miércoles, 1 de febrero de 2012

Voz 92

Voz
La Paz (Bolivia), 1 de febrero de 2011          Año II          No. 92

Libertad inmediata para los Cinco héroes cubanos, presos políticos del imperio


Índice
Pese a los “criticones” habrá más socialismo en Cuba
Raúl Castro: Promovamos la mayor democracia, dando el ejemplo desde el Partido
Raúl Castro: El rumbo ya ha sido trazado
Martí y la educación
Educación popular
Educación pública y gratuita
Educación para sordomudos
De América soy hijo y a ella me debo
Por Ramón Guerra Díaz


Pese a los “criticones” habrá más socialismo en Cuba
A raíz de las resoluciones de la reciente Primera Conferencia del Partido Comunista de Cuba (PCC), desde la derecha y sensiblemente también desde una rara izquierda, los últimos días y en los medios de difusión, menudean afirmaciones como que en la Mayor de las Antillas no hay democracia, que allí hacen falta otros partidos políticos, que con las medidas económicas y sociales se avizora la restauración del capitalismo en sustitución del socialismo y que para esa materialización visitó ese país hermano la Presidenta de Brasil.
Se trata de viejas y de nuevas afirmaciones, mejor dicho, de los deseos cincuentones e insatisfechos de la derecha internacional y del imperialismo, así como de una izquierda que ante uno de sus primeros discursos de Fidel, luego de la victoria en la Sierra Maestra y en las ciudades, en la ahora Plaza de la Revolución al líder de ésta le pidió elecciones quizá porque no advirtió que el pueblo tomó el poder a partir del 1 de enero de 1959. Ahora, el imperialismo sigue conspirando todos los días contra Cuba, entre otros poderosos mecanismos, con el bloqueo; en tanto que una izquierda contemporánea, para la que ni había ni hay en Cuba según manuales, superados por la vida, ahora va más allá en sus apreciaciones sobre la Revolución del Caribe: que en la Isla dejó de existir el monopolio estatal del comercio exterior, que ya no hay planificación económica desde las bases, que no se cuenta con hay democracia para que los trabajadores constituyan sindicatos distintos a los que funcionan pero que —agregan— son funcionales a los gobernantes, que no se permite el funcionamiento de otros partidos de izquierda, etc.  
En Cuba revolucionaria no hay y esperamos que nunca más haya democracia burguesa, esa forma de dominación que asegura la libertad política ilimitada para los sectores sociales dominantes de la sociedad y para que los empresarios hagan negocios en los que ganan a costa de los trabajadores a los que explotan y oprimen sin tasa ni medida.
A pesar de los detractores, en la tierra de Martí y de Fidel hay democracia del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; la democracia como una forma de gobierno en beneficio de la inmensa mayoría del pueblo. Allí el pueblo ejerce la política en función de sus legítimos intereses, entre otros factores, porque en la Isla caribeña la educación política de su gente (fruto y parte de las transformaciones) registra un avance que lo ubica en vanguardia. Esa democracia es la que asegura que en ese país hermano no haya desnutrición infantil, como hace poco reconoció UNICEF, el organismo de Naciones Unidas que se ocupa de los niños en el mundo; desnutrición que sí afecta a innumerables niños en democracias como la de EE.UU.
Un cubano que estudia la economía mundial, en un ensayo sobre esa materia, dice que si la gente carece de ingresos que aseguren su alimentación, en una sociedad determinada, en ella no hay democracia verdadera.
En Cuba, Los Lineamientos Económicos y Sociales del Partido y de la Revolución que se aplican buscan entre tantas otras metas aumentar la producción de alimentos para depender cada vez menos de la importación, por ejemplo de granos, de países y empresas que se animan a vender bienes materiales al país socialista, para lo que desafían y vencen al bloqueo yanqui a Cuba, el que es una guerra económica, financiera y comercial, vigente durante más de 50 años.
La Presidenta de Brasil, en su visita a Cuba, se comprometió a colaborar económicamente al país caribeño para que enfrente el bloqueo. La afirmación de que ese convenio serviría para restablecer el capitalismo en la Isla muestra que esos compañeros y compañeras (desde una rara izquierda y también boliviana) poco o nada entienden acerca del papel criminal del bloqueo yanqui a Cuba y sus “razonamientos” nos llevan a pensar que no se enteran con algún rigor de la actual realidad cubana sobre la que, sin embargo, se atreven a vociferar en contra.
Los revolucionarios de verdad (que existen en este siglo XXI) entendemos o hacemos esfuerzos para entender que los países y pueblos de nuestra América deben organizar un bloque para el enfrentamiento cotidiano a la política del imperio y de las derechas de los países en los que vivimos. Por eso, festejamos acuerdos como el firmado en La Habana entre la Presidenta brasileña y el Presidente cubano.
La Primera Conferencia del PCC ha reafirmado que en Cuba no se consentirán otros partidos además del que ejerce la dirección del Estado, el gobierno y la sociedad socialistas. Los comunistas cubanos agregan que el partido único en su país es una enseñanza y una práctica de José Martí y que a ese legado no renunciarán, para no facilitar, indirectamente, los planes yanquis que requieren de organizaciones políticas, como operadoras al servicio del imperio, para que refuercen el bloqueo y conspiren desde dentro contra el socialismo que no necesita proclamarse que es del siglo XXI para existir.
La existencia de varios partidos políticos en sociedades como las latinoamericanas por sí mismos no garantizan el ejercicio de la democracia política. En Estados Unidos son dos los partidos fundamentales, pero en realidad son las dos caras de la misma moneda. Ese bipartidismo en nada aporta a la ampliación de la democracia en ese país. Una de las más importantes expresiones de la democracia política, en esos lugares, son las elecciones,  pero de éstas en Estados Unidos participa un poco más de la mitad de los electores y sólo una pequeña parte de los inmigrantes están incorporados a ese sistema político.
Sólo los políticamente ciegos y sordos, los subinformados y los desinformados menosprecian el debate previo a la aprobación de documentos políticos fundamentales (incluidos proyectos de ley) que realizan los cubanos, militantes comunistas y gente sin partido. Ese debate es una señal del ejercicio de la democracia en Cuba, lo que no ocurre en otros pueblos y países (incluidos los que dicen que cambian o que efectivamente cambian).
Sobre el riesgo de restauración del capitalismo en Cuba, con las empresas mixtas en el turismo (del Estado y de empresarios privados extranjeros), aquí en La Paz en ocasión de su visita hace cerca de 20 años, Fidel Castro, dijo que se corría el riesgo de aquella restauración, pero que los cubanos iban a realizar todos los esfuerzos a su alcance para impedir que eso ocurra.
Los trabajadores por cuenta propia y los agricultores que labran la tierra que reciben en usufructo (derecho a uso, pero no derecho de propiedad sobre ese medio de producción), no “invertirán” en el sector estratégico de la economía que seguirá siendo de todos los cubanos.
Con Lenin pensamos que la pequeña propiedad genera capitalismo y que eso podría suceder en Cuba. Sin embargo, consideramos válido y actual lo dicho por Fidel, aquí en La Paz, los cubanos, los comunistas y sus dirigentes, harán lo que de ellos dependa para evitar, ahora, la restauración del capitalismo en Cuba. Confiamos que será así.
Los activistas de la solidaridad con Cuba reafirmamos que a los enemigos jurados de la Revolución los enfrentamos sin titubeos. Y a los de esa rara izquierda que descreen les decimos que nosotros confiamos en que la aplicación de los nuevos Lineamientos… será para que haya más socialismo en Cuba.

Raúl Castro: Promovamos la mayor democracia, dando el ejemplo desde el Partido
Publicado el 29 Enero 2012 en Actualización del modelo socialista cubano, Noticias, Política
Raúl Castro en la clausura de la Primera Conferencia Nacional del Partido. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
“Si hemos escogido soberanamente, con la participación y respaldo del pueblo, la opción martiana del partido único, lo que nos corresponde es promover la mayor democracia en nuestra sociedad, empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido” dijo el General de Ejercito Raúl Castro al concluir la primera Conferencia Nacional del Partido.
Añadió que esto presupone “fomentar un clima máxima confianza y la creación de las condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización como en sus vínculos con los trabajadores y la población”.
El Primer Secretario del Comité Central abogó por favorecer que “las discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios de comunicación masiva“.
Dijo que la prensa debe involucrarse en este debate “con responsabilidad y la más estricta veracidad, no al estilo burgués, lleno de sensacionalismo y mentiras, sino con probada objetividad y sin el secretismo inútil”.
Raúl hizo un repaso a los acuerdos aprobados por la Conferencia y reiteró que “lo único que puede conducir a la derrota de la Revolución y el socialismo en Cuba, sería nuestra incapacidad para erradicar los errores cometidos en los más de cincuenta años transcurridos desde el 1ro de enero de 1959 y los nuevos en que pudiéramos incurrir en el futuro”.
Enfatizó: “No ha existido ni existirá una Revolución sin errores, porque son obra de la actuación yt de pueblos que no son perfectos”.
No renunciaremos a nuestro Partido
El Primer Secretario advirtió a quienes “se ilusionaron con que la Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social conquistado por la Revolución”, que “renunciar al principio de un solo partido equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos del imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad de los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de independencia y justicia social por los que han luchado tantas generaciones de patriotas, desde Hatuey hasta Céspedes, Martí y Fidel”.
Añadió que “sin el menor menosprecio a ningún otro país por tener sistemas pluripartidistas”, en Cuba “defendemos el sistema del partido único frente al juego de la demagogia y la mercantilización de la política”.
Más de 800 militantes participaron este fin de semana la Primera Conferencia Nacional de la organización y respaldaron una resolución que recoge el papel del Partido en el cumplimiento de los lineamientos del VI Congreso del PCC, relacionados con la actualización del modelo económico cubano.
La Conferencia sesionó en cuatro comisiones, las que aportaron dictámenes, también aprobados por los participantes.
Raúl Castro: El rumbo ya ha sido trazado
Lunes, 30 de enero, 2012 18:02
Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura de la Primera Conferencia Nacional del Partido, en el Palacio de Convenciones, el 29 de enero de 2012, “Año 54 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado).
La Primera Conferencia Nacional del Partido que hoy concluye sus sesiones ha estado dedicada, en correspondencia con la convocatoria librada por el 6to Congreso, a evaluar con objetividad y sentido crítico el trabajo del Partido, así como determinar con voluntad renovadora las transformaciones necesarias para situarlo a la altura que demandan las actuales circunstancias.

No olvidemos que solo el Partido, como institución que agrupa a la vanguardia revolucionaria y garantía segura de la unidad de los cubanos en todos los tiempos, solo el Partido, repito, puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en el único Comandante en Jefe de la Revolución Cubana , el compañero Fidel Castro Ruz (Aplausos).

No me detendré a exponer los datos de los participantes en el proceso de discusión del proyecto de Documento Base ni las numerosas modificaciones que resultaron del mismo, considerando el informe presentado por el Segundo Secretario del Comité Central, compañero José Ramón Machado Ventura, en la inauguración de este evento, que como todos conocen no comenzó ayer, sino casi inmediatamente después de la clausura del Congreso del Partido.

Tras la elaboración del primer borrador del Documento y su posterior análisis en múltiples reuniones del Buró Político y del Secretariado antes de la discusión en las organizaciones de base del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), durante los meses de octubre y noviembre del pasado año, sus resultados fueron analizados por el Tercer Pleno del Comité Central, celebrado el 21 de diciembre de 2011.

También en las primeras semanas de este mes, a nivel de provincia, se realizó el estudio y discusión por parte de los delegados a la Conferencia y otros cuadros. En total se elaboraron nueve versiones del Documento.

A diferencia del proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, cuyo debate incluyó, en uno u otro modo, a toda la población, el Documento Base de la Conferencia, dado su alcance menos abarcador y su enfoque más dirigido al funcionamiento interno del Partido fue analizado por toda la militancia, si bien nuestro pueblo conoció íntegramente su contenido a través de los medios de prensa.

Por otra parte, en el proceso preparatorio de la Conferencia fue debatido el papel de los militantes en interés del perfeccionamiento de las relaciones del Partido con la UJC , la Central de Trabajadores de Cuba y demás organizaciones de masas, de manera que las mismas incrementen, en las actuales condiciones, su protagonismo e influencia en la sociedad.

Como era de esperar, desde la publicación del Documento no han faltado las críticas y exhortaciones de quienes, confundiendo sus más íntimas aspiraciones con la realidad, se ilusionaron con que la Conferencia consagraría el inicio del desmontaje del sistema político y social conquistado por la Revolución, a lo largo de más de medio siglo, con el apoyo de la mayoría de los cubanos.

En este sentido, no fue nada casual que el primer objetivo del mismo exprese: “El Partido Comunista de Cuba, fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, es fruto legítimo de la Revolución, al propio tiempo su vanguardia organizada y quien garantiza, junto al pueblo, su continuidad histórica”. Este concepto, al que jamás renunciaremos, se encuentra en plena correspondencia con el artículo cinco de la Constitución de la República , aprobada en referendo por el 97,7 por ciento de los electores, mediante el voto libre, directo y secreto.

Nuestros adversarios y hasta algunos que simpatizan con nosotros, abstrayéndose de la historia de permanente agresión, bloqueo económico, injerencia y el cerco mediático, expresado en las incesantes campañas de la prensa supuestamente libre, subordinada en su mayoría a los intereses imperiales predominantes, todo lo cual ha debido enfrentar la Revolución Cubana, nos exigen, como si se tratara de un país en condiciones normales y no una plaza sitiada, la reinstauración del modelo multipartidista que existió en Cuba bajo el dominio neocolonial de los Estados Unidos.

Renunciar al principio de un solo partido equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos del imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad de los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de independencia y justicia social por los que han luchado tantas generaciones de patriotas, desde Hatuey hasta Céspedes, Martí y Fidel.

Con el fin de organizar la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico concibió Martí la creación de un solo partido político, el Partido Revolucionario Cubano, según sus propias palabras: “Para fomentar la revolución de modo que puedan entrar en ella… todos los cubanos de buena voluntad:… Todos los que amen a Cuba, o la respeten”.

Cuando ya la victoria sobre España era inminente, después de treinta años de guerra, se produjo la intervención norteamericana y una de las primeras medidas fue disolver ese partido, al igual que el glorioso Ejército Libertador, para dar paso a lo que vino después, el multipartidismo de la república burguesa y la creación de un nuevo ejército con su represiva guardia rural incluida, garantía del dominio absoluto de todas las riquezas de la nación, de las que se apropiaron en los cuatro años de la primera ocupación militar.

Ese fue el triste final de los dos pilares de la revolución independentista, el Partido y su Ejército Libertador, resurgidos exactamente al cabo de 60 años bajo la conducción de Fidel, inspirado en las enseñanzas de Martí. No permitiremos jamás que esa historia se repita.

No es mi propósito, en esta intervención, hacer un recuento de la evolución histórica del término Democracia, desde su conceptualización en la antigua Grecia, como el “poder del pueblo”, aunque la mayoría esclava no contaba para nada. Tampoco pretendo filosofar sobre la vigencia y utilidad de la llamada democracia representativa, que en definitiva es harto conocido que ha devenido invariablemente en la concentración del poder político en la clase que detenta la hegemonía económica y financiera de cada nación, donde las mayorías tampoco cuentan y cuando se manifiestan, como sucede en estos precisos momentos en muchos países, son brutalmente reprimidas y silenciadas con la complicidad de la gran prensa a su servicio, también transnacionalizada.

El mejor argumento es el que nos ofrece la democracia norteamericana, la cual se pretende imponer como modelo a todo el mundo, en la que se alternan el poder los partidos Demócrata y Republicano defendiendo, sin mayores diferencias, los intereses del mismo gran capital, al cual ambos se subordinan.

Ahí están, por citar unos pocos ejemplos, la Base Naval de Guantánamo, territorio ocupado por Estados Unidos ilegalmente, contra la voluntad del pueblo cubano y que así ha permanecido por más de 100 años, con independencia del partido en el poder en ese país, que tanto proclama la defensa de los derechos humanos al tiempo que, a pesar de las promesas del actual presidente, mantiene allí, hace una década, una prisión, donde en un limbo legal en estos momentos más de 170 ciudadanos extranjeros son sometidos a torturas y vejaciones.
El segundo ejemplo, la invasión por Playa Girón, concebida y planificada por un presidente republicano, Eisenhower, y llevada a cabo por el presidente Kennedy, apenas tres meses después de tomar posesión, que era del Partido Demócrata; y por último, el bloqueo económico, que ha perdurado medio siglo, sin importar si es republicano o demócrata quien ocupa la Casa Blanca.

Sin el menor menosprecio a ningún otro país por tener sistemas pluripartidistas y en estricto apego al principio del respeto a la libre determinación y la no injerencia en los asuntos internos de otros estados, consagrado en la carta de las Naciones Unidas, en Cuba, partiendo de sus experiencias en la larga historia de luchas por la independencia y soberanía nacional, defendemos el sistema del partido único frente al juego de la demagogia y la mercantilización de la política.

Si hemos escogido soberanamente, con la participación y respaldo del pueblo, la opción martiana del partido único, lo que nos corresponde es promover la mayor democracia en nuestra sociedad, empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido, lo que presupone fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización, como en sus vínculos con los trabajadores y la población, favoreciendo que las discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios de comunicación masiva, mencionados varias veces en los Objetivos aprobados en esta Conferencia, los que deberán involucrarse con responsabilidad y la más estricta veracidad en este empeño, no al estilo burgués, lleno de sensacionalismo y mentiras, sino con comprobada objetividad y sin el secretismo inútil.

A este fin es necesario incentivar una mayor profesionalidad entre los trabajadores de la prensa, tarea en la que estamos seguros contaremos con el apoyo de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), los medios de comunicación y de los organismos e instituciones que deben tributarles información fidedigna y oportuna para, entre todos, con paciencia y unidad de criterio, perfeccionar y elevar continuamente la efectividad de los mensajes y la orientación a los compatriotas.

Al propio tiempo, la conformación de una sociedad más democrática contribuirá también a superar actitudes simuladoras y oportunistas surgidas, al amparo de la falsa unanimidad y el formalismo en el tratamiento de diferentes situaciones de la vida nacional.

Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones, no en los pasillos. Hay que estar dispuestos a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho.

Ya hemos dicho en otras ocasiones y así también se recogió en el Informe Central al 6to Congreso, que lo único que puede conducir a la derrota de la Revolución y el Socialismo en Cuba, sería nuestra incapacidad para erradicar los errores cometidos en los más de 50 años transcurridos desde el primero de enero de 1959 y los nuevos en que pudiéramos incurrir en el futuro.

No ha existido ni existirá una revolución sin errores, porque son obra de la actuación de hombres y pueblos que no son perfectos, enfrentados además, por primera vez, a nuevos y descomunales retos. Por eso creo que no hay que avergonzarse de los errores, lo grave y bochornoso sería no contar con el valor de profundizar en ellos y analizarlos para extraerles las enseñanzas a cada uno y corregirlos a tiempo.

En este sentido, por su permanente vigencia, es oportuno recordar las palabras del compañero Fidel el 28 de septiembre de 1986 al clausurar el Tercer Congreso de los CDR, cuando señaló: “La lucha contra las tendencias negativas y la lucha contra los errores cometidos continuarán indefectiblemente, porque tenemos el deber sagrado de perfeccionar todo lo que hacemos, perfeccionar la Revolución, tenemos el deber sagrado de no estar satisfechos jamás, ni siquiera cuando creamos que estamos haciendo las cosas bien hechas, mucho menos vamos a estar satisfechos cuando sabemos que no están haciéndose todas las cosas lo bien hechas que tienen que hacerse”.

La generación que hizo la Revolución ha tenido el privilegio histórico, pocas veces visto, de poder conducir la rectificación de los errores cometidos por ella misma, muestra elocuente de que no tuvieron una repercusión estratégica, de lo contrario, no estaríamos hoy aquí. No pensamos, a pesar de que ya no somos tan jóvenes, desaprovechar esta última oportunidad.

Al referirme a este asunto, me siento en el deber de alertar, una vez más, que no caigamos en la ilusión de creer que las decisiones adoptadas en esta Conferencia Nacional y ni tan siquiera los acuerdos de alcance estratégico adoptados por el 6to Congreso, constituyen la solución mágica a todos nuestros problemas.

Para impedir que nuevamente caigan en saco roto las instrucciones del Partido, el Buró Político decidió, al igual que como se indicó en su momento con respecto a la marcha de la actualización del modelo económico y el cumplimiento de los planes anuales y el presupuesto, que los plenos del Comité Central analicen dos veces al año la aplicación de los Objetivos de trabajo del Partido aprobados por esta Conferencia. Del mismo modo procederán los comités provinciales y municipales del Partido, en la forma y frecuencia que establezca el Comité Central.

La experiencia nos ha enseñado que aquello que no se controla con efectividad, no se cumple o se ejecuta superficialmente.

Se impone trabajar y perseverar con Orden, Disciplina y Exigencia por hacer realidad los Lineamientos de la Política Económica y Social, igual que los Objetivos aprobados en este evento, dejar atrás el lastre de la vieja mentalidad y forjar con intencionalidad transformadora y mucha sensibilidad política la visión hacia el presente y el futuro de la Patria , sin abandonar, ni por un instante, el legado martiano y la doctrina del marxismo leninismo que constituyen el principal fundamento ideológico de nuestro proceso revolucionario.

Para lograr el éxito en este empeño es imprescindible, como se expresa en el objetivo número 37, “fortalecer la unidad nacional en torno al Partido y la Revolución, estrechar el vínculo permanente con las masas y consolidar la convicción de preservar la nación cubana y las conquistas económico-sociales, sobre la base de que Patria, Revolución y Socialismo, están fusionados indisolublemente”.

Ahora bien, el meollo del asunto no está en haber formulado adecuadamente ese objetivo o cualquier otro, sino en determinar las vías y formas en que lo llevamos a la práctica, con la máxima firmeza, de manera que podamos evaluar con integralidad cuánto y cómo avanzamos, detectar a tiempo las tendencias negativas y ser capaces de movilizar a la militancia y al pueblo en la consecución del objetivo en cuestión.

Esto mismo es aplicable a los enunciados relacionados con la Política de Cuadros, área que como también expresa el Informe Central del 6to Congreso, sufrió los efectos de la improvisación y la falta de previsión y sistematicidad, trayendo como secuela que no contemos todavía con una reserva de sustitutos experimentados y maduros, con preparación suficiente para asumir las complejas funciones de dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno, tarea que por razones obvias, como todos comprenderán, reviste una importancia estratégica para la Revolución y en la cual trabajamos sin precipitación, pero sin pausa, en el cumplimiento de los acuerdos del Congreso.

Aprovecho la ocasión para ratificar que en la medida en que avancemos en la definición de todos los ajustes que será necesario introducir a la Constitución de la República y al marco legislativo complementario, entre otros asuntos, implementaremos la decisión de limitar a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años, el desempeño de los cargos políticos y estatales principales. Al respecto, considero que una vez definidas y acordadas las políticas por las instancias pertinentes podemos iniciar su aplicación paulatina sin esperar por la reforma constitucional, recurso al que no debemos estar acudiendo a cada rato, o sea, ir a modificar algo de la Constitución, aunque sea por el propio Parlamento, sin necesidad de referendo. Igualmente deberán modificarse en ese sentido los Estatutos y otros documentos rectores del Partido.

Al hablar de estos temas, no puedo dejar de mencionarse la importancia de asegurar que la autoridad moral del Partido, de sus militantes y en especial de los dirigentes, en todos los niveles, se fundamente en el ejemplo personal, a partir de demostradas cualidades éticas, políticas e ideológicas y el permanente contacto con las masas.

La Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, que tanta sangre costó a nuestro valeroso pueblo, dejaría de existir sin efectuarse un solo disparo por el enemigo, si su dirección llegara algún día a caer en manos de individuos corruptos y cobardes
Estos conceptos, que no son nada nuevos, bien vale la pena tenerlos siempre presentes por el daño real y potencial que para el presente y futuro de la nación significa el fenómeno de la corrupción.

En las últimas semanas los diputados de la Asamblea Nacional y numerosos cuadros y funcionarios de todo el país, han recibido copiosa información acerca de algunos procesos investigativos, que en esta materia desarrollan los órganos especializados del Ministerio del Interior, en estrecha armonía con la Fiscalía y la Contraloría General de la República. A su debido tiempo, luego del pronunciamiento de los tribunales correspondientes, toda nuestra población conocerá con amplitud estos hechos.

No hace mucho, al intervenir en la clausura de las sesiones del Parlamento el pasado mes de diciembre, me referí a la convicción de que la corrupción es, en la etapa actual, uno de los principales enemigos de la Revolución, mucho más perjudicial que el multimillonario programa subversivo e injerencista del gobierno de Estados Unidos y sus aliados dentro y fuera del país.  También dije que en lo adelante no permitiríamos que las acciones de enfrentamiento al delito fueran efímeras, como ciertamente nos ha sucedido en otras ocasiones.

Afortunadamente, sin el menor ánimo de restarle gravedad a este mal bastante generalizado en el planeta, considero que nuestro país puede ganarle la batalla a la corrupción, primero frenarla y luego liquidarla sin contemplaciones de ningún tipo. Ya advertimos que en el marco de la ley seremos implacables con el fenómeno de la corrupción.

Con frecuencia, varios de los implicados en los casos detectados ostentaban la militancia del Partido, demostrando fehacientemente su doble moral y el empleo de esa condición para agenciarse posiciones en las estructuras de dirección, violando de manera flagrante los deberes de un militante comunista, establecidos en los Estatutos.

Por ello, sin esperar a la revisión que se ejecuta en el marco de la actualización de los documentos rectores del Partido, el Tercer Pleno del Comité Central, celebrado en diciembre pasado, precisó que la sanción a aplicar a quienes participen en hechos de corrupción no puede ser otra que la expulsión de las filas del Partido, sin menoscabo de la responsabilidad administrativa o penal que corresponda, pues hasta ahora, como práctica, esta medida —la de expulsión— era excepcional y se reservaba a casos de traición a la Patria y delitos graves.

No nos cabe la menor duda de que la enorme mayoría de los ciudadanos y los cuadros de dirección son personas honestas, pero sabemos que eso no es suficiente, no basta con ser honrados y parecerlo, hay que pelear y enfrentarse, pasar de las palabras a la acción.

Es cierto que el Partido desde hace años venía librando el combate contra este flagelo; sin embargo, éste andaba por un lado y el Gobierno por otro. Para asegurar el éxito es preciso que el Partido asuma definitivamente la conducción del proceso, lo cual no significa en lo más mínimo que suplantará las funciones que a cada institución le pertenecen.

El Partido, en primer lugar, exigirá a todos responsabilidades por el cumplimiento de sus obligaciones, sin intervenir en la administración, pero sí llamar la atención, alertar y luchar allí, desde el núcleo, el municipio, hurgar, pensar y volver a pensar en cómo movilizar al conjunto de las fuerzas en ese empeño. Cada vez que hagamos eso, vamos a comprobar que la correlación de fuerzas en todos los sentidos nos favorece en este empeño de derrotar la corrupción.  La importancia hay que dársela a la organización y constancia de esa lucha.

Además, esta no es función exclusiva de los militantes, es también un deber de cada ciudadano y ciudadana, militante o no, que se preocupe por su país.

Vale en este contexto retomar, por su actualidad, conceptos definidos desde 1973, hace casi 40 años, como parte del proceso preparatorio del Primer Congreso.

El Partido debe estar en capacidad de dirigir al Estado y al Gobierno, controlar su funcionamiento y el cumplimiento por ellos de las orientaciones trazadas, estimular, impulsar, coadyuvar al mejor trabajo de los órganos de gobierno, pero en ningún caso sustituirlos.  Los dirige mediante el control, y este término debe entenderse en la acepción de comprobar, examinar y revisar, nunca en el sentido de intervenir o mandar.

Aunque no está en el texto, está en el pensamiento de todos, de toda la masa de militantes, que en el Partido debe acabarse definitivamente el “mandonismo” su fuerza es moral, no jurídica, por eso hay que tener moral para dirigir el Partido y llevar a la masa de militantes ese espíritu, ¡es la fuerza moral!

El Partido dirige controlando que sus directivas, junto a las del Estado y el Gobierno, se ejecuten apropiadamente por quienes corresponda.

La organización partidista controla por intermedio de sus estructuras y de todos sus militantes, de arriba a abajo y viceversa, lo cual no niega el papel de control que el Gobierno realiza sobre la actividad administrativa a su cargo.

El control es simultáneo, pero no presupone interferencias. En una empresa de la producción o los servicios, éste se ejerce por la administración de la entidad, por sus niveles superiores y por organismos estatales o gubernamentales, según competa, ya sea la Contraloría, la Fiscalía, los bancos, las oficinas de la administración tributaria, etcétera.

Las organizaciones del Partido en la base llevan a cabo el control mediante el accionar de sus militantes, ya sean simples trabajadores o dirigentes, apremiando con el ejemplo, del que emana su autoridad, que la administración se atenga estrictamente al cumplimiento de las normativas jurídicas vigentes, sin dejar de trasmitir a los organismos políticos superiores la información pertinente. El Partido controla que los planes económicos y el presupuesto se elaboren de manera correcta y luego de aprobados por el Gobierno y el Parlamento se cumplan con rigurosidad.
Estos conceptos están bien claros hace bastante tiempo, desde el Primer Congreso, pero después nos olvidamos de aquellas resoluciones, de aquellos acuerdos, de aquel magnífico congreso y los engavetamos, y por eso casi medio siglo después tenemos que estarles quitando el polvo a los papeles de lo que hicimos hace 40 años, porque nos dedicamos a otras cosas, por una razón o por otra.  Por eso defendemos tanto la institucionalidad y que cada cual haga lo que le corresponda, sin interferir a los demás, más bien apoyándonos. Estos conceptos, además, han sido actualizados, por lo que se hace imprescindible desde la base, o sea, en el propio núcleo del Partido y el Comité de Base de la Juventud, educar a los militantes en esos principios y en cómo se hace esa tarea: cada uno en el marco donde desenvuelve sus actividades; cómo se hace eso que hemos orientado en los diferentes congresos o Conferencia, como en este caso, o sea, educar a los militantes en los mismos para incorporarlos a su accionar diario. No hay que hacerse filósofo, ¡no hay que hacerse filósofo!

Eso es lo que les debemos enseñar, sencillo y poco a poco irlos educando en las reuniones correspondientes, en cursillos o en lo que sea, que sepan cuál es su función, cuál es su papel; pero para desempeñar ese papel hay que tener moral en todos los sentidos. Y les decía que ese es, en mi modesta opinión —y este fue un tema bastante discutido en algunas de las comisiones ayer—, el aspecto esencial del llamado trabajo político ideológico y no las consignas vacías y las frases prefabricadas.

Antes de concluir estas palabras considero necesario denunciar, una vez más, las brutales campañas anticubanas instigadas por el gobierno de Estados Unidos y algunos otros tradicionalmente comprometidos con la subversión contra nuestro país, con el concurso de la gran prensa occidental y la colaboración de sus asalariados dentro de la isla en el propósito de desacreditar a la Revolución, justificar la hostilidad y el bloqueo contra la población cubana y crear una quinta columna que facilite la aspiración de privarnos de la independencia y soberanía nacional.

Como expresa el editorial del periódico Granma del pasado lunes 23, los hechos hablan más que las palabras. Las campañas anticubanas no harán mella en la Revolución ni en el pueblo, que continuará perfeccionando su socialismo. Quedará nuevamente demostrado que la mentira, por muchas veces que se repita, no necesariamente se convierte en verdad, porque “un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”.

Compañeras y compañeros:

En menos de un año hemos efectuado dos eventos del Partido, esta Primera Conferencia Nacional y sobre todo el 6to Congreso, con acuerdos trascendentales para el presente y el futuro de la Revolución y el Socialismo en Cuba. El rumbo ya ha sido trazado, avancemos pues con la misma decisión, la firmeza ideológica, el valor y la serenidad demostrada en más de 13 años de injusta prisión por nuestros Cinco Héroes, por cuya libertad nunca dejaremos de luchar y a quienes hacemos llegar el saludo fraternal de los comunistas y de todo el pueblo cubano.

Muchas gracias (Aplausos)


Martí y la educación
Educación popular
I. Instrucción no es lo mismo que educación: aquélla se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los sentimientos. Sin embargo, no hay buena educación sin instrucción. Las cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades inteligentes.
II. Educación popular no quiere decir exclusivamente educación de la clase pobre; sino que todas las clases de la nación, que es lo mismo que el pueblo, sean bien educadas. Así como no hay ninguna razón para que el rico se eduque, y el pobre no, ¿qué razón hay para que se eduque el pobre, y no el rico? Todos son iguales.
III. El que sabe más, vale más. Saber es tener. La moneda se funde, y el saber no. Los bonos, o papel moneda, valen más, o menos, o nada: el saber siempre vale lo mismo, y siempre mucho. Un rico necesita de sus monedas para vivir, y pueden perdérsele, y ya no tiene modos de vida. Un hombre instruido vive de su ciencia, y como la lleva en sí, no
se le pierde, y su existencia es fácil y segura.
IV. El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido ama el trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque.
V. Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás.
VI. A un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición, y hacérsele servil. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y en la conciencia, ya está en camino de ser Dios. No hay que dudar entre un pueblo de Dioses y un pueblo de bestias. El mejor modo de defender nuestros derechos, es conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza: toda nación será infeliz en tanto que no eduque a todos sus hijos. Un pueblo de hombres educados será siempre un pueblo de hombres libres. La educación es el único medio de salvarse de la esclavitud. Tan repugnante es un pueblo que es esclavo de hombres de otro pueblo, como esclavo de hombres de sí mismo.
En: José Martí. Obras completas. Vol. 19: Viajes – Diarios - Crónicas – Juicios. pp. 375-376

Educación pública y gratuita (*)
La ciudad de Nueva ‘York se propone gastar en 1882, $3.836.925 en escuela públicas. De esta suma $3.084,000 se destinan a sueldos de profesores; los $652,000 restantes se consagran a la conservación de los edificios de educación, ya la construcción de algunos nuevos. Sin embargo, hay tentativas de reducir esta cantidad; ya en los cuatro años anteriores, el presupuesto de escuelas públicas ha sido mermado, a rebajas parciales, en $1.127,000. Unos quieren que la ciudad dé a los niños educación primaria y superior gratis, y otros creen que sólo debe darse la primaria. La verdad es que, salvo la belleza externa de los edificios, el orden de los colegios, y la riqueza, variedad y bondad de los textos en nada es superior, y en muchos aspectos es inferior a la que en Caracas podemos dar a nuestros hijos, la educación primaria que se recibe en las escuelas de Nueva York. Las escuelas de enseñanza superior son excelentes. En Filadelfia y en Brooklyn cuesta a los municipios cada niño la mitad de lo que importa al municipio de Nueva York y la enseñanza es mucho más completa. En las escuelas de Nueva York se pega aún a los alumnos, y se les obliga a aprender sus lecciones de memoria.
La Opinión Nacional
Caracas, 20 de enero de 1882
En: José Martí. Obras completas. Vol. 23: Sección constante. p. 162

Educación para sordomudos (*)
Hay en Nueva York un hermoso edificio, consagrado a la educación de sordomudos, del que se dice que es uno de los más bellos, si no el más bello, de los edificios destinados a esta obra piadosa. Allí no se enseña por signos, sino por medio del lenguaje articulado. Los alumnos se entienden entre sí, y aprenden a entender a los demás por el movimiento de los labios. Creó esta institución, como muchas otras que dan gloria a 1os Estados Unidos, cuya grandeza es debida a la acumulación de hombres inteligentes de todas partes de la tierra, un europeo, un médico austríaco, Engeíssmann, a quien un grupo de personas bondadosas favoreció al principio, en pequeñísima escala, para la aplicación, a modo de prueba, de su sistema de enseñanza de los sordomudos, por el sistema de articulación de las palabras. Vióse que el sistema era bueno y la escuela fue creciendo en importancia. Una vez recibió auxilio del Municipio de la ciudad, y otra de la Legislatura del Estado. Vinieron luego a aumentar sus fondos donativos particulares, y el monto de las pensiones de los discípulos privados, así como el de los discípulos que la Legislatura y la Municipalidad le enviaban: alcanzó a tener la escuela $45,000 de fondos de reserva, y recogió con promesa de pago, $70,000 de préstamos de particulares, con los que ha levantado el edificio que ahora ocupa, y que cuesta $130,000. Es una de las singularidades del establecimiento, a la que se debe en buena parte su éxito, que casi todas las profesoras son señoras. La ternura y la paciencia de la mujer alcanzan lo que no consigue fácilmente el espíritu del hombre, áspero y seco, contra su voluntad a veces, y devorado por ansías e inquietudes que le privan de la evangélica bondad que en la mujer abunda.
La Opinión Nacional
Caracas, 21 de enero de 1882
En: José Martí. Obras completas. Vol. 23: Sección constante. p. 162
(*) Martí fue corresponsal en Nueva York del periódico de Caracas “La Opinión Nacional”. Los títulos son de Aquí.

De América soy hijo y a ella me debo
Por Ramón Guerra Díaz


Publicado el 25 de enero de 2012


Dentro de pocos días celebraremos el 159 aniversario de natalicio de José Julián Martí Pérez, una de las figuras más importantes dentro de la historia y la cultura cubana, no solo por sus grandes sacrificios por el logro de nuestra primera independencia, sino también por su lucidez política, que lo hizo ver más lejos que los políticos de su época, la necesidad de la unidad latinoamericana como contrafuerte al hegemonismo que desde aquellos años ya asomaba por el “norte revuelto y brutal que nos desprecia”, como dijera él para referirse a los Estados Unidos y su poderosa oligarquía.

Un momento importante en la maduración política de José Martí fue su contacto con la sociedad norteamericana. Llega a Nueva York el 3 de enero de 1880, venía de España después de haber sido deportado por el gobierno colonial español de la isla de Cuba algunos meses antes.

El contacto con aquel país en pleno apogeo de su desarrollo económico fue deslumbrante, por eso escribe en el periódico The Hour un artículo titulado “Impresiones de América” en el que expresa: “Estoy, al fin en un país donde cada uno parece ser su propio dueño.” Poco a poco el conocimiento más profundo de aquel país le hará escribir un año después: “[...] este país, señor en apariencias de todos los pueblos de la tierra, y en realidad esclavo de todas las pasiones de orden bajo que perturban y pervierten a los demás pueblos.”

En aquel país vivió las emociones de las grandes transformaciones tecnológica, la expansión de la nación hacia el oeste, las riadas de emigrantes provenientes de Europa, base de la vertiginosa transformación del país; las luchas de los trabajadores, en su mayoría emigrantes, por mejores salarios y ocho horas de labor, hechos que sirvieron para aguzar su pensamiento social, siempre al lado de los humildes, sus críticas a los métodos violentos de lucha y su comprensión paulatina de aquella gente violenta, engañada y víctima del gran capital. Todo esto en una constante dialéctica de su maduración.

En los Estados Unidos el Apóstol cubano conoció y puso al descubierto el fenómeno imperialista y advierte sobre el peligro que representaba para Cuba, las Antillas y a la larga para América Latina. El auge económico del país traía la necesidad de mercados y sus clases dominantes apuntaban hacia el dominio de las naciones de la América Latina.

Desde sus crónicas para los periódicos de Hispanoamérica no se cansa de mostrar las luces y las sombras de aquella nación y al organizar el movimiento independentista y liberador de la isla de Cuba, sienta sus objetivos políticos de impedir la anexión de Cuba al país del norte.

Su profundo espíritu analítico y su voluntad de estudiar las interioridades de los Estados Unidos, le permitieron llegar a conclusiones político sociales que aún hoy guardan una gran vigencia:

—La unidad de los países latinoamericanos como contraparte al hegemonismo de los Estados Unidos.

—El desarrollo cultural y económico de nuestra América como antídoto a la dominación de la nación del norte.

—La necesidad del desarrollo desde bases propias como contrapartida a la influencia y penetración de esa cultura basada en el pragmatismo y el individualismo exacerbado


—La esencia humanista de la sociedad, su confianza en el ser humano y su capacidad de ser bueno.

Esas y otras que se me escapan son esencias sociales de la prédica martiana, no solo contenida en documentos políticos y programáticos, sino en toda su obra intelectual y de vida.

En los días que corren, con una nueva América Latina, dispuesta al cambio e imbuida de esa necesidad de integración preconizada por Bolívar, defendida por Martí y muchos otros, recordamos al cubano mayor útil y vigente.


Sobre el Comandante de Nuestra América: www.chebolivia.org
De la Redacción:
Las notas firmadas expresan los criterios de los autores.
Responsable de esta edición de Voz 92: 
Remberto Cárdenas Morales

No hay comentarios:

Publicar un comentario