Voz
La Paz (Bolivia), 17 de febrero de 2012 Año II No. 94
Libertad inmediata para los Cinco héroes cubanos, presos políticos del imperio
Índice
Apoyo a Cuba implica enfrentar a sus enemigos en tierras bolivianas
Abel Prieto: “El libro de Raúl Capote no es la clásica historia de contraespionaje”
Raúl Capote, el agente Daniel de la Seguridad del Estado de Cuba, en la sede de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Prólogo de Abel Prieto a Enemigo
Servir es darse
Abel Prieto
VER VIDEO AQUI:
Reedición de “Un grano de maíz” de Tomás Borge: Donde Fidel habla mañana
Publicado el 17 febrero 2012 en Arleen Rodríguez Derivet,
URL del artículo : http://www.cubadebate.cu/opinion/2012/02/17/reedicion-de-un-grano-de-maiz-de-tomas-borgedonde-fidel-habla-manana/
Apoyo a Cuba implica enfrentar a sus enemigos en tierras bolivianas
La solidaridad con Cuba, su pueblo y su Revolución, implica al mismo tiempo el compromiso de luchar, en tierras bolivianas, contra los enemigos de la Isla liberada y socialista.
Para los cubanos la solidaridad con su causa fue un elemento que contribuyó a la victoria, también decisivamente, aunque sin duda alguna la lucha de los cubanos fue el factor de primer orden para ese triunfo.
Los cubanos añaden que, ahora, el apoyo a su causa es un componente también determinante en el enfrentamiento suyo al bloqueo yanqui, el que es una guerra económica, financiera y comercial. Bloqueo que días previos sumó 50 años, es decir, casi la edad de la gesta liberadora de los barbudos.
Esa guerra de los gobernantes estadounidenses contra Cuba, durante todo el tiempo señalado, tuvo como idea principal la necesidad de impedir la expansión del comunismo en la región, pero en la práctica esa política pretendió y pretende acabar con la Revolución cubana a la que, sus enemigos, la considera un mal ejemplo para los pueblos y países de Nuestra América.
Cuba con su (nuestra) Revolución ininterrumpida, evidentemente, sigue como un cauce por el que pueden seguir nuestros pueblos: la segunda y definitiva independencia, para decirlo en un frase.
Los dirigentes cubanos, del Partido Comunista y del gobierno, en este momento, aplican medidas económicas y sociales de actualización, las que están escritas en los Lineamientos Económicos y Sociales del Partido y la Revolución, los que fueron discutidos y aprobados por la inmensa mayoría del pueblo cubano primero y, por el P. Comunista en el VI Congreso (2011), después. En lo que se considera una complementación de las resoluciones de ese Congreso, la Primera Conferencia de los comunistas cubanos refrendó otro conjunto de resoluciones destinadas a perfeccionar los organismos y la lucha de ese instrumento político de y para la Revolución.
Esos Lineamientos, según los enemigos de la epopeya cubana, servirían para el restablecimiento del capitalismo en la Mayor de las Antillas. Ésa es una de las falsedades que cotidianamente difunden los “mastodontes” de la noticia en el mundo.
Con tal mentira (que entraña un desmesurado deseo de los contrarrevolucionarios), a los que abrazamos como nuestra la causa cubana, pretenden desanimarnos, cuando menos. Frente a los probables efectos de esa campaña, es cierto que los solidarios con Cuba y su Revolución, tenemos que afirmarnos de modo que sus consecuencias no mellen nuestras convicciones y nuestro compromiso de hace décadas. En otras palabras, nuestra propaganda en favor de Cuba, tiene que servir también para convencernos cada día de que cuando en Latinoamérica y en tantos otros lugares planteamos que otro mundo es posible, significamos que ese otro mundo, en mucho, se encuentra materializado en las realizaciones del socialismo en Cuba.
Salud y educación para todos, sin exclusiones, a lo que se suma la inexistencia de niños desnutridos en Cuba, de acuerdo al reconocimiento expreso de la Organización de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), entre tantos otros, son realidades que integran un desarrollo humano conseguido como parte del proceso revolucionario, del socialismo cubano, que avanza a pesar de todo, para lo que los cubanos resisten el bloqueo yanqui y contrarrestan sus consecuencias económicas negativas; lucha contra el bloqueo que también ha costado miles de vidas de patriotas cubanos.
Al estilo de la reciprocidad aymara, los cubanos con el pueblo boliviano y con los pueblos del denominado Tercer Mundo, son especialmente solidarios, cualidad que los lleva a compartir lo que tienen y no lo que les sobra, de acuerdo a una de las enseñanzas ético-políticas de Fidel.
Esa solidaridad material, la que en Bolivia se expresa en lo que hacen las Brigadas Médicas Cubanas: atender a un crecido número de pacientes; así como en lo que realizan los profesores cubanos en la segunda fase de la alfabetización, con la consigna: Yo si puedo seguir. Ese apoyo material cubano a nuestro pueblo constituye, al mismo tiempo, respaldo político a los cambios que tienen lugar en nuestro país, sin las intromisiones de las que sin razón alguna, la derecha y el imperio, culpan a los cubanos.
El respaldo político de los cubanos a nuestro pueblo es mucho más visible en la alianza de pueblos y gobiernos en el ALBA, un empeño de integración económica y compromiso político, una convergencia de principios y una manera de compartir ideas avanzadas.
Una de las líneas de la solidaridad con Cuba y su Revolución es el accionar de los activistas bolivianos en su favor. Pero a esa faceta se suma otra que debemos aplicar en dimensiones crecientes: aquí en tierras bolivianas tenemos que enfrentar, sin tregua, al mismo enemigo imperial que bloquea a Cuba, así como enfilar nuestra acción contra aquél que mantiene como presos políticos a los Cinco héroes cubanos (también nuestros) y cuya libertad inmediata la exigimos desde esta tribuna.
Sobre ese bloqueo hay más: en el medio siglo transcurrido de esa guerra anticubana, en la ONU son más de 180 países los que en cada Asamblea General exigen el cese de la inhumana guerra anticubana. Entre tanto, el imperio la mantiene cada vez sin fundamento alguno.
Sin embargo, la condena al bloqueo yanqui a Cuba, por los más de 180 países y pueblos del mundo, hasta este momento, no basta para conseguir que acabe realmente.
Es que los gobiernos de EE.UU. tienen una pretensión desmedida: la restauración del capitalismo y de la democracia burguesa en Cuba y sólo después se levantaría el bloqueo en su contra, dicen sus voceros en los más distintos tonos.
Ante tamaña política yanqui y convencidos de que el socialismo en Cuba tiene larga vida, los solidarios con la causa revolucionaria, al mismo tiempo que acrecentaremos nuestro apoyo a esa causa, seguiremos enfrentando a los enemigos de la Isla liberada en tierras bolivianas y sin cuartos intermedios.
A propósito de esta afirmación y ante el riesgo, siempre presente de una invasión a Cuba, como pretenden y ejecutan los imperialista en otras regiones del globo, viene a cuento rememorar lo que dijo una vez el comandante nicaragüense, Tomás Borge, ahora que acaba de reeditarse un libro suyo que contiene una extensa entrevista a Fidel. El ex ministro del Gobierno de la Revolución Sandinista dijo: si los yanquis invaden Cuba, cada uno de nuestros países serán convertidos en trincheras antiimperialistas por nuestros pueblos.
Y nuestros pueblos, especialmente el cubano, son capaces de hazañas como ésas, de lo que los imperialistas deben darse por notificados.
Abel Prieto: “El libro de Raúl Capote no es la clásica historia de contraespionaje”
Publicado el 18 febrero 2012 en Abel Prieto Jiménez,
Raúl Capote, el agente Daniel de la Seguridad del Estado de Cuba, en la sede de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Lea un capítulo del libro de Raúl Capote: La polémica intelectual
Este libro que presentamos hoy, Enemigo,de Raúl Capote, va a ser muy útil. Le hice una relectura rápida en las pocas horas libres que he tenido en estos días y ratifiqué precisamente eso: su utilidad en medio de los desafíos que tenemos los cubanos por delante en el campo de las ideas, un tipo de desafío muy complejo, muy difícil, donde, junto al compromiso revolucionario de la gente, hace falta mucha preparación, mucha información, mucha inteligencia, donde hay que evitar las ingenuidades y las respuestas primitivas, simplistas, y estar muy atentos a los proyectos que de manera incesante preparan nuestros enemigos en su afán, como dijo Capote en una entrevista con Aday del Sol que salió ayer en Juventud Rebelde, “de quebrar primero y robar después el alma de este pueblo”.
Este libro nos ofrece muchas lecciones, muchos argumentos, para la gente que trabaja en instituciones de la cultura, en universidades, en distintos sectores profesionales, para nuestra joven intelectualidad, entendiendo “intelectualidad” en el sentido más amplio, y en general para los jóvenes cubanos. Capote dice, en la entrevista que mencioné, que
“Lo que pasa es que estos enemigos consideran que la guerra con la dirección histórica de la Revolución la perdieron. Eso se lo escuché decir a varios funcionarios estadounidenses y oficiales de la CIA, y entonces apuestan por quienes ellos llaman los nietos de la Revolución. No debemos olvidar que vivimos en un mundo donde impera la cultura capitalista y nuestros jóvenes conocen el capitalismo por boca de nosotros (…), el enemigo sabe eso bien. Esta es (…) una guerra que se desarrolla en la mente de los hombres. Si ellos logran (…) que predominen los valores de la cultura capitalista en las nuevas generaciones de cubanos, pues habrán ganado la batalla. Esa pelea cubana contra los demonios es el reto mayor de la juventud hoy”.
Sería por eso muy importante que este libro fuera bien promovido por la Editorial José Martí, a lo largo de la Feria, que a partir del miércoles empieza en las demás provincias de Occidente hasta el 4 de marzo, cuando termina, allá en Santiago.
Debemos trabajar para que este libro sea leído y estudiado por nuestros jóvenes. Si lo promovemos bien, no va a ser difícil que se lea, y que se lea con interés, con placer, porque nos ofrece una historia reciente, real, muy bien contada, sobre cómo un agente de la Seguridad del Estado cubano, un joven escritor, es supuestamente “captado” por la CIA y sobre todos los proyectos que nuestros enemigos elaboran para fabricar en torno a ese joven una nueva contrarrevolución, más limpia, por decirlo así, menos desprestigiada, más presentable, decía yo en las palabras introductorias que hice para el libro.
Aunque (como aclara el propio Capote) “no es la clásica historia de contraespionaje, no es la tradicional aventura de espías y cazadores de espías”, Enemigo sí está contada con mucho oficio y tiene mucho “gancho”, mucho atractivo, diferente, por supuesto, al que caracteriza a las típicas novelas de espionaje.
Enemigo está contada con gracia, sin almidón ni encartonamiento alguno, con una autenticidad muy honda, muy profunda, y Capote como protagonista nos entrega sus nostalgias, sus pensamientos más íntimos, sus emociones encontradas ante una misión tan compleja, que le exige tanto autocontrol y tanta sangre fría.
Capote se nos muestra en este libro como es. No se pinta a sí mismo, por supuesto, como un superhéroe tipo James Bond; pero tampoco cae en lugares comunes ni emplea frases hechas ni consignas para hablarnos del compromiso entrañable que tiene con la defensa de su patria. Él insiste con modestia ejemplar en que es sólo un cubano común que recibió una misión dificilísima, muy dura, y que la asumió como lo hubiera hecho un revolucionario cualquiera.
Además, el lado humano del protagonista aparece todo el tiempo en este libro (y creo que ahí radica una de sus grandes virtudes). Por ejemplo, durante una visita a Varadero que hace con René Greenwald, uno de los oficiales de la CIA que lo atiende, Capote deja brotar sus recuerdos de la etapa en que, siendo adolescente, vivió allí por tres años.
“Le pedí (a René Greenwald) que entráramos por el centro del pueblo y tomáramos la calle 1ª, lo que me permitiría recorrer la parte antigua del balneario, cuántos recuerdos vinieron a mi mente”, de cuando estaba enamorado de una muchacha “bella e inalcanzable”, dice él, que “nunca me vio”. “¿Con qué soñaba entonces? Eran los años 70 (…). Soñaba con ser piloto de combate (…), combatir como los pilotos de Playa Girón, ser un oficial de la Fuerza Aérea, aunque para eso tendría que renunciar al cabello largo, (…) a Deep Purple, a Led Zeppelin, a los pantalones campana, al peace and love que llevaba siempre colgado del cuello (…), tendría que renunciar a seguir a los Almas Vertiginosas, a sus conciertos semi clandestinos, dejar a un lado las revistas de rock, olvidar las citas en la costa con niñas sin nombre. (…) Al final, la vida da muchas vueltas, nunca fui piloto de guerra (…), no pude cumplir el sueño, pero con 16 años todo parece posible”.
Hay una línea muy reveladora, impresionante, a propósito de la partida de Kelly Keiderling, 1ª Secretaria de Prensa y Cultura de la SINA, con quien Capote ha tenido que entablar una relación muy estrecha. Cuando Kelly termina su misión en Cuba, Capote comenta “yo le había tomado afecto a sus hijos, que compartieron varias veces con los míos. Eran niños cariñosos y se apegaron mucho a mi esposa. Los extrañamos”, comenta Capote, “Los extrañamos”, y con ese comentario de apenas una línea se nos revela cómo a este agente nuestro no le es posible ni le será posible nunca deshumanizarse, convertirse en un personaje-máquina de los que tanto abundan en las novelitas de espionaje, donde los sentimientos quedan fuera, donde han sido cuidadosamente extirpados.
En una visita con el propio Greenwald a Santa Clara, Capote nos habla del “significado especial, íntimo” que tiene esa ciudad para él. “Aquí estuve vivo una vez, en una de esas dimensiones a las que no se llega con frecuencia. Caminar sus calles estrechas, visitar sus sitios más oscuros y hacer fiesta en los más claros. Besar una y mil veces a aquella muchacha de siglos atrás, esa mujer de un tiempo que se borró en la historia, pero que permanece en las calles, en las paredes de esta ciudad…”
En el Escambray, cuando recogen una niña campesina y René Greenwald intercambia con ella, la niña
“respondió con palabras llenas de sentimiento el porqué era revolucionaria. Impresionaba el nivel de aquella niña, la seriedad de su respuesta. René le preguntó de su escuela, de las asignaturas que estudiaba, de las esperanzas para el porvenir, y aquella niña campesina habló con tal seguridad de su futuro, para ella era tan normal tener garantizados sus derechos fundamentales, hablaba con tanta sabiduría y pasión que emocionó al veterano agente de la CIA. El remate fue cuando le habló mal de Fidel, y ella, rápida, sin pensarlo dos veces, le dijo Fidel es el padre de todos los cubanos, su muerte sería la peor desgracia que nos podría ocurrir y no le permito a nadie que hable mal de él. Entonces René le preguntó, Sí, pero si muere qué va a pasar. Nada, respondió ella, seguimos nosotros adelante. (Y comenta Capote) Escuchar a aquella niña hablar así, a aquella niña montañesa, a aquella guajirita cubana, hizo que (yo) sintiera una seguridad tremenda, fue como una inyección de optimismo. Ella no sabe lo feliz que me hizo esa tarde, pensé, coño, esa es la gente por la que lucho…”
Este es el tipo de anécdota, de confesiones personales de Capote, que convierten a Enemigo en un libro muy humano, con muchas perspectivas para ser muy bien acogido por nuestros jóvenes.
Aparte de estos aspectos que hacen atractivo este libro, aparece aquí en detalle, como un componente de mucha importancia y de mucha utilidad, los proyectos de nuestros enemigos asociados a eventos culturales, a la creación de una agencia literaria y de una fundación de carácter educacional, al intento de comprar con becas y viajes a jóvenes inconformes y de apropiarse y manipular los llamados “proyectos alternativos” (por eso, como hemos dicho en otras ocasiones, nuestras instituciones tienen que estar atentas a dar cauce a lo “alternativo” genuino, legítimo, y lo hemos hablado en especial con la Dirección Nacional de la AHS, que ha venido haciendo un trabajo brillante con creadores y promotores asociados a estos proyectos que muchas veces se sienten descontentos, con razón, por respuestas burocráticas que reciben, por falta de sensibilidad de los cuadros, por las torpezas a las que el propio Capote se enfrentó cuando era dirigente de la AHS en Cienfuegos). En el 2006 (cuenta Capote) la SINA emprendió una ofensiva para dar a conocer en determinados sectores de jóvenes de todo el país la estrategia del “golpe suave” y de “la revolución no violenta” que se habían aplicado en Yugoslavia, Georgia y otros países.
“Las instrucciones que recibí estaban dirigidas precisamente a crear, mejorar e incrementar el trabajo de redes entre los estudiantes universitarios que se “oponen” al régimen, y esas indicaciones forman parte de una de las estrategias fundamentales de la CIA: utilizar a los jóvenes para crear un caos social y político, generar bajo la bandera de la no violencia disturbios en la calle, atraer a la prensa internacional, provocar la represión mediante la realización de actos violentos e ilegales…”
Y usar todo esto, por supuesto, como justificación ante la opinión pública para cualquier tipo de acción “justiciera” contra el gobierno revolucionario.En este libro aparece descrita, muy claro, la gran trampa que nos están preparando nuestros enemigos, y por eso, repito, resulta utilísimo en medio de esa pelea cubana contra los demonios que decía Capote.
Quiero terminar leyendo el párrafo final de un breve texto que hice a modo de introducción de Enemigo:
“En sus páginas verificamos una vez más el esfuerzo patético y siempre fracasado de nuestros enemigos por dividir a la intelectualidad cubana y crear en ella una quinta columna contrarrevolucionaria (…). Vemos además cómo actúan, sus formas de operar, sus máscaras, engaños y artificios. Al propio tiempo, aprendemos más en este libro de personas como Capote (aquí están, por cierto, Robin, Collera, Serpa, Vladimir y Dalexis), del extraordinario heroísmo que significa negarse a sí mismo públicamente día a día, pasar por pruebas durísimas para servir a tu país y estar obligado a compartir con gente innoble, portadora de la más estúpida arrogancia imperial con una larga trayectoria al servicio de la represión, del genocidio, de la infamia. “Hay que arrancarse de sí. Servir es darse”, asegura Martí, en una carta a Enrique Loynaz, y en pocas misiones de un revolucionario se cumple tan justamente este proceso tan amargo y luminoso como en la que llevan y han llevado a cabo Raúl Antonio Capote y tantos otros cubanos admirables. Arrancarse de sí, darse, eso hicieron martianamente, para servir, nuestros Cinco Héroes, a quienes Capote dedica con toda justicia este libro.”
Muchas gracias.
Palabras pronunciadas por el Ministro de Cultura cubano, Abel Prieto, en el lanzamiento del libro Enemigo del escritor infiltrado en la CIA, Raúl Antonio Capote. Tomado del Portal Cubasí.
Presentación de "Enemigo", de izquierda a derecha: el escritor Rogelio Riverón, director de la Editorial Letras Cubanas; el autor, el Ministro de Cultura de Cuba y el Ministro de Cultura de Venezuela, Pedro Calzadilla.
Prólogo de Abel Prieto a Enemigo
Servir es darse
Ante una contrarrevolución cada vez más desprestigiada y en busca de líderes jóvenes, presentables, con cultura, capaces de llevar adelante proyectos creíbles y de atraer a intelectuales, artistas, estudiantes y personas de otros sectores hipotéticamente pro-capitalistas, la CIA descubrió a Raúl Antonio Capote. Se trataba de un escritor talentoso, crítico, con varios libros publicados, que como vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz en Cienfuegos había combatido incomprensiones y torpezas burocráticas y, ahora, como profesor universitario en la Habana, era muy popular entre sus alumnos por su carisma y el estilo desalmidonado y heterodoxo que usaba para impartir su materia: la Historia.
Así nació el agente Pablo, que tendría como misiones enviar sistemáticamente a la CIA evaluaciones acerca del estado anímico de la población cubana ante cada coyuntura, sobre todo en los medios culturales y universitarios, y crear una Agencia Literaria alternativa y luego una Fundación de perfil educativo. Pablo podría llegar a convertirse en una pieza clave para el desmontaje de la institucionalidad revolucionaria. Se suponía que hacia Pablo y sus proyectos fluyeran creadores insatisfechos, que no encontraban respuesta para sus necesidades de promoción, estudiantes con una rebeldía amorfa -a la que podría dársele una estructuración política- y en general representantes de una “sociedad civil” decepcionada.
En este libro Raúl Antonio Capote nos cuenta sus experiencias como Pablo, sí, y como Daniel, agente de la Seguridad del Estado, con dramatismo, pasión, desenfado -y también con humor. En sus páginas verificamos una vez más el esfuerzo patético y siempre fracasado de nuestros enemigos por dividir a la intelectualidad cubana y crear en ella una quinta columna contrarrevolucionaria; su falta absoluta de ética, de principios; la imagen caricaturesca y despectiva que tienen de Cuba y de los cubanos; y su incapacidad esencial para comprender a este pueblo y a su Revolución. Vemos además cómo actúan, sus formas de operar, sus máscaras, engaños y artificios.
Al propio tiempo, aprendemos más en Enemigo de personas como Capote, del extraordinario heroísmo que significa negarse a sí mismo públicamente día a día, pasar por pruebas durísimas para servir a tu país y estar obligado a compartir con gente innoble, portadora de la más estúpida arrogancia imperial, con una larga trayectoria al servicio de la represión, del genocidio, de la infamia. “Hay que arrancarse de sí. Servir es darse”, asegura Martí, en una carta a Enrique Loynaz, y en pocas misiones de un revolucionario se cumple tan justamente este proceso tan amargo y luminoso como en la que llevan y han llevado a cabo Raúl Antonio Capote y tantos otros cubanos admirables. Arrancarse de sí, darse, eso hicieron martianamente, para servir, nuestros cinco héroes, a quienes Capote dedica con toda justicia este libro.
Abel Prieto
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Reedición de “Un grano de maíz” de Tomás Borge: Donde Fidel habla mañana
Publicado el 17 febrero 2012 en Arleen Rodríguez Derivet,
Cuando me propusieron presentar este libro, me pregunté, como tantas veces en mi afortunada vida profesional; ¿qué hice para merecerlo? Y no pude menos que pensar que existe algo así como que cuando se desea mucho algo, ese algo va a llegarte alguna vez, aunque sea, como es mi caso, 20 años después.
Como cada vez que me piden presentar un libro, siento que me pertenece un poco —y materialmente es cierto, ya que se tiene al menos un ejemplar garantizado— con“Un grano de maíz” en las manos, termina por cumplirse un deseo de dos décadas, todavía vivo en mi memoria de aquel año tremendo que fue 1992.
La primera noticia de este libro no salió de La Habana, sino que llegó a ella en un cable fechado en México. Tomás Borge había adelantado al periódico Excelsior algunas respuestas de Fidel a sus preguntas más controversiales —derechos humanos fundamentalmente— y la prensa azteca había diseminado la información, generando una elevada demanda del libro en todo el mundo.
Recuerdo como si fuera ahora mismo que nos pasamos los cables animando todos los comentarios posibles y con una sensación de dulce inconformidad —o disimulada envidia profesional— porque “otra vez Fidel ha dado una entrevista y no es a un periodista cubano”, demonio que finalmente logramos exorcizar con el libro de sus memorias que realizó Katiuska Blanco.
Pero vuelvo a 1992. Cuando digo año tremendo, no exagero y eso lo sabemos sólo quienes lo vivimos. En nuestro caso, el diario se había estrechado a semanario, a la mitad de los periodistas se les había reubicado en la radio, empezaban a profundizarse las carencias y a prolongarse los apagones. La desesperanza era la moda.
Lo describe mejor Tomás Borge: “En medio de la actual polvareda ideológica, que en unos ha provocado una euforia excesiva y en otros una lloradera insoportable, Cuba —acosada por los cambios de la geopolítica mundial, víctima de una campaña olímpica de desinformación, más bloqueada de lo que estuvo nunca ningún país— es objeto de pronósticos fatales.
“Hasta los amigos de la Revolución Cubana, que son más de los que cree, expresan algunas dudas sobre los resultados del juicio final; aunque dentro de ellos abundan los que mantenemos arraigada la convicción de que saldrá victoriosa en la descomunal contienda.”
En medio de aquel vendaval, Fidel era todo. Con esa energía que Tomás definió tan acertadamente entonces, él empujaba ¿o sostenía? no sólo un país, sino toda la utopía del universo. Y con su descomunal fuerza moral nos halaba a todos, incluso a aquellos que ni siquiera creían que fuera posible un futuro con Fidel, aunque es ese tiempo por venir del que más habla en este libro aquel a quien sus adversarios pretendían encerrar en el pasado. Escojo un fragmento de la introducción para narrarlo con las palabras de Borge:
“Había soñado, noches atrás, que tenía la barba de un color especial, indefinible, y casi me sorprendo cuando reencuentro el símbolo luminoso y blanco. En medio de la frente —supongo que se han dicho— , una especie de destello; los ojos afiebrados, afectuosos, directos; un poco más delgado, un poco más joven.
“Hoy domingo, a esta hora inusual (2:00 a.m.), mi primera tentación es preguntarle, Fidel, sobre el origen de esa vitalidad creciente aun en medio de tantas dificultades. En realidad no le voy a hacer la pregunta, porque estoy seguro de que la causa primaria de que este hombre que tengo aquí frente a mis ojos se mueva con la energía de un caballo de raza, está en las penurias, en los dramas de cada día.”
Como periodista y editora de un periódico importante del país, no puedo recordar sin emoción o sin nostalgia, aquellos años en que lo único que había en abundancia eran noticias, pero no había espacio -no existía la infinidad espacial de internet- para publicarlas y, algo peor, faltaban muchas certezas, así que también y ya por razones que después se hicieron pésima costumbre, en nombre del cuidado a la fortaleza sitiada, no publicábamos todo, aunque tratábamos de publicar lo más trascendente.
Y en eso llegó este libro o su avance, que lo convirtió en best seller aun antes de nacer. “Fidel habla de Stalin, de Gorbachov, de los homosexuales y los creyentes en el Partido“, comentaba la gente en nuestros corrillos periodísticos, cuando aquellos temas no gozaban ni de la preeminencia ni de la relativa naturalidad con que se les aborda en esta época.
Cuando por fin nos llegó en una tirada millonaria aquel libro, la dulce envidia del avance se disipó con el encantamiento de la admiración. “Un grano de maíz”no era solo una larga entrevista sobre temas fundamentales de una época crucial. Era, es, un libro que logra trascender la coyuntura que podría imponerle un año tremendo, gracias a la larga vista del entrevistado (ese que puede viajar al futuro y regresar para contarlo) y a la vuelta de 20 años nos pone frente a un universo de predicciones cumplidas. Lean si no, este fragmento de su respuesta a Tomás sobre el milagro de tanta solidaridad con Cuba frente al alud de desinformación:
“¿Cómo se puede explicar eso si tú no puedes conversar con todas y cada una de esas gentes, si tú no puedes hacerles llegar un mensaje? Pero es como si tuviesen suficiente luz, suficiente instinto para conocer la verdad en medio de ese barraje que ha confundido a tanta gente, incluso a muchos intelectuales, y no confunde, sin embargo, a gente sencilla y noble del pueblo, a mucha gente valiosa de los pueblos de América Latina y del mundo que son capaces de ver, en medio de ese mar de mentiras y de propaganda, por lo menos una parte de la verdad, o la esencia de la verdad, y logran comprender todo mérito que tiene la lucha extraordinaria, heroica, que nuestro pueblo lleva a cabo hoy contra, precisamente , los enemigos de la humanidad, los enemigos del proceso humano, los pueblos, los saqueadores por excelencia del mundo, los que son símbolos de la opresión y de la explotación. Es decir, es como si los hombres tuvieran una antena o tuvieran algo para poder distinguir entre lo verdadero y lo falso.
“Ahora, cuánto tiempo pasará antes de que, a partir de los hechos reales, objetivos, la posteridad sea capaz de juzgar imparcialmente todo lo que ha ocurrido alrededor de Cuba y de la Revolución Cubana, y el papel de los dirigentes en esa revolución, eso no lo puede asegurar nadie; porque si una ola de reacción prevaleciera en el mundo durante mucho tiempo, esa reacción se encargaría de escribir la historia, serían los opresores, los agresores los que escribirían la historia; pero habría de venir inexorablemente después de otra la, tendrá que venir, y vendrá, otra ola progresista, otra ola revolucionaria, otra ola de cambio a favor del hombre, en que llegaría el momento de volver a reconstruir esa historia de una manera objetiva.”
Pero este es, además, un libro armado con singular inteligencia y belleza, donde las apariciones del entrevistado -personaje histórico también- resultan una delicia para aquellos que disfrutan el habla poderosa de los pueblos latinoamericanos:
He aquí un trozo de la prosa anunciadora de Borge: “Ya sabemos: desideologización no es el fin de las ideologías sino la firma, por cierto ilegible, de la pretendida acta de disfunción del marxismo enclaustrado en las criptas políticas de Europa y, en apariencia, en las urnas electorales de Nicaragua.
“Fidel Castro, al abordar este tema, pone en evidencia la ideología matrera de la desideologización. Y demuestra que esta hojita de parra es vulnerable a la tempestad que dejará al descubierto los órganos flácidos, tristes, incapaces de engendrar bienestares y auroras.
“Nos demuestra que más allá o más acá de nuestras conciencias, el imperialismo, la burguesía y otros lugares comunes, por desgracia, aún existen. Y que aunque se juegue al cero escondido con estos conceptos, están ahí para joder a quienes a quienes haya que joder cuando el reloj se aburra de sus agujas congeladas.”
Si en aquel 1992 del V Centenario -tema que ponen en su justo lugar los dos - este diálogo entre rebeldes latinoamericanos y universales, echó luz sobre todas las tinieblas de una época de veloces retrocesos, no lo será menos ahora, cuando todos los vaticinios de Fidel se han cumplido, sin una sola excepción:
“Yo diría también -afirma el entrevistado- que la izquierda está pasando su peor momento en América Latina, su momento de mayor confusión y desorientación, cosa explicable a partir de los sucesos que hemos mencionado, cosa explicable a raíz de la enorme confusión que se creó en el mundo por los acontecimientos que se originaron y se desarrollaron en la Unión Soviética y que, al fin y al cabo, dieron al traste con el campo socialista y la propia URSS.
“Ha sido un golpe muy grande para las fuerzas progresistas para las fuerzas de izquierda, no solo en el terreno político, sino también en el terreno ideológico y en el terreno moral. Pienso que la izquierda empieza a recuperarse de ese trauma, pero que todavía no se ha recuperado totalmente, ni mucho menos; por ello digo que está viviendo también su momento más difícil. Creo, sin embargo, que será un período transitorio.”
Quién que no fuera Fidel podía adelantar en 1992 lo transitorio de ese período, cuando aun no habían tenido lugar los sucesivos descalabros del neoliberalismo en Latinoamérica. No olvidemos que mientras él respondía este cuestionario a Tomás Borge, Carlos Saul Ménem, vendiendo Argentina, era emblema del presidente exitoso, Fernando Collor de Mello aun no había fracasado con el mismo plan en Brasil, estaba por desatarse la ola privatizadora en nombre del famoso goteo que corregiría las desigualdades escandalosas de la región y el levantamiento de Hugo Chávez había sido aplastado en Venezuela. Ya sabemos cómo terminó todo, pero entonces el mal parecía un futuro de largo plazo.
La premonición no es menos sorprendente en relación con la revolución sandinista que recién salía de un inesperado golpe en las urnas. Véase lo que pregunta el Comandante sandinista y lo que responde el líder cubano:
“¿Considera usted que nuestra revolución llegó a su punto final o que se mantiene vigente?
Creo que ninguna revolución llega nunca a su punto final y que el deber de todos los revolucionarios es mantener la vigencia de sus ideas, de sus principios y de sus metas.
Ni siquiera el Frente Sandinista podría impedir, si se lo propusiera, las perspectivas del progreso futuro. Nadie es dueño del futuro.”
Finalmente me gustaría reseñar brevemente otros fragmentos que cobran mayor relevancia según pasan los años. Es cuando Fidel responde las preguntas de Tomás en torno a su hermano Raúl o al siempre controversial tema del poder.
Sobre el actual Presidente y Primer Secretario del Partido Comunista cubano dice Fidel:
“… Raúl es un compañero que tiene sus criterios, sus opiniones, su carácter y su forma de ser, y, por cierto, es un individuo muy diferente de ese Raúl que ha querido pintar la propaganda enemiga. Todo el que llega a conocerlo y a intimar con él se da cuenta de su humanismo, de su gran calidad y de sus sentimientos; se sorprenden de un Raúl que han pintado belicoso, agresivo, duro, cuando ven los sentimientos de amistad, de cariño y afecto que es capaz de tener por la gente. Y ha sido un gran formador y un gran educador, porque creo que el Ministerio de la Fuerzas Armadas Revolucionarias ha sido la mejor escuela de formación de cuadros que nosotros hemos tenido, con mucho rigor siempre y con mucha exigencia.
“Yo creo que la relación familiar nada tiene que ver con sus funciones, aunque la sangre común que llevan sí tiene que ver con la sensibilidad que yo le conozco a Raúl. Es un hombre muy sensible, muy fácil de conducir a emoción por ternura, por las causas nobles: soy testigo de eso.
“Siempre consideré eso. Sobre todo en aquellos primeros años en que todos los días se estaban haciendo planes de atentados contra mí, con una posibilidad real, dije: Desde ahora hay que ir pensando en alguien que pueda ejercer las funciones mías. Y consideré, realmente, que la persona que estaba capacitada entre todos los cuadros para ejercer esas funciones, la persona más acatada que podía ejercer las funciones era Raúl, así lo planteé públicamente porque era una necesidad de los momentos que estábamos viviendo.
“Raúl ha sido realmente el segundo al mando de la Revolución en todo este período revolucionario. Yo digo que Raúl no se ha destacado más porque ha tenido la sombre mía, es mi opinión; porque para que la gente se destaque más es necesario que pueda tener el ámbito donde poder demostrar todas sus capacidades o todas sus cualidades.”
En cuanto al poder, vale la pena reproducir de nuevo pregunta y respuesta:
“El viejo más joven que he conocido. Hay una frase muy difundida que a lo mejor vale la pena comentar: El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. ¿Cómo ha logrado usted escaparse?
“Yo estaría de acuerdo con esa afirmación, en principio. Pienso que el poder corrompe - llamémoslo poder, pero pudiéramos decir el ejercicio de importantes cargos, de importantes funciones, de importantes responsabilidades, que es los que se suele llamar poder, que también es un concepto muy relativo -, lo he visto en los hombres y lo he visto más de una vez. Cuando se habla de corrupción incluyo la arrogancia, la prepotencia, la falta de humanidad, los abusos de poder. Hay hombres que apenas tienen un poco de responsabilidad y ya empiezan a cambiar, comienzan a deformarse - con un poco de poder, no con mucho poder -, y estimo que el riesgo es mayor cuando más poder tienen los hombres, es una realidad; creo que exige, primero, tener una conciencia de la cuestión y estar siempre alerta, estar siempre vigilante contra ese riesgo.
“Por mi parte, como no he visto nunca el poder como algo mío, no he visto nunca el poder como algo que se disfruta, sino he visto el poder o la autoridad, como la quieran llamar, como un instrumento de una causa justa, de una revolución, de algo que tú quieres, del objetivo que te propones, en lo cual te sientes absolutamente identificado con el pueblo; como no he perdido nunca el contacto con los hombres y mujeres sencillos del pueblo; como toda mi vida, desde que empecé, trabajé como un artesano…
“En toda mi vida he mantenido una eterna vigilancia en eso y he sido muy autocrítico conmigo mismo. Siempre he examinado cada cosa que he hecho, si es correcta o no, si me dejé llevar por el impulso o no, si me dejé llevar un poco por el orgullo o no, y creo que he aprendido a dominarme a mi mismo.
¡Conócete a ti mismo!, puede ser otra máxima: ¡domínate siempre a ti mismo!”
Muchos de los temas que se abordan en esta entrevista que, aunque larga, se puede leer de una sentada, han dejado de ser controversiales, es cierto, pero, ni Fidel ni la Revolución cubana han dejado de estar en el centro de las polémicas políticas durante los 20 años transcurridos, de manera que, como diría el propio Borge, mucho de lo aquí escrito fue dicho, no ayer, sino mañana. Así que leyéndolo se viaja al futuro más que al pasado, aunque los dos tiempos interesan siempre a la sombra de las incertidumbres del presente.
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Remberto Cárdenas Morales