Escrito por Tribuna Popular (Venezuela)  
Sábado, 04 de Junio de 2011 15:59
Presidente Allende, líder de la revolución socialista de Chile
CARACAS, 4 JUN. 2011, TRIBUNA POPULAR TP.- En el año 1972, cuando arreciaba las presiones norteamericana contra el Gobierno de la Unidad Popular en Chile y habiendo decidido ya su derrocamiento, el Presidente Allende se vio enfrentado a la entrega de un grupo de guerrillero argentino. Ante el análisis de la situación con sus colaboradores, el Presidente tomó la decisión, se puso de pie y dando un golpe de puño sobre la mesa dijo con voz clara y determinación. “Así serán las cosas, pero este es un gobierno socialista mierda y no entregamos a ningún compañero… esta misma noche se van para Cuba”.
A continuación el relato de los hechos realizado por el compañero chileno, Roberto Ávila, ante los acontecimiento que está enfrentando el gobierno del Presidente Chávez.
En medio de un mar de conspiraciones, las que llegaron a causar la muerte del general René Schneider, jefe del ejército chileno, asumió Salvador Allende la presidencia de Chile el 4 de noviembre de 1970. Los norteamericanos se habían propuesto su derrocamiento como tarea de Estado. Una de las posibilidades para agredir a Chile era utilizar a Argentina, entonces con dictadura militar. Las cuestiones limítrofes pendientes eran muchas y todos sabemos que Argentina tiene mayores dimensiones que Chile.
El presidente Allende se reunió con el general Agustín Lanusse y llegaron a acuerdos que diluyeron esta relación bilateral como foco desestabilizador para el gobierno de Chile.
El 15 de agosto de 1972 los 114 prisioneros políticos de la base naval Almirante Zar, sita en la Patagonia argentina, casi todos ellos guerrilleros, se tomaron el penal. Por descoordinaciones sólo algunos alcanzaron a llegar a Trelew donde se hicieron de un avión de pasajeros y enfilaron rumbo a Puerto Montt en territorio chileno.
Entre los fugados venían: Roberto Santucho, jefe máximo del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP); Fernando Vaca Narvaja y Roberto Quieto de la Conducción Nacional de Montoneros; Marcos Osatinsky de las FAR; Víctor Fernández Palmeiro, una leyenda de la guerrilla argentina; Enrique Gorriarán Merlo y otros de la misma significación política.
De Puerto Montt llegaron a Santiago, la realidad jurídica era que habían entrado ilegalmente al país, venían armados y con un avión secuestrado. Esa era la legalidad formal, lo real era su condición de luchadores por la libertad de su patria.
Depusieron las armas y pasaron a la calidad de retenidos en el cuartel central de la Policía Civil chilena, una suerte de huéspedes forzados. La petición de extradición se anunció de inmediato por el gobierno argentino, al que una revolución con tantos enemigos y que luchaba en solitario como la nuestra no podía desatender sin más. Argentina nos había dado hasta un préstamo para comprar trigo.
La derecha chilena tocó de inmediato las campanas del escándalo: “Chile el santuario de los extremistas latinoamericanos”, “se perjudica la relación con Argentina “, “se viola el estado de derecho”.
Una gran manifestación popular en los faldeos del Cerro Santa Lucía expresó la solidaridad revolucionaria de los chilenos con sus hermanos argentinos.
El 22 de agosto 16 de los prisioneros políticos que no pudieron huir fueron fusilados en Trelew, un vil asesinato.
El presidente Allende se reunió con los abogados de los jóvenes argentinos en el Palacio de La Moneda y pidió a su ministro de Relaciones Exteriores su opinión. La relación del ministro fue desoladora: todo el derecho en contra, el nacional y el internacional.
Sólo el presidente del Consejo de Defensa del Estado Eduardo Novoa Monreal dio argumentos a favor de la no entrega. Cada nuevo consultado acumulaba argumentos legales y políticos en pro de la extradición. Los abogados de los fugados veían venir lo peor. Sorpresivamente el presidente de la República de Chile, el jefe de la Revolución chilena, se puso de pie y dando un golpe de puño sobre la mesa dijo con voz clara y determinación. “Así serán las cosas, pero este es un gobierno socialista mierda y no entregamos a ningún compañero… esta misma noche se van para Cuba”.
Esa noche un avión de cubana despegaba rumbo a La Habana con su libertario cargamento. Estábamos solos en el mundo, solo con la amistad leal de los herederos de Martí, hasta la URSS nos negaba ayuda, rodeados por mil peligros, pero no se conjugó jamás el verbo traicionar.
Revolucionarios venezolanos, ese era Salvador Allende, así actuaba la Revolución chilena. Los errores son parte de la vida pero hay que corregirlos.

Mariela Castro:
“Imagino un socialismo democrático, sin dogmas y sin prejuicios”

La sicóloga Mariela Castro, hija del gobernante Raúl Castro, calificó de burdo y vengativo al gobierno de Barack Obama por negarse a canjear los cinco cubanos prisioneros en Estados Unidos por el contratista norteamericano Alan P. Gross, condenado a 15 años de cárcel en la isla.

“Nosotros lo interpretamos como una vendetta del sistema mafioso de poder norteamericano”, declaró la sexóloga en una entrevista transmitida este jueves por la televisión rusa. “Realmente son tan burdos que ni siquiera quieren cambiar a nuestros prisioneros por el prisionero norteamericano que está aquí, que ya fue condenado en un juicio legal”.
La entrevista de media hora fue realizada para Actualidad RT, perteneciente a la organización autónoma TV-Novosti, y durante la conversación, la directora del Centro Nacional de Educación Sexual 
(CENESEX), sorteó preguntas diversas sobre su padre, su tío Fidel Castro y la fascinación que despertó en ella el guerrillero Ernesto Che Guevara, al que insistió en calificar de “tierno”.
También dijo que Raúl Castro le confesó que le gustaría tener tanta libertad como ella y analizó el cambio que se ha producido en la mentalidad de ambos hermanos sobre temas como el machismo y la homosexualidad. Afirmó que ni Fidel ni Raúl han perdido el romanticismo de la primera etapa revolucionaria.
Habló además de una  invasión norteamericana a Cuba que —según ella— parecía inminente en 1994.
CaféFuerte publica íntegra la transcripción de esta entrevista, coincidiendo con las recientes declaraciones de Raúl Castro, quien en vísperas de su 80 cumpleaños sugirió que está listo para retirarse yras su primer mandato al frente del gobierno cubano.
Entrevista de Mariela Castro con el programa “A solas” de actualidad 
rt, 2 de junio de 2011


Elena Rostova: Muchísimas gracias por haber accedido a compartir con nosotros experiencias más personales. Usted es la hija de Raúl Castro y la sobrina de Fidel Castro. En la vida cotidiana, ¿no afecta, no limita esto?

Mariela Castro: Afecta. Desde algún punto de vista es incómodo, pero desde otro punto de vista es bonito, porque he recibido mucha gratificación espiritual, agradecimiento, mensajes muy bonitos de agradecimiento muy sincero de personas no sólo en Cuba sino en otros lugares del mundo justamente por eso. O sea, más bien me ha dado gratificaciones espirituales.

ER: Usted nació poco después del triunfo de la revolución cubana. ¿Cómo recuerda el ambiente que reinaba en si infancia?

MC: Yo recuerdo mi infancia muy feliz. Realmente que mis padres me dejaban eso de explorar, yo recuerdo que siempre estaba encaramada en un árbol, encaramada en cualquier cosa, subiendo columnas… no había esa limitación de que por ser niña no podía hacer cosas de niño, aunque siempre había alguien que me decía “Oye, bájate de los árboles que eso son cosas de niño”. Pero yo siento que había libertad, que recibían con simpatía cualquier cuestionamiento que hacía, siempre hubo la posibilidad de dialogar, de buscar el espacio familiar del diálogo, incluso del cuestionamiento, de ellos a nosotros y nosotros a ellos, de la misma sociedad, de la historia…

Yo recuerdo cuando empecé en la universidad, que empecé a estudiar Filosofía Marxista, [que] me dio muchas más herramientas para cuestionar la realidad, yo me recuerdo que leía la revista Literatura Soviética que vendían aquí que era muy buena, y hay una que nunca la voy a olvidar, yo creo que la voy a guardar toda mi vida, la voy a conservar por toda mi vida, que era una dedicada a Maiakovski, y me 
dio mucha idea de lo que fue esa época que vivió Maiakovski, contradictoria entre época de Lenin, desaparición de Lenin, cuando empieza Stalin, cómo cambió la manera de experimentar el socialismo y 
él [Maiakovski] cómo lo sufrió. Y ahí leí discursos de Lenin donde cuestionaba el “mitinismo” y un grupo de tendencias que él consideraba 
[que] no ayudaban al proceso de experimentación del socialismo, porque tergiversaban su sentido, y yo recuerdo que eso me iluminó, me dio pistas para cuestionar la realidad cubana, y después que la estudiaba muy bien se la pasaba a mi papá. Le decía: Mira, papá, esto hay que cambiarlo aquí también, porque a Lenin le pasaba allá, y nos está pasando a nosotros.
Teníamos esa posibilidad de dialogar y de cuestionar la propia realidad cubana. Y cuestionaba el campo socialista también. Y al cabo de los años me doy cuenta de que tuve esa posibilidad, esa libertad, que hablábamos muy abiertamente en casa sobre muchas cosas. Y realmente eso me dio mucha fortaleza y me hizo muy feliz de que pudiéramos tener esa posibilidad.

Raúl Castro quiere tanta libertad como Mariela
ER: Usted anteriormente ha mencionado que sus padres han tratado de protegerla de la política, que indudablemente no es un mundo sencillo. Pero, ¿hasta qué punto esto ha sido posible? ¿No hay de todos modos una responsabilidad que viene con el nombre?

MC: No, no me gusta asumir responsabilidades públicas desde el nombre, sí una responsabilidad mínima como ciudadana y una responsabilidad de afecto familiar, que yo no quiero hacer cosas que lastimen a mis padres, a mi familia, por supuesto, como cualquier otra persona con sentimiento de pertenencia a una familia. Pero no… En algún momento cuando era más jovencita me proponían, mira para que…, me proponían de delegada para un congreso de una organización estudiantil, y entonces yo, [me preguntaba] bueno, ¿y yo por qué? Que al final como que la realidad me fue diciendo que sí, que había que participar y asumir responsabilidades pero no mucho más allá de las que yo asumía en un ámbito más sencillo….

Y cada vez que alguien me proponía un trabajo, mi mamá [Vilma Espín] decía que no, que me dejaran tranquila donde yo estaba. Y mi papá también veo que ha hecho todo lo posible por evitar que cuando alguien me propone para alguna responsabilidad, él pide por favor que me dejen tranquila en mi trabajo y en las cosas que yo hago. Yo lo interpreto como que me protege. Yo soy muy apasionada y ellos, sobre todo mi papá que es muy apasionado, y [viendo] que el mundo político es complejo y contradictorio, tal vez él prefiere que yo no viva esas contradicciones. Los padres tienden siempre a proteger, aunque digan que no, tienden a proteger. Tal vez se lo deba agradecer, porque yo identifico mi participación política desde la participación ciudadana. 

Creo que me da más libertad. Incluso una vez me lo dijo; mi papá me dijo que le gustaba mucho mi libertad. Que quería ser tan libre como yo. Y bueno tal vez ese es el mensaje que yo deba captar.

ER: Una vez en una entrevista con Ricardo Alarcón, él nos hablaba de una fuerte campaña de descrédito contra Cuba. Usted siendo parte de la familia Castro se ha sentido alguna vez víctima de esa política?

MC: Sí. Yo creo que todas y todos los cubanos hemos sido víctimas… O sea, todos los cubanos identificados con el proceso revolucionario hemos sido víctimas de eso. Aunque yo debo agradecer que la gran mayoría de los periodistas con los que he tenido vínculos han sido muy honestos conmigo, aunque, bueno, ya cuando llegan las noticias a las editoriales o medios de prensa las cosas pueden cambiar. Pero sí he percibido, en la gran mayoría de los periodistas con los que he dialogado, honestidad.


Más líder que tío
ER: Las grandes figuras de la historia muchas veces tienen que sacrificar lo familiar por su obligación ante el pueblo, ante su misión. En su caso, ¿hasta qué punto podría decirse que Raúl político no le dejó espacio a Raúl papá?

MC: No, no lo podría decir. Porque tanto mi papá como mi mamá hicieron un gran esfuerzo por dedicar tiempo a la familia. Por encima de todas las posibilidades, a veces mezclaban reuniones de trabajo con la presencia familiar, si tenían que hacer un almuerzo o una cena de trabajo pedían estar con los hijos, es decir, ellos extrañaban mucho y por eso le daban mucha importancia al tiempo que estábamos juntos. Y también por eso lo agradezco. A veces yo reclamaba que quería tener una mamá y un papá común [es] y corriente [s], y quería que estuviesen en la escuela todos los días como otros papás y otras mamás, que nos llevaran… Mi mamá tuvo más tiempo que mi papá para ir a las reuniones de padres, de estar más vinculada a nuestras vidas cotidianas, pero también ella tenía mucho trabajo. Y aún así, buscaban en tiempo.

ER: Cuando hablamos de Fidel Castro, el mundo entero se imagina a ese héroe, a esa figura legendaria que ha osado hacerle frente al imperio norteamericano. Para usted, ¿es más que nada tío Fidel o lo sigue viendo como una figura?

MC: No. Cuando era niña sí era tío Fidel, pero en la medida que ya después de la adolescencia y en la juventud fui dándome cuenta con más claridad de quién era Fidel, en el sentido histórico y para el pueblo de Cuba, ya empecé a verlo como Fidel, igual que todo el mundo.
ER: ¿Y surgió cierta distancia?

MC: Sí, surgió una distancia con respeto y, además, me dignificaba ver a Fidel como el líder y no como el tío. Me sentía que era más digno. 

Es como crecer y darse cuenta: esa persona no es tu tío, esa persona tiene una responsabilidad social que te pone en una relación diferente ante él.

ER: ¿Qué podría contarnos de él como ser humano, como persona en lo cotidiano?

MC: En lo cotidiano a mí me gustaba mucho desde niña, bueno, la aparición de Fidel en la familia, de repente si decían va a llegar Fidel, ay, llegó Fidel, era siempre un acontecimiento, una gran emoción, y parte era muy placentero. Es decir, se pasaba bien en la compañía de escucharlo. Realmente teníamos deseos siempre de escucharlo, de hacerle muchas preguntas; siempre el que ve a Fidel tiene ganas de preguntarle muchas cosas porque Fidel tiene respuesta para todo, y además respuestas ingeniosas, respuestas inteligentes. Entonces, desde las preguntas más banales hasta las preguntas más complejas, dan deseos de preguntarle. Y él siempre tiene respuestas para todo tipo de pregunta. Y a mí siempre me dio mucha satisfacción tener la oportunidad de compartir momentos en los que contaba cuestiones de la historia, cosas que habían vivido o análisis de la realidad que se estaba viviendo. Pero sobre todo, más en privado era muy divertido cuando se reunían él, mi papá, Ramón el hermano mayor, y se ponían a contar cosas de ellos en la infancia, a lo largo de su vida, cuando la guerra de guerrillas, y era simpático escuchar cosas que nunca se habían dicho entre ellos y que en ese momento se decían: “Y en aquel momento tú me llamaste la atención y a mí aquello no me gustó, porque yo no tuve la culpa”. Y eso era muy simpático, se reían mucho haciendo recuentos de cosas, incluso de momentos difíciles también.

Angola, entre susurros y secretos
ER: Y de lo que le contaban, ¿algún recuerdo de la época de la revolución que la haya impresionado particularmente?

MC: Muchos. Fueron muchos acontecimientos, porque eran muchas cosas y yo observaba mucho, porque había muchas cosas que las hablaban en susurros y en secreto, y yo siempre tratando de entender qué pasaba por ahí, a veces trataba de preguntar y a veces no, para que no me excluyeran. Quería entender sus puntos de vista sobre las cosas que pasaban en Cuba, en el mundo… Una [cosa] que me impactó mucho fue Angola, la Guerra de Angola, Cuito Cuanavale, que fue un momento fundamental en la Guerra de Angola para llevar a la victoria final. Fue un acontecimiento militar muy especial en lo que es estudios de tácticas militares (para la gente que se dedica a eso).
Y yo recuerdo ese momento en que estaban los cubanos en el sur de Angola, cercados por las fuerzas surafricanas —y, en medio del cerco, de madrugada, construyeron un aeropuerto para que aterrizaran las tropas que fortalecieron las posiciones angolanas y cubanas en ese enfrentamiento—, yo recuerdo que fue un momento muy tenso, de mucho sufrimiento, de mucho silencio. Y yo era joven y no entendía qué pasaba, y pensaba que había algún problema conmigo. Y yo llegaba y decía: “¿Por qué no hablan? ¿Qué les pasa, maleducados? ¿Qué problema tienen ustedes?” Y me iba, toda ofendida, y no sabía todo lo que estaba pasando hasta que llego un día a la casa y había una fiesta, todo el mundo celebrando, contentos, estaba Fidel, un montón de compañeros del Ejército, y ahí me enteré qué había pasado. Mira tú, me dije, no sabía que la cosa era tan grave, y yo pensaba que había hecho algo malo. Y así muchas cosas pasaban desde todo punto de vista, y entonces no se podía hablar, y ellos se reunían y hablaban en secreto y yo loca por saber lo que estaba pasando… Con el tiempo entendí que era mejor no saber lo que no te correspondía y no preguntar lo que no me correspondía.

ER: Usted que lo vivió desde adentro, en esos momentos duros, ¿se sentía temor, una atmósfera de dudas, de miedo por algún momento?

MC: A ver, sí. Tanto desde que empezó la situación que nos llevó al período especial con la caída del campo socialista, que se vivió con mucho sufrimiento por todos los cubanos, y esa incertidumbre que se estaba ya esperando y que ya cuando nos sorprendió a todos —como Fidel decía, se apagó el sol en un segundo cuando cayó la Unión Soviética. Eso fue un momento muy duro y todo lo que vino después fue mucho más duro, con el sufrimiento de lo que se iba perdiendo, todos los logros sociales que se iban perdiendo. Eso se vivió con mucho sufrimiento a nivel familiar.
La Guerra de Angola y nuestros muertos en Angola se vivió con mucho sufrimiento también; Elián, cuando secuestraron a Elián González; recuerdo también cuando secuestraban pescadores, que mi papá se veía muy dolido, muy angustiado, cada vez que había un acto terrorista; el crimen de Barbados se sufrió mucho en la [mi] familia y en toda la familia cubana, todavía sufrimos el recuerdo del crimen de Barbados, 
[sobre el] que no se ha hecho justicia todavía.

Los pocos logros que se iban alcanzando se vivían con mucha felicidad, con mucha historia. Pero sí, me acuerdo de 1994, cuando hubo uno de los tantos intentos de manipular a nivel de política internacional los medios norteamericanos para intervenir en Cuba, cuando aquella crisis de los balseros. Me acuerdo que yo fui a Santiago de Cuba con mi papá, que fue a controlar la situación en la Base Naval de Guantánamo, lo que pudiera pasar, y vi que había real posibilidad de [una] invasión norteamericana. Viví con mucha angustia, [pero] Fidel lo manejó a nivel diplomático de manera genial.
Diría que Fidel siempre como que hacía excelentes jugadas de ajedrez, diría yo —todos estábamos al tanto de la jugada que iba a hacer Fidel—, y al final siempre hacía jugadas espectaculares que salvaban la soberanía del país.

Otro acontecimiento muy triste que se está viviendo con mucho sufrimiento por mi familia, por toda la inmensa mayoría de la familia cubana, es la situación de nuestros cinco héroes, prisioneros ilegalmente, arbitrariamente, en los Estados Unidos por proteger al pueblo cubano de los atentados terroristas que se organizan desde los Estados Unidos con financiamiento el gobierno norteamericano. Esto lo estamos viviendo con mucha impotencia, con mucha rabia, y tengo que decir la palabra rabia porque ante la arbitrariedad, ante la injusticia, el ser humano se siente mal. Se violan sus derechos en todos los sentidos en este proceso y nosotros lo interpretamos —al menos yo lo interpreto— como una vendetta del sistema mafioso de poder norteamericano, como un comodín, como el joker: la jugada que ellos tienen para tratar de manipular las respuestas de Cuba en la política y en la relación con los Estados Unidos. Pero no han podido hasta ahora doblegarnos, no han podido lograr que violemos nuestros principios más importantes y realmente no sé cuál será su próxima jugada. Porque realmente son tan burdos que ni siquiera quieren cambiar a nuestros prisioneros por el prisionero norteamericano que está aquí [Alan Gross], que ya fue condenado en un juicio legal y con todos los recursos de respeto a los derechos del prisionero. Entonces, esto lo estamos viviendo con mucha indignación y no vamos a parar de luchar porque se haga justicia.


Me gustaba el Che

ER: Junto con la familia, usted ha tenido la oportunidad de ver a grandes figuras del siglo XX, entre otros el Che Guevara visitaba su casa. ¿Cómo lo veían los ojos de una niña? ¿Qué recuerdos tiene del Che?

MC: A mí me causaban mucha simpatía todos los amigos de mi papá. Todos me parecían preciosos, atractivos, desde muy chiquitica yo era muy comunicativa y quería estar cerca [de ellos] para escucharlos hablar. Y yo tengo un recuerdo muy clarito del Che. Una vez estaban haciendo un asado y estaban todos reunidos alrededor del asado, conversando, todavía vestidos de verde olivo, y el recuerdo que yo tengo del Che es que me gustaba mucho, y yo quería siempre llegar a él cuidadosamente para que no me regañara mi papá por estar molestando mientras ellos estaban allí conversando. Y yo llegaba feliz, iluminada adonde estaba el Che, porque recuerdo que era muy tierno. Un hombre muy tierno que sabía tratar a los niños. Y para los niños eso es importante, las personas que te saben tratar. Y tengo así un recuerdo muy especial, fascinada de cómo era él, de quién era él, y todo lo demás se fue alimentando con las imágenes posteriores, por supuesto. Pero cuando yo le contaba esa escena a mi mamá, ella se sorprendía y me decía, “¿Cómo puedes acordarte, si tu tenías dos años?”. Pero era así mismo, yo le describía toda la situación, que mi papá me regañó, y entonces… “Sí así mismo fue, ¿cómo es que te puedes acordar?”, me decía. Bueno, las cosas especiales no se olvidan. El Che era un ser impactante.

ER: De otros que haya conocido que le han impresionado, ¿a quiénes podría mencionar?

MC: A Giap. El General Giap, vietnamita. Es un hombre inteligentísimo, un ser humano fascinante., y sentía una gran admiración por él. General vietnamita que era ministro de Defensa, que ganó la guerra de 
[contra] Japón, Francia y la derrota de los norteamericanos en Vietnam. Y era de una humildad, que era lo que más me gustaba [de él], la humildad, ese espíritu oriental humilde… Precioso. A ese hombre, a ese señor, yo le tenía mucha admiración, ya murió. Pero muchas más gentes que ahora no recuerdo… Bueno, [Gabriel] García Márquez, un gran amigo de la familia, el escritor García Márquez. Recuerdo a Ángela Davis, que yo sentía mucha admiración por ella; mi mamá la atendía por la organización de mujeres; todas esas mujeres vietnamitas… Y Valentina Tereshkova, que me caía muy bien, era muy simpática. Era una amiga de familia, no sólo una figura histórica. Mucha gente muy especiales.

Fidel y Raúl, tiernos y románticos
ER: ¿Y cómo nota con el tiempo, tanto su padre como su tío, han ido cambiando?

MC: Mira, de niña a mayor yo veo un trecho muy grande en cómo era mi papá cuando yo era niña, cómo era Fidel y lo que han ido cambiando —en Fidel me doy cuenta por sus discursos, cómo han ido cambiando en muchos temas, y en mi papá en su actitud personal hacia muchas cosas. Fueron cambiando  incluso en su manera de dirigir, en temáticas, por ejemplo en los temas del machismo cómo fue evolucionando, en la mirada hacia la persona homosexual cómo fue evolucionando, aunque mi mamá influyó mucho en él en los cambios que fue aceptando en su vida. Pero en general sí, por supuesto en mayor madurez y en mayor claridad.

ER: ¿Diría usted que en algún aspecto han perdido ese romanticismo, esa fuerza que tenían, que se han desilusionado?

MC: No. Por supuesto han vivido cosas duras, han vivido muchas desilusiones, pero también han vivido muchas gratificaciones en cuanto a lo que es estar cada vez más convencidos del proyecto social. O sea, aun cuando tienen un sentido práctico de la realidad para buscar soluciones que deben llevar un pensamiento frío, nunca han perdido esa ternura, el romanticismo no se perdió. Y eso me gusta: yo creo que el romanticismo no se puede perder nunca.

ER: Han habido distintos rumores sobre el estado de salud de Fidel. Hace unos meses en nuestro programa estuvo Hugo Chávez, nos contó que 
[Fidel] se la pasa estudiando y enseñando. ¿Usted qué nos puede decir?

MC: Bueno yo personalmente no lo he visto, porque las visitas que se le hacen son muy reducidas. Pero sé por mi papá y sé por lo que escribe, que leo como todos los cubanos, podemos percibir que Fidel tiene una capacidad de recuperación impresionante. Y todo eso no está en su genética, que se ve tiene una fuerte genética familiar, [sino que] yo creo que todo eso está en su cabeza. Fidel toda la vida ha tenido la capacidad de sorprendernos. Nadie sabe cuál va a ser la respuesta, nadie sabe cuál va a ser su salida, pero una de las cosas que más nos fascina de Fidel es esa capacidad de sorprender que tiene.

ER: ¿Qué conceptos implementados ya en la revolución, usted se plantea como representante de otra generación?

MC: Yo siento que el estudio de la historia de Cuba, el recurso de la filosofía marxista, para mi ha sido una herramienta para interpretar la realidad junto con otras herramientas teóricas y metodológicas, de otras ciencias, no solamente filosóficas, que te aportan recursos para interpretar y para ver el camino que debes seguir para seguir transformando la realidad. Y ese espíritu transformador de la realidad que planteaba Marx es una de las cosas que más me gusta en mi vida. Esa vocación de transformar buscando cada vez más justicia entre los seres humanos me encanta y yo creo que ahí está también marcado el camino de mi vida, personal y profesional, y es lo que estoy tratado de hacer. Es decir, yo sí creo en las posibilidades del socialismo, creo que el socialismo tuvo inicios fascinantes con la experiencia leninista, después tuvo experiencias que no fueron tan buenas, unas sí, otras no, pero nos dieron enseñanzas. La historia de Cuba siempre nos dio otras pistas y eso fue lo que permitió que el pueblo cubano en su proceso de transformación se esté ahora proponiendo qué socialismo quiere, de qué manera quiere experimentar el socialismo como es escenario de justicia, de solidaridad, de equidad.


Socialismo sin dogmas ni prejuicios
ER: No es que se esté negando lo afirmado en el pasado, sino seguir adelante…

MC: No, yo creo que lo que se ha hecho es la revisión crítica y con la experiencia vivida del pasado, y tomar del pasado todo lo valioso que sirva para seguir avanzando. Hay algunos profesores cubanos que plantean que no fueron errores lo que consideramos que debemos desechar. Creo que se dieron experiencias que nos dieron la pista de lo que funciona y no funciona, y cómo debemos hacer esas mismas cosas.

ER: ¿Hasta qué punto las nuevas generaciones están en condiciones de asumir el legado de una generación tan fuerte como la generación de su padre y de su tío, con ese romanticismo, esa fuerza de espíritu?

MC: Yo creo que sí, en la medida que se sigan facilitando mecanismos de participación popular, donde las nuevas generaciones participen en asumir responsabilidades conscientemente, no formalmente, es decir, que se le cultive a la población con ese conocimiento histórico, con esas experiencias que nos están dando la pista de cómo proyectar el futuro. En la medida que las jóvenes generaciones participen de ese proceso de aprendizaje y cuestionamiento…

ER: ¿Están participando…?

MC: Sí, sí. En la sociedad cubana tú te das cuentas de que hay una parte de todas las generaciones que participa y otra parte que no participa; una parte que es más consciente, que tiene más cultura y que por lo tanto tiene más capacidad de participar, y otra parte que es más inconsciente, que es más ignorante. Esa es la debilidad, esa parte ignorante. A veces lo que decimos es: vamos a crear el escenario para que se apropien del conocimiento histórico que les permita decir esto es mío, por qué yo tengo que entrar en este proyecto, por qué yo tengo que tratar de cambiar las cosas, qué cosa es lo que yo quiero cambiar…
 Lo importante es que la gente participe de manera consciente, que es la manera de participar libremente, y sin manipulación de ningún tipo, ni de nosotros ni de nuestros enemigos, sino ofreciendo conocimientos e información que les permita sacar conclusiones lógicas de acuerdo a la lógica histórica. Si les facilitamos eso, cada vez será mayor la cantidad de personas que puedan participar y aportar a nuestro futuro.

ER: Digamos que usted ve el futuro con optimismo…


MC: Me encanta lo que me imagino.


ER: ¿Cómo se imagina Cuba?


MC: Un socialismo democrático, dialéctico, participativo, [en el] que predomine el pensamiento dialéctico sin dogmas y sin prejuicios, y eso es lo que te da fortaleza como cultura, como nación; lo que te da fortaleza como nación soberana que está definiendo su propio proyecto. 

La unidad de la nación cubana en esa búsqueda creativa de sociedad es lo que me imagino como la sociedad que a mí me gustaría vivir aquí en Cuba.

ER: Muchas gracias por compartir con nosotros estos recuerdos, que son 
inapreciables.


MC: Muchas gracias.

Transcripción: www.cafefuerte.com
tomado de www.cafefuerte.com)

Video de la entrevista:  http://youtu.be/8RBPantVIyU



De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.
Responsables de esta edición de Voz 70: 
Yuri Aguilar Dávalos
y Remberto Cárdenas Morales

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